Roberto Brenes MesénVíctor Raúl Haya de la Torre

186 REPERTORIO AMERICANO ACADEMIA DE MATEMATICA RAFAEL ANGEL LLUBERE ZUNIGA Sabe que el Poder Judicial Peruano jamás ha pedido la entrega de Haya de la Torre.
Sabe que el fundador del Aprismo está libre de indicio de delito común porque si no fuera así el Poder Judicial habría procedido a gestionar la extradicción que se gún la ley peruana (Artículo 632 del Código de Justicia Militar) debe ser iniciado por la Corte Suprema aún cuando el acusado se hallase en local de legación. el gobierno militar del Perú sabe que Haya de la Torre es legítimamente un asilado diplomático tal como lo ha declarado la Corte Mundial.
Profesor de Estado Cursos en grupos pequeños; especialidad en Algebra, Geometría, Trigonometría, Algebra Superior y Cálculo Infinitesimal.
Teléfono 3963 Barrio Aranjuez Si ésta accedió a creer como de bonafide la promesa del gobierno de Lima asegurando que no perseguía a Haya de la Torre, lo hizo, seguramente, por no condenar del todo a ese gobierno. Al cual, al declarar a Haya de la Torre libre de toda acusación de delincuencia, ya implícitaun asilado diplomático y los asilados diplo.
máticos DEBEN obtener salvoconducto.
mente condenó como calumniador a quicn no pudo probar palabras del fallo de la Corte sus imputaciones. lo que queda es muy claro: Haya de la Torre ES Noviembre de 1953.
Las ciencias profanas y las ciencias ocultas (Es una carta inédita de Roberto BRENES MESEN.
Como envío de Doña Ana María de Brenes Mesén)
Al señor don Rómulo Tovar Director de La Prensa Libre San José.
Muy señor mío y amigo, Casi es ya la media noche.
Con el aire circula una ráfaga de luna por las estrechas calles de esta ciudad, sumergida en un océano de serena tranquilidad. Por la abierta ventana penetran hasta mí los deliciosos rumores de la noche; un bálsamo de las próximas montañas embellece el silencio de los ruidos humanos y parece prestar una elocuencia superior al esplendor de las estrellas. Júpiter, más allá de los Gemelos, va entrando en León; de Tauro casi no distingo más que Aldebarán, y los fulgores de Sirio, de Proción y de Capella me embriagan de una delectación ideal. cuando pienso que debería hallarme en compañía de los que ahora duermen para hacerles partícipes de esta paz solemne ante la severa y profunda majestad del universo, acude a mi memoria un consolador recuerdo. Sobre las altivas torres de los observatorios de todo un hemisferio y desde los puentes de los navios que surcan imperturbablemente el mar, a estas horas se levantan miliares de miradas contemplativas que persiguen el movi.
miento de los astros, su posición, su composición química, la forma de esas nebulosas, y fotografían las estrellas invisibles.
Esos mundos luminosos que contemplo anonadado en una poética beatitud fueron admirados y estudiados y catalogados en la China unos 500 años antes de nuestra era, y desde entonces para acá los pastores del Asia, los navegantes primitivos del Mediterráneo, los poetas, los sabios, los filósofos han buscado en el secreto de la noche la explicación de los más trascendentales enigmas de los cielos y de la tie.
rra. Guillermo Bolsahe, joven pensador alemán, escribe estas palabras. Es una hora de la noche y de una noche de gracia. Sobre una torre de Padua está un hombre velando solo: es Galileo con su primer anteojo.
Ve montes que proyectan sombran den.
tadas sobre la superficie de la luna.
Ve la Vía Láctea dilatarse en un mar de estrellas. Ve puntillos luminosos que como diminutas lunas circundan a Júpiter. este hombre es la humanidad misma que sube un nuevo peldaño de su escala fatigosa. Un mundo se descubre en pos de otro, en la inmensidad; vías lácteas y nebulosas parecen llover en el infinito, sobre nuestras cabezas, como un rocío abun.
dante de la noche. El ojo humano, a través de la frágil caña, vence billones de kilómetros y con el rayo de luz vuela rápidamente de estrella en estrella. Al pensamiento filosófico se abre una novísima profundidad. La tierra es sólo un puntículo en la oscuridad: qué cosa es el hombre? Una mirada humana abraza la legitimidad grande y austera de la vida y del mundo, se hunde entre las estrellas y los soles, dentro de la inflexible eclíptica que todo lo rige y comprende: la ley natural. Toda la investiba.
ción moderna de las leyes de la naturaleza como las concebimos nosotros y como Goe.
the las concibió, nos vienen directamente de aquella torre perdida en la noche. Esta investigación se ejercitará hasta dentro de las paildas y tenues nebulosas, frente a las cuales la humanidad es un átomo intangible, y llegará al fin a la conclusión de que todas aquellas estrellas y aquellas nebulo.
sas, no están en el infinito sino en el hombre; y que también la mirada que pasó a través de la lente de Galileo no era otra cosa que una mirada lanzada en la incon mensurable profundidad del alma huma.
na, que en sí resume y encierra la verdad del infinito. Tú ves en tí mismo, si tú ves en los abismos estelares. recordé los nombres de los sabios que brillan como los soles sobre el hori.
zonte de las Ciencias y me pareció verles alejados de los hombres que ya creían ha.
ber alcanzado las cumbres supremas del saber, investigando en el retiro y en la noche. Ví en la oscuridad las cámaras a.
partadas casi en la noche artificial, a todos los perseguidos del mundo, meditando, creando ciencia y dicha para las generacio.
nes posteriores. Veo trabajando en la más tenebrosa noche de los gabinetes de Rot.
gen, a Becquerell, a Crocks, a Perrin, a Le Bon, a Blondot que consagraron su vida con un amor tranquilo, a esta ciencia de hoy, a estas radiaciones de todas las cosas, a esa luz invisible para nuestros ojos, y existente sin embargo.
Si alguna autoridad tuviese para aconsejar a jóvenes, les diría: Investigad de día y de noche. El mejor libro que puedo poneros en las manos es ese vasto pergamino azul, cuajado de los más grandes y los más bellos pensamien.
tos, tan poderosos pensamientos se han convertido en nebulosas y soles. Los más hermosos libros sólo son diversas lecturas de ese vasto pergamino azul. Buscad, sin embargo, esos hermosos libros: Home.
ro y Esquilo, Sófocles y Platón, Yámblico y Plotino, Virgilio y Lucrecio, Dante y el Tasso, Leopardi y Carducci, Gracian y Calderón, Shakespeare, Milton y Shelley, Cor.
neille, Rousseau y Víctor Hugo, Goethe y Nietzsche, Ibsen y Tolstoy, os enseñarán a leer en la Naturaleza de las cosas y de los hombres un cúmulo de radiantes pensamientos con que podría formarse un astro de luz y de belleza.
Leed libros de ciencia para informaros y para ser tolerantes. Estudiad cien.
cias profanas y ciencias ocultas: todas es.
tán escritas con absoluta claridad para los hombres bien preparados. Hay nada más oscuro que un libro de Algebra superior, de Geometría analítica para quien nada ha estudiado nunca? El hipnotismo, el sonambulismo, con sus estados de clarividencia y la sugestión fueron en otro tiempo pa.
trimonio de las ciencias ocultas. escu.
chad al profesor Grasset cómo en su libro sobre Hipnotismo y sugestión pide que se legisle en el sentido de cerrar las puertas que conducen a esa cámara de las ciencias metapsíquicas a las profanas, a los que no son médicos, a quienes no se hallan preparados.
Mas por encima de todos los consejos estaría este otro: leed diez minutos y meditad sobre lo leído un cuarto de hora.
Para empezar este ejercicio tomad el Faus.
to de Goethe o el Hamlet de Shakespeare.
Dentro de cinco años me buscaréis para darme las gracias, en mi casa o en mi tum.
ba, y yo, desde uno de esos sitios, os daré la dirección de un maestro de las ciencias ocultas que me lo ha enseñado a mí.
Roberto BRENES MESEN Heredia, 24, 3, 1908. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica