Hitler

40 REPERTORIO AMERICANO SAN MARTÍN: El estadista y el hombre Por Román JUGO (En Rep. Amer. Este trabajo obtuvo el Primer Premio en el Concurso sobre la personalidad de San Martín, dentro de los Juegos Florales Franciscanos de Heredia, Costa Rica, noviembre de 1950. José de San Martín aparece en la Historia como un relieve permanente. Más que eso, su figura es un compendio de estatismo. De cosa fija y reguladora. Como un fiel de balanza. Como un punto de comparación. Como una medida general de hombres y de valores sociales.
Para llegar a eso, en San Martín se operó un largo proceso de preparación anímica. Una lenta adaptación de ambiente y circunstancias morales. Todo en él aparecía como una serie de puntos convergentes. Puntos que se convertían en conceptos. Conceptos que eran decisiones tomadas de antemano. que se traducían en orden, en disciplina, en dominio in terior.
Para intuir el origen de esa laboriosa transformación, quizá debamos seguir a San Martín a lo largo de su adolescencia y de su juSan Martin ventud. Quizá debamos colocarnos a su lado, cuando su mente penetraba en los rígidos (Dibujo de Eduardo Alvarez)
conceptos de la táctica militar. Cuando era un simple alumno del Seminario de Nobles de Madrid. cuando asistía a diversas academias militares de España. Quizá debamos observar. mente valiente. Era un coronel. Un oficial lo, detenidamente, haciendo sus primeras ar graduado en grandes batallas. Un hombre que mas en los ejércitos peninsulares. Y, sobre to poseía una gloria completa y legítima. Para él do, habríamos de fijarnos mucho en él cuan había caminos en España. Por delante se le do escalaba grados militares a base de téenica abría una carrera prometedora. Pero ya San y denuedo. Cuando se distinguía heroicamen Martín era algo más que todo eso. Era una tete en Arjonilla, en Albuera y en Bailén. promesa. Era un acero toledano, templado en Frente a él, entonces, se hallaban los soldados el combate. Era un instrumento de designios del coloso militar de aquellos tiempos. Contra sublimes, listo ya para entrar en acción. No.
él se precipitaba la avalancha guerrera que ha. No era ya España su camino y su meta. Amé.
bía dominado a Europa. a su lado, luchan rica, su América lo estaba esperando. Había do contra aquel Napoleón casi mitológico, un concluído la preparación. Sabía ya de guerras, pueblo que valía más que sus gobernantes se de ataques y contrataques, de brillantes cargas levantaba buscando independencia.
bajo el sol radiante o en la noche oscura y trai.
Sí. En España San Martín aprendió mu. dora. Sabía ya del sabor de la libertad, que de.
chas cosas. Grandes cosas. Midió sus armas ja un gusto de sangre y de pólvora. En el coracontra los mejores soldados del mundo. Co. zón y en la mente del guerrero había nacido mo un espadachín que hubiera frecuentado la el libertador.
mejor sala de esgrima del orbe. supo todo ¿Qué fué, pues, lo que trajo a las costas lo que puede dar de sí un pueblo que quiere ser americanas la fragata Canning. No fué solibre. Pero, además, San Martín se encontró a lamente un hombre. Fué, también, algo más sí mismo. Al merecer y alcanzar honores en el que un simple caudillo. Fué un pedazo de la ejército español, San Martín halló su propia propia tierra de América. Un pedazo de patria encrucijada. El punto exacto en que él habría que había sufrido un recio y profundo procede decidir sobre su propio destino. Un desti so de saturación. Que había ya madurado y no que, de un modo u otro, él supo que esta. fructificado en otros cielos y bajo otros soles.
ba ligado al gran destino de América. Sus his que venía así sencillamente a incorpo.
toriadores hablan de una voz interior. Algu rarse al solar nativo para contagiarlo de un nos insisten en que fué una voz que lo llama. orden nuevo. Notemos esa palabra orden.
ba a la gloria. Yo creo que, para él, fué una porque ella expresa correctamente el ideal sansimple voz que lo llamaba al deber. Ya San martiniano. Con San Martín no venía la exalMartín era, por encima de todo, un soldado. tación. Con él no viajaba a América el motin.
Un soldado aguerrido. Un soldado disciplina En su mente no germinaba la simple rebelión do. Un soldado heroico. Pero no un soldado contra el poder. No. San Martín traía algo lleno de la heroicidad que se vuelve locura. más vasto y más complejo que un levantaQue se convierte en embriaguez de pólvora al miento. su llegada ya ardía el fuego de la sonido de los tambores y al rugir los caño reivindicación americana. Hacía ya dos años nes. No. La heroicidad de San Martín era ya que se luchaba en el Sur del continente. él decisión serena. Reflexión. Estrategia fría de traía un mensaje propio. Un mensaje que, da hombre de pensamiento. De hombre para quien das sus particulares condiciones humanas, se la acción es sólo idea que camina.
traduciría en consolidación y organización. Y, San Martín hubiera podido seguir en Es así las cosas, hemos de considerar que su despaña. No era ya un soldado oscuro y simple. embarco tuvo un carácter providencial. partir de ese momento, José de San Mar tín empezó a hacerse sentir. Es fácil encontrar el sello de su personalidad en los hechos que integran la historia de la gran epopeya. más que en eso, en todo aquello que fué constructivo. En todo lo que fué trascendental. En todo lo que se convirtió en base de conceptos firmes. En lo que tiene sabor de nacionalidad.
Y, sobre todo, en lo que significa concepción civilista de los pueblos. Sí. En esto último, es pecialmente. Porque ese militar, que sabía bi tir al enemigo con la punta de la espada, no intentó jamás crear un gobierno que viviera de la espada. Ese producto neto de la táctica bélica aprendida en las academias y en la gue.
rra, sabía respetar el natural instinto de los pueblos. Sabía comprender sus inquietudes. Sa bía darles el orden que, en el fondo, ellos mismos deseaban. sabía renunciar. Sabía poner el interés general por encima del suyo propio.
Sabía sacrificar sus ideas si comprendía que no había llegado el momento de exponerlas y de luchar por ellas. hacía todo eso sin que nadie notara su esfuerzo. Sin que trascendiera la amargura de la renuncia. Sin que fuera visible su dolor interior. Así fué como patrocinó e im.
pulsó muchas obras que, quizá, en el fondo, reñían con su ideologia particular. Pero él era más grande que las circunstancias. Más grande, en ocasiones, que sus propias ideas. Hay quien ha querido denigrarlo tildándolo de mo.
rárquico. si lo fué. qué. Es que tiene contenido monárquico alguna de sus resonantes victorias contra el coloniaje español. Es que huele a monarquía la organización de los países a los que dió independencia? Habría que reconocer, pues, que constituyó una maravillosa renuncia, la que hizo San Martín de su inclinación hacia la monarquía, caso de haber sentido tal inclinación.
Pero, ya en el capítulo de las grandes renuncias sanmartinianas, no olvidemos a Gua.
yaquil. No podemos dejar de lado el sitio en que tuvo lugar la entrevista más fascinante de América. El sitio en que, como lo ha dicho un comentarista, San Martín cerró el ciclo de su gloria militar. Al enfrentarse ideológica mente Bolívar y San Martín, ello dió lugar al nacimiento de una tesis argentina y de una tesis venezolana. Yo no pretendo ahora lanzar una nueva teoría. Tampoco quiero optar, de modo absoluto, por uno de los dos contra dictorios puntos de vista. Ni siquiera me inte resa probar o negar la existencia de la ya famosa carta de Lafond. No. Me basta enfo car el despliegue psicológico de aquellas dos grandes personalidades. Me basta imaginar a aquellos dos titanes, el uno frente al otro. Me basta ver a Bolívar, nimbado de gloria, brillante la mirada, luciendo vistoso uniforme.
Me basta evocar a San Martín, serio, austero, concentrado. Eran, a la vez, antítesis y complemento. Eran, a la vez, contradicción suprema y poder creador. Eran América. América toda que se reunía, a través de toda su histo.
ria, como si ella misma se diera la mano, por encima del continente, mirando al porvenir.
Cada uno tenía lo que al otro faltaba. lo tenía de sobras. Juntos, fueron el chispazo único de la luz soberbia de medio mundo. no siguieron unidos porque cosas como esa cosas como su encuentro no suceden más que una vez y por corto tiempo. Porque habrían Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica