138 REPERTORIO AMERICANO bajan cervatillos y gamuzas abrevar en tus linfas.
Me inclino hacia tu espejo lloro, solitaria, Porque ya sé el día triste del olvido de su ausencia necesaria. Ah, que calle la alondra. Que no florezcan mis tacuaras bravas Ni el camalote azul sobre tus aguas, Pues ya anda el llanto arándome la cara! para que no falte el hacer lírico en que lo puramente intelectual se espirituali za en la diafanidad de la emoción, Juana de Ibarbourou convierte en tema de glosa poética aquel estupendo poema brevísimo de Juan Ramón Jiménez. No le toques ya más, que así es la rosa!
sólo comparable a aquel otro endecasílabo genial del inmortal Quevedo. Polvo seré, mas polvo enamorado.
La glosa de Juana de Ibarbourou ex.
presa bellamente: ASI ES LA ROSA Cuando tiendo los ojos en la puerta la ancha sombra y el seguro frio, De mi casa, hacia nuevos horizontes, Pero tan dulcemente enamorada, Siento en seguida su prudente alerta. vuelvo al interior de la morada Que de rodillas ante Dios, sonrío Con mi azor en el hombro, vigilada.
Porque en tu amor, ya triunfo ue la nada.
Si alguna vez, como en La Rosa de los Metros viejos y emociones nuevas son Vientos, pagó el necesario tributo a las ten la característica de este Azor pronto a crudencias literarias del momento, pronto su. zar el mundo de habla española, Juana de po volver a reconcentrarse y a ejercitar Ibarbourou deja caer en estas páginas, cosu seguro dominio del verso, limpio y cla. mo un árbol otoñal, su follaje lírico. Perro, musical y emotivo, que constituye la manece intacta el alma poética de valor esencia eterna de la verdadera poesía. Na singular que mostró su prodigiosa realidad da tiene de extraño que, ahora, muestre su desde los comienzos de su canto. La insis.
maestría para realizar estrofas de estiliza. tencia del símbolo determina la unidad reda perfección numismática. La forma cuan. cóndita e intrínseca del libro. No resuenan do es impasiblemente parnasiana, esta lejos ya las risas de la locura dionisíaca juvenil.
de conseguir resonancias en el corazón. Ahora tienen más dilatada presencia, la Puede, como en la inolvidable estrofa de comprensiva sonrisa ante la vida, el goce Darío, parecer mármol. mas, para alcan tembloroso de la felicidad reencontrada y zar la plena repercusión estética necesita, la tristeza un poco fugitiva del placer mecomo la estatua del jardín rubeniano, ser lancólico. Ella lo dice así: carne viva y que en ella palpite un alma La vida se me puebla joven De amarga flor, de nieve sumergida sentimental, sensible, sensitiva. apretada ceniza de tiniebla.
En este libro, que pronto se publicará, Juana de Ibarbourou desenvuelve en diver: Sin embargo, esta existencia poblada sos poemas la imaginada presencia del ala.
de amargura no predispone a la poetisa a do personaje simbólico: llorar, inconsolablemente, el bien perdido.
Le es suficiente la palabra musical e in Loado sea el azor de alto linaje Que tuvo ancestro en el halcón salvaje.
perecedera para disfrutar venturosa dicha en la delicia del canto. Fray Luis de Comienzo selvatico y final de encumbra. León pocas cosas materiales le bastaban miento resignado parecen dar el sentido para colmar de gozo la soledad campesina traslaticio y la pauta del principio y térmi. de sus días. Mucho menos aún, le sobra no de una curva de ascendente perfeccio, a Juana de Ibarbourou para vivir la plenamiento. Esta obra, todavía inédita, es nitud del goce. La gota de oro de su canmuestra cabal de tal evolución.
to matinal le disipa y le hace sobrellevar Resulta curioso comprobar en Azor la la tristeza de evocar todo lo perdido: irrupción de estrofas de rancia estirpe poé.
tica: el pareado de vibradora resonancia, ANCHO ZURRON la octava real de marcial sonoridad, el ter.
ceto de las nobles epístolas, el remate cam Ancho zurrón, ni pan moreno lleva, panudo del estrambote, finalizador del so Ni espiga antigua, ni naranja nueva; neto; en todos estos moldes pretíritos, Jua. El vacío me hiela, ese vacío na de Ibarbourou infunde un nuevo espí. De arenal, de riscal, de seco río.
ritu que hinche el clásico endecasílabo y desborda en la pompa verbal de las rimtas mi laurel ya lejos, y el lucero consonantes.
Ciego, en el cielo de desierto acero, Para exaltar al azor, acuña, entre otras, Sólo en la mano, con salada huella, esta estrofa en que la clásica octava real se Me dió la mar, una callada estrella.
transforma en moderna sextina: Ya no tengo más bien ni más fortuna Estoy aquí para contar su hazafia, Que la plata sin plata de la luna; Su cautiva elegía de ceniza, la abeja, la abeja de mi canto El clamor deleitoso de su entraña, Matinal, me traerá sortija, encanto El no me olvides que su perla irisa, De oro bermejo, puro y centelleante Sobre su mano de vital aroma Para alabar con lenguas de diamante.
Vencedora del cuervo y la paloma.
Como bien se advierte, cuanto ocurre a En Azor vuelve a sonar la antigua músi.
la poetisa no es desencanto, ni desánimo, ca poética de Las Lenguas de Diamante hecha con la experiencia conseguida por de esos que atribulan el espíritu y duelen, el perfeccionamiento técnico del oficio. Lu.
sobre el pecho, como golpes de penitencia.
Es más bien, una reconciliación cristiana ce de nuevo, la gallardía de la palabra aprisionada por la emotividad y por la sensicon la propia vida y un retorno al amor nabilidad; pero, ahora, depuradas de todo ar.
tural y espontáneo que humanizó sus pri.
tificio en una difícil y auténtica sencillez.
meros cantos. ella dice el por qué: Con palabras de todos los días no es fácil Porque la madre sabe que la tierra escribir sonetos como éste: De donde vengo, mi pasión encierra.
TRIUNFO así, y por esto, como renovando la Estás labrando en mi la nueva vida, voz telúrica de Raiz Salvaje, canta Juana Pequeña y casta como oscura rose.
de Ibarbourou, con nuevo acento a un Tu caricia de amor en mi se posa RIO DE PURPURA Para el anhelo de que estoy transida. Cómo has llegado a mí, río de púrpura!
Llegaste a mi, tu mano conducida Con tus islas de oro, Por la de Aquel, celeste, que reposa Con el verde celeste de tus sauces Sobre toda la luz esclarecida. el joven, tierno coro Tú eres tierno y perfecto; yo, amorosa. De tus intimos ángeles.
Amorosa torcaza deslumbrada, Resplandece la aurora en las colinas, Corola erguida y alta condenada ¡La aurora que no puede ser vencida: Cifra la rosa de alta altanería, Su orgullo en ser la joya transitoria, El oscuro rubi, pasión del dia.
Hembra del ruiseñor, casta y erguida, Alza el perfume en oblación del cielo quema si su fugitiva vida.
Pero queda el amor desconsolado De cuantos vieron su hermosura intacto, El tallo, cuello real, desamparado En la tierra profunda y misteriosa, Sin la corola fiel, engavillado. dice Juan Ramón desesperado. No le toques ya más, que así es la rosa. 1)
III La evolución poética de Juana de Ibarbourou señala una amorosa y progresiva persistencia en el perfeccionamiento de la forma, en la hondura del pensamiento y en la sedimentación del proceso emocional, sin dejar de estar atenta a las voces del tiempo.
Desde los poemas de casta desnudez pa radisíaca de Las Lenguas de Diamante que me parecen nuevas y musicales canciones de Bilitis, hasta estas reconditeces líricas de Azor, la labor de Juana de América muestra y anuncia un permanente afán de nuevos rumbos, sin dejar de conservarse fiel a sus comienzos. Desde la aurora virginal desafiante, hasta la serenidad perfecta y armoniosa del atardecer en que otea y vive, vencedora. el ensueño soñado, la libertad de alondras y laureles. su poesía se ha ido alquitarando para lo.
grar las mejores esencias.
Andando, sufriendo y cantando, vale decir, viviendo intensamente, Juana de Ibarbourou ha sido siempre fiel a su irrefrenable vocación poética. Así lo dijo y así lo ratifica este libro de próxima aparición.
Montevideo. Julio de 1953. 1) Del libro Piedra y cielo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica