REPERTORIO AMERICANO 239 pesar de las voces que se alzan en el mundo entero, las explosiones experimentales continúan contaminando el aire, la tierra y las aguas y amenazando el porvenir de los hombres. Constituyen el punto culminante de la carrera armamentista en curso y solamente podrían terminar en los horrores de una guerra atómica.
Pedimos que los gobiernos interesa.
dos declaren inmediatamente una tregua de todas las explosiones experimentales y aceleren las negociaciones para llegar a un acuerdo sobre su prohibicion.
Las proporciones de limitación o de declaración previa de estos experimentos no son una solución del problema, pues no conducen al cese de las misza, mejoraria la stiuación internacional reduciendo su tensión y abriría el camino a la prohibición de estas armas inhumanas de destrucción en masa y al desarme general.
En nombre de cuanto tiene el honibre de sagrado, invitamos a todos los gobiernos del mundo a actuar por el cese inmediato de los experimentos.
mas.
En cambio, un acuerdo sobre el cese de los experimentos crearía la confianColombo, 16 de junio de 1957 Romance del canto macho (En Rep. Amer. adobe de arcilla madre condenado a vida esclava.
Viste muñecas de olote arrullando sus tempranas ilusiones maternales, pero más tarde fracasa como madre prematura de una familia bastarda, sin apellido paterno ni alimento en la cuchara.
Este sí es el Guanacaste en una imagen exacta: Chupen los guanacastecos sangre viva en esta laga u grilen su canto macho de la indignación con alas. DAN GUEVARA CENTENO San José, Costa Rica 15 de enero de 1957.
Novia y colegiala (En Rep. Amer. Guanacaste es la península que parece una potranca con el hocico atarcado sudando espuma salada; la tela del Orosí mana su leche volcánica por El Tempisque nutriendo a la potranca geográfica.
Sol garañón por el cielo corre su diaria jornada derramando los calientes resplandores de su lámpara, la comarca es un toro con pellejo de jaragua que arremete a su destino para encumbrarlo a cornadas.
Los hombres de esta región cantan bien con la guitarra y bailan con la marimba, el quijongo y la carraca. se montan en potro chúcaro y en el toro sin albarda para amansar a la novia con esto y la serenata.
Cídlopes criollos, derriban con su fuerza la montaña y se fajan con el mar en las canchas de la playa; ratones de guayacán les retozan en la manga y atilintan el calzón con músculos de tenaza.
La mujer guanacasteca va a la fuente a traer el agua columpiando en su cabeza la equilibrista tinaja, muele maíz con metate y hace lortillas de masa, palmeándolas del tamaño de una luna llena plana.
Ninfa regional que sabe los secretos de la pampa, que protege las cosechas del animal y la planta y que le entrega al amor, como primicia sagrada, las delicias de su cuerpo y toda la miel de su alma.
Así elogia el visitante superficial la sabana.
sin calar en los problemas que le muerden las entrañas, ya fastidian las zalemas del compositor que canta por sonar, como un insecto gemelo de las chicharras.
Guanacaste, tierra mártir, requiere que la palabra de los poetas denuncie su tragedia en forma franca, y que le quiten los frenos al coraje que la embarga para que corra sin miedos la yegua de su pujanza.
Hay minas de hidrocarburos y de metales frustradas, protestando por el crimen de la Patria hipotecada: esa propiedad legítima del llanero está en la garra del Imperialismo yankee como conquista pirata.
Hay tesoros vegetales de tierras latifundarias, que son centenas y miles de vagabundas hectáreas, acaparadas por unos pocos ladrones de casta; en cambio, la mayorít del pueblo no tiene nada.
No es cierto que el sabanero lleve una existencia grata ni que el peón guanacasteco cante desde la mañana: la niña de sus pupilas desayuna madrugadas en los fangos del corral, mientras ordeña las vacas.
Luego el cenit se desploma sobre el arco de su espalda y la fatiga le moja las ropas con que trabaja.
Los Sábados mezcla penas con coyol y se las traga para fingir alegrías fugaces en la parranda.
Nadie comprenderá nunca, jamás, aquella mi alegría de regresar contigo, colegiala, desde tu escuela, en las tardes de invierno.
Allá en la plaza distante te esperaba.
Quizá algún recuerdo de días pasados me entristeció pensando haber hecho lo mismo en otra plaza durante tantas íardes.
Mas la campana de tu colegio ponía fin al añorar y me volvía la cabeza y el pecho integros de ansias hacia la puerta por donde aparecías.
Te veía con tu guardapolvo blanco, distinguida entre tantas compañeras, buscándome también con la mirada, despidiéudote de aquéllas con un beso y guardando para nuestro saludo la mejor conrisa.
Regresábamos. cuántas veces. muchas cuadras sin hablar por esas calles de Ramos Mejía, breve camino desde el colegio hasta la estación, y nos despedíamos en aquellas tardes grises, heladas, del invierno, con tantos ramos de alegrías en nuevos encuentros.
Nadie comprenderá nwica, jamás, aquella mi alegría de haberte tenido novia y colegiala, en este suelo americano y mío. es mentira que la criolla morena se ponga faldas con encaies y abalorios, ni perlas en la garganta: las joyas con que se adorna son los sudores de nácar y la punta de azabaches que le brillan en la cara.
FERNANDO PEDRO ALONSO.
Rep. Argentina. 1957. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica