Bourgeoisie

342 REPERTORIO AMERICANO Crónica literaria Colaboración de Ricardo LATCHAM Naufragio de indios. Por Ermilo Abreu Gómez. Ediciones Botas. México 1951. 어 Ermilo Abreu Gómez pertenece a una generación de escritores mexicanos que han sentido las cosas de su tierra de modo nue.
vo y acendrado. Nació en Mérida, Yucatán, en 1894, y desde joven vivió en México entregado a una dura lucha con el medio incomprensivo y, a veces, hostil. En sus mocedades cultivó el teatro y después se consagró a la crítica, realizando una ta.
rea interpretativa de viejos valores literarios, como Peón y Contreras, Sigüenza y Góngora, Ruiz de Alarcón y Sor Juan Inés de la Cruz. Son famosos en el campo del hispanismo actual sus magníficos estudios acerca de la gran escritora barroca y han provocado polémicas de interés por sus atrevidas conclusiones.
Pero donde Abreu Gómez ha llegado a ocupar un sitio de excepcional relieve es en el terreno de la novela y el cuento. Asi lo demuestran sus Cuentos de Juan Pirulero (1939. el bellísimo relato Canek (1940. sus Héroes Mayas (Zamná, Cocom, Canek. 1942. Quetzatcoatl (Sueño y Vigilia)
Ermilo Abreu Gómez (1947) y la reciente narración Naufragio (1952)
de Indios. También su libro Sala de RetraX tos (1946) constituye un conjunto de apun fenómeno espiritual bautizado con el nomtes y descripciones de gran precisión que, bre de ermilismo. Lo coloquial, por eso, a veces, capta los rasgos de las personas cobra en sus libros una veracidad y coloque enfoca con fino humor y aguda des rido que en Naufragio de Indios son uno treza.
de sus mayores atractivos. La trama está En Naufragio de Indios el tema es his labrada con hechos reales del pasado, transtórico, el medio que refleja el de su tierra figurados por el arte recreador de Abreu yucateca y el episodio que evoca es de un Gómez. Una historia de amor entre Carlos, período intenso del Imperio de Maximilia de ideas liberales, y la hija de un cacique no. El procedimiento es parecido al que oportunista, don Torcuato, casado con doutilizó en su ya clásico Canek, de trasfon ña Sinforosa, de plebeya estructura, que do social, pero con inolvidable emoción apenas disimulan sus talegas. La niña Horhumana. Aquí los rasgos de los personajes, tensia, fina estampa romántica, ayuda a desfigurados hasta lo caricaturesco cuan. su novio contra las ideas de la familia y do conviene a su intención, recuerdan el acaba identificándose con sus sentimientos método de Valle Inclán en sus renombra generosos y republicanos. Pero el fondo dos esperpentos. Pero Abreu Gómez sabe social de Naufragio de Indios fluye de un traspasar a todo lo que toca su pluma de episodio insertado en el argumento y que algo mágico que fluye de su estilo, depu hila sus intrigas con realismo costumbrisrado hasta el sacrificio de cuánto puede ta: la llegada al puerto de San Blas de unos ser estéril ejercicio retórico o superflua li emisarios franceses del imperio de Maxi.
cencia descriptiva.
miliano que van a preparar una costosa re.
Octavio Barreda dijo en la Carta. Pró cepción a Su Majestad la Emperatriz Carlogo a su Sala de Retratos que es un pan lota. Todo el mundillo burgués de Mérida teísta, un comunicante y un comunicador. y sus contornos se disponen a presentar Eso lo comprobamos en un largo trato con sus saludos a los representantes de un réAbreu Gómez durante una común residen gimen extranjero y resistido por el pueblo.
cia en Middlebury College, en los Estados La lucha entre liberales y monárquicos esUnidos, donde se empezó Naufragio de In tá descrita con gran fuerza y culmina en dios y pudimos apreciar sus métodos de un motín de las gentes de abajo, llámense trabajo intelectual. Raras veces coinciden estos léperos, pelados o simplemente plebe.
en un hombre de letras semejantes virtu El novelista concluye la acción en el insdes, de raro linaje. Es un conversador sin tante en que el navío Lafontaine. abarro.
par, de esos que tienen siempre asegurada tado con los prisioneros indios que embar.
la audiencia. Sabía imponerse a públicos caron allí las autoridades, se hundió con su que estaban ayunos de los matices del cas cargamento. Final trágico que justifica el tellano, que en su verba cobraban acentos título de la obra y rubrica dramáticamente y reflejos de casticismo mexicano. Las cla. a los otros episodios, en que se regodea el ses de Ermilo estaban pobladas por asidua espíritu crítico de Abreu Gómez.
clientela de oyentes rubios y nos solíamos E! rumbo general de la novela es satí.
colar de intrusos a sus lecciones de hondo rico y la precisión severa del estilo de su significado. En Santiago de Chile, durante autor se exhibe gustosa a través de una una breve visita, dió una soberbia y sinté exposición limpia y ceñida. Abundan los tica conferencia en el Instituto Pedagógico caracteres y los contrastes desde el oporde la Avenida José Pedro Alessandri sobre tunista de todos los tiempos simbolizado el teatro de Ruiz de Alarcón, cuyos proble por don Torcuato y ese inolvidable don Camas desmenuzó como un relojero de la trín, que recuerda los tonos populares de crítica.
la prosa mexicana de Fernández de Lizardi, Suelen los buenos prosistas ser de mo hasta otros nobles y entrañados, como la derada elocuencia, pero esto no rige con el niña Hortensia, su novio Carlos, el severo autor que ha provocado en su patria un y cristiano Padre Avila, su hermana dofia Celia, mujer cabal y la criada doña Nicha que ayuda a su patrona en sus amores con el caudillo rebelde. Hay también tipos de apicarada estirpe: don Policarpo, hecho pa ra las cosas seguras y firmes. Caralam.
pio, bribón de cuidado, que en su juventud fué político y de los buenos, es decir, de los que son capaces de disimular cualquier doctrina, con tal de sacar adelante su propia ambición; doña Luperna, recogedora de chismes y novedades; doña Amadesia, hembra rijosa y desvergonzada, y su marido, don Folías, estampa grotesca del cornudo, complaciente siempre con los descarados amores de su mujer y el coronel Saguaripa, tipo de bravucón que, como ninguno, emblematiza la corrupción de un régimen político.
Abreu Gómez ha sacado partido de tan vasta galería humana y en el retablo de sus títeres caben las deformidades morales y las sublimidades angélicas en pronunciada oposición. El tono a veces cobra intensidad y podemos registrar escenas de vivo realismo: la primera fiesta dada en casa de don Torcuato al regresar éste de su rancho de San Antonio, con acopio de materiales grotescos y adecuados a la sátira; la tertulia de los nobles en la mansión de don Gonzalo Mendiola, Conde de Buenavista, con su rue da de amigos y personajes partidarios del Imperio, todos severamente impregnados de la atmósfera patricia, que contrasta con el arribismo de los camaradas del astuto Torcuato; el motín de la plebe y el asalto sangriento al cuartel donde resisten las tropas del coronel Saguaripa y halla la muerte el padre de la niña Hortensia, y la vigorosa estampa del naufragio en que perecen los indios prisioneros junto con los soldados que los custodiaban, Las ansias rebeldes de Abreu Gómez sur gen siempre bajo el decoroso velo de un es.
tilo transparente que posee todos los recursos de un arte singular.
No podemos resistir a la tentación de citar algunos fragmentos que ilustran su evocador encanto. Por ejemplo esta descripción tropical: El ambiente era manso y bochornoso. Se sentía la tibieza húmeda, ácida, propia de las tierras tropicales. De cuando en cuando llegaba el hedor de las aguadas lejanas. La respiración era difícil.
Las hojas dejaban ver trozos de nubes. Algunos murciélagos cruzaban el cielo, derramando gritos amarillos. Para mí, secretos de la infancia, el grito de los murciélagos es amarillo, como el canto de los gallos es rojo, como el croar de las ranas es gris. Las asociaciones de imágenes no tienen, diría yo, estancos o compartimentos; se dan confusos, abigarrados y unos y otros se solicitan o se repelen. veces provocan resonancias externas que no dejan de sorpren.
dernos. El mundo que habita el alma es complejo y no se deja encasillar. Además nadie me quita de la cabeza que los murciélagos son los duendes de que hablan los cuentos. La prueba está en que si se les hace la señal de la cruz se espantan y huyen. Una vez la hice a uno que aprisioné y me mordió. Tal vez no la hice bien o el maldito es hereje. Todo es posible. Entre la verdura del lugar se percibía un enjambre de cocuyos y, a lo lejos, se oía un can(Concluye en la pág. 348)
11 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica