278 REPERTORIO AMERICANO hoy turbas por el hecho de ir rendido de una fertilidad que no comparo, del único y tremendo regocijo. Borraste aquella sombra que envolvía como un cendal purísimo tus huesos, dándoles el pesar acreditante de una veteranía sufridora. Dejaste atrás todo lo que negaba por ser en tu contorno una ruina, alzándolo hasta ti, hasta el estío lozano, salvador de la cosecha, como si un claro impulso fueses siempre?
una seguridad sin petulancia, la dignidad tremenda de ser bueno, estar dispuesto a ser con lo que abrumu, tu extraño poderío, tu imponente disposición leal, que son tu gloriu. Continuarás por siempre en una calle. Podrás dejar de ser en tu modestia?
Un carro es otro carro, y no hijo, sino viejo, nuevo modelo que en sí acaba, como lo que al vivir se perpetúa. una rueda, esa rueda inmejorable por lo que normalmente te resuelves, no acaba cuando tú, descoyuntado, comprendes que morir no es cosa tuya.
Por tus brazos, perpetuos de caricia enraizas en la tierra tu esperanza; el cielo que en la calle a penas cabe busca la resonancia de tus ruedas, sobre el ara propicia que supones ha de alentar lo que alentando quieres, y por si fuera poco, varón claro, caminarás de acuerdo con la especie más tierna a que dedicas tu vacío.
Déjame que te imite al realizarme.
Cúmplete, conllevando carga y vida.
Que a San Martín, la calle labradora, como a esta vida mía en que te encuentro.
hay que traer espléndidas cosechas, para que la calleja y mi fracaso se crean, cual graneros desbordantes, que lo que tú transportas, mansamente es merecida flor, plena alegría. Oh bienaventurada maravilla. Oh pura amenidad de la fatiga!
Dame, dame la norma embriagadora que acerca lo real a lo infinito, y pasa lento, lento entre los hombres para que todos juntos comprendamos lo que hay de candoroso en lo cumplido y de certeza en ti, cuando discurres cabeceante y sordo como un árbol Pensar que las espigas pueden verse más solidarizadas que el fracaso; sentir la trenza inmensa que enaltece tu rostro confundido de grandeza; mirar cómo te pierdes en la fosca merced de tu dorada obra rendida, son hechos que me acercan la frescura nuncio del tibio pan más generosoque brisa en la bahía de tu carga.
II EL CARRO DEL TRIGO Jamás veré custodia que te iguale.
Jamás canción tan plena, tan henchida.
Jamás una jornada llegó a tanto, ni a tanto el colmo puro de una fiesta.
Jamás, jamás oh tierna apoteosis! tuvo cosecha un trono como el tuyo.
Jamás fuga candeal vieron los ojos como la madurez que ahora trasladas.
Jamás, jamás, jamás tanta alegría. Cuánta verdad para cifrar la dicha!
Cómo la mies, señora y soberana, traduce en oro, en rubia y tierna nube, esa canción madura, esa armonía buscada en tu rumiante desventura, y cómo, mediodía preferido, colmada granazón que el carro lleva, el alma se supone coronando tu múltiple razón de trigo y paja. Adónde vas, amigo, de tal suerte?
Cómo es posible siesta tan madura. Es necesario estar como tú estabas ayer en la calleja abandonada, para resucitar tanta riqueza. Se hace preciso ser en el olvido con tu sencillez viva extraordinaria. Adónde vas, adonde, que los cielos descansan sobre ti su real fatiga. Cuál tu bondad, que el trigo se reclina sobre tu pecho, igual que lo espigara. Cuál el merecimiento a que llegaste para alumbrar estrofa en la que duerme canto de la chicharra, esfuerzos dobles, la libertad más pura que conozco, silencio, luz, aliento, confianza, un mundo de trabajos y otro entero de nutritiva ley animadora. No sabes que en tu pecho va el principio por el que mi trabajo no es condena. Ignoras que en tu sueño se levantan como caudales vivos los que luego viveza infundirán al ser humano. Cómo si ayer por nada te inmutabas, Trigo en el trigo, gloria sobre el carro probando que en la obra sucumbimos; tropel de espigas dándote figura de esencia prodigiosa, de cuantía; verdad de la cosecha sostenida sobre tu sencillísima andadura. por qué de rico enjambre y de verano llenais a quien apenas si es otoño, como mi corazón y mi ternura. Qué soportó al sufrir que yo no hiciera. Cuán despaciosamente labró el pecho. Es que esa integración que el carro mece, rindió al dolor más preces que mivida. Es que para ser pleno hay que humillarse com él lo hizo en la calle campesina. es que vivir como alma de trigales, obliga a palpitar en la hermosura de múltiples destinos realizados?
Cuando de trigo el carro marcha lleno. no es vida propia en vidas realizadas lo que nos pide al hombre ser la sangre prudente de otros seres bien nacidos. No nos parece el carro cauce pobre del mar nutricio y fértil que lo usa. No aclama la cosecha prodigiosa el grave conllevar que la destina de la era satisfecha al vientre hambriento. Ay carro de los trigos, sé por siempre modelo, sé constante, sé principio. Cuando ciegas caminos, los consagras. Cuando separas muros, arracimas. Cuando la espiga canta, ruiseñora, en la mañana viva que te eleva, todo se justifica en la congoja, y hasta morir por otros me parece probar que me subyuga tu tarea!
La primavera, sí, esa armonía que es pura por copiosa y rica, porque sin ser de ti, cual fruto, lo parece; la primavera, sí, esa cosecha que es tuya por tu esfuerzo, por tu empeño, porque en tu soledad la fecundaste, y porque sólo en ti, en este instante que nutre su efusión de tu afán libre, te hermana totalmente con la tierra. Pareces un casado apenas hecho. Los hijos cuando nacen no consagran de tal manera al hombre, como el trigo en este tu estelar momento único!
Ser es crear, pero crear es sólo ser útil como tú, ser alimento; ser sueño compartible; ser la savia de todo el que se sienta a nuestro paso mirada, elogio, salve, canto y vida.
Marcha, marcha tranquilo, que a la estrofa de trigo no hay quién logre superarla.
No digo a la soberbia que te ensalce, porque cuando se es grande se es sencillo Pero no calles tanto, no silencies que la alegría corre por tus venas, porque cuando se es verso, cuando todo confluye en nuestro ser acreditándolo, Dios deja que cantemos como ríos.
Te llamo libertad como a ninguna sorpresa de la tierra; hay en tu suerte tanta felicidad posible y pura, que la potencia viva de tu gloria desmiente lo que todos conseguimos para perpetuarnos pobremente.
El poderío pesa, carro amigo. porque eres poder mientras conllevas la cálida sazón con que limitas, derramas un sosiego, una ventaja, dispuestas a brindarse a quien encuentre salud en tu suprema servidumbre, por lo que veo mi vida coronada en una realidad como la tuya, cuando sobre mi espalda sólo aquello que mio o de la vida represente la pretensión de todo lo que crece, exorne mi humildad eternizándola.
Lo quería decir. Eres humano!
Eres el hombre al fin, cuando se sueña caudal de los caudales, fe del mundo, centro del Universo donde vive.
Eres el mandamiento más purísimo, el charco donde Dios se reconoce, un caminante fuerte que tornara su anhelo de infinito en este vasto racimo de comida bienhechora.
Eres la raíz en gloria de una vida; la gloria más completa del olvido; como una recompensa en beneficio de aquello que es capaz de merecerlo; eres el movimiento suficiente de lo cabal, lo honesto, lo legitimo, lo honrado, lo mejor, lo que supone; eres lo que le falta a un hombre sólo para sentirse causa de la tierra.
Las eras recogidas en tu ensueño hacen justicia al carro coronándolo, el campo al resumirse en tu riqueza te ofrenda la flor justa, necesaria; pensando que tan sólo eres pretexto de una razón sinfónica, del trigo, y que bajo su agobio rumoroso un férvido desvelo representas, comprendo mi misión, en ti lograda. Oh vasto haz de cosechas, si hay amparo. Si hay puente entre el amor y Dios, su (gloria!
El quehacer no consiste más que en una cosecha conllevada par aliento de nuestras peregrinas pretensiones, No hay plenitud, lo sé, donde no vivan como jilgueros tiernos, los que alientan con mi pasión, mi sangre o mi esperanza.
No hay realidad, no hay hombre, si en el pecho el resonar de quienes siempre sufrer deja de confundirse con la sangre.
Morir es transportar sólo una espiga, y sólo cuando el alma es alma en otras la primavera nace de tu carga. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica