REPERTORIO AMERICANO 105 Lo que no pasa Cuaderno de bitácora Son dos artículos de Luis Alberto SANCHEZ (En Rep. Amer. Atención del autor)
Permitidme hablar de mí.
En muy pocas cosas, a Dios gracias, estoy de acuerdo con Ventura García Calde.
rón, pero una de esas pocas cosas es, sin.
duda, su admiración total por Rubén Darío. Es el genio auténtico que yo he conocido. me dijo VGC, y le creí y creo. Claro, que hay otros seres por allí, negados a la percepción de los dandies literarios. De todos modos, lo de Rubén es exacto. Como para convencer al remiso, acaban de edi.
tarse sus Cuentos completos (Fondo de Cultura Económica. con un nutrido prólogo de Raymundo Lida y notas de Mejía Sánchez. Puerte sentirse orgulloso el Colegio de México, bajo la dirección de Alfon so Reyes, de la tarea que realiza. He aquí una prueba adicional, si necesaria fuese. la luz del espléndido prólogo de Lida resaltan los caracteres del estilo en prosa de Darío; sus innumerables gracias, su se guridad, su elegancia. No obstante, en esto como en todo, siempre cabe mejorar lo presente, y me parece que el quid reside en que, desde hace tiempo, uno o dos grupos de investigadores han dado en la flor de quintaesenciar sus logros, pero sin dar el debido trato a quienes no pertenecen a sus aledaños. Yo advierto, por ejemplo, la ausencia de varios testimonios apreciabilísimos acerca de Darío, en las páginas de esta edición. Por ejemplo, el imprescindible texto de Francisco Contreras (el chile.
no, grande y viejo amigo de Rubén. el de Alemán Bolaños (que lo trató como nadie en Guatemala. la referencia a la sembianza de García Calderón, uno de cuyos atis: bos es esencial, y hasta la mención de un estudio mío, todo un libro, en donde, nueve años antes que el libro de mi gran amigo Pedro Henríquez Ureña, no sólo apunto, sino que analizo la influencia que la vida muelle, característica de fines del siglo pasadó en ciertos círculos americanos, influyó en el tono del modernismo. Balteadly Nuevamente, en las columnas de la pren sa mexicana se me tributa el insigne honor de ocuparse de mí, a propósito de la nove.
la de América. El señor Pineda, distinguido crítico azteca y colaborador del diario Excelsior, ha emprendido ahora en febrero de 1951 un recuento del tema, y, como es natural, alude a un rubro mío del que ya hablaremos. Lo mismo habían hecho otros comentaristas en varias semanas, desde las columnas de El Nacional de México, allá por setiembre de 1948. Debo recoger las alusiones por ser inexactos los hechos en que se fundan. No las recogería si se tratase no más que de aseveraciones discrepan.
tes. El derecho a discrepar es la sal del progreso intelectual; pero el de imaginar una falacia para arremeter contra ella, co mo si existiese, siendo así que no existe, obliga a poner los asuntos sobre sus pies, a fi de que entonces se los enjuicie según el leal saber y entender de cada quien, mas sin alterar la base real, los hechos concre.
Rubén Darío tos.
En 1930 hace 21 años concluí un libro tiulado América, novela sin novelistas, el cual debió aparecer bajo los auspicios de creo, al revés, que las mejores enseñanzas Genaro Estrada y de la CIAP, de Madrid, vienen por la vida del contraste, antes que lo cual no ocurrió, porque la CIAP quebró por las de la similitud o coincidencia. Y, en 1931, y el 32 me hallaba yo en exilio, leconste, no menciono el libro de Vargas Vi.
jos de todo papel de mi invención. Sólo la, que me parece fundamental en ciertos en 1933, y en pobre edición de Lima, apa.
aspectos, ni los apuntes de Torres Rioseco, reció el engendro. No fué muy debatido.
que ha contribuido, y no poco, al esclareci Creo que lo pasaron por alto. Después, cuan.
miento del fenómeno modernista. Ni a Golddo la tesis central de la obra entró en ebu.
berg, que se adelantó a todos, ese magnífico llición, sobre todo en Ecuador, Perú, Chile Goldberg tan pulcra y oportunamente very algo Panamá y Argentina, juzgué necetido a nuestro idioma por el irreemplaza sario reeditarlo, corrigiéndolo y haciéndolo ble Díez Canedo.
proceder de un largo prólogo polémico, 1939.
La edición es de 1940, en Chile.
Como quiera que sea, Cuentos completos constituye un precioso volumen. El compi.
He aquí mi punto de vista: hasta 1930.
lador ha tenido verdadero tino en rastrear en que yo escribía, se percibía a mi juicio las producciones fantásticas y en prosa, del un hecho: América, como tierra rica en tepoeta, si bien nos hubiera gustado que, por mas, personajes, conflictos, panoramas, leejemplo, cuando se refiere a la única trayendas, etc. material novelesco) era indición de Darío, imitando a Palma, hubie.
mensamente mayor que el número y, sobre ra recordado el intercambio de impresiones todo, la calidad de sus novelistas. América, y piropos entre Rubén y Ricardo Palma, por contener todo ese temario inédito, producía una novela. crónica, en la que el allá por 1890, o algo así. No hay duda que este volumen, como el de Poesías comple.
escritor se limita a reproducir la realidad tas, editado por Aguilar, representan dos de (relato. sin necesidad de llamar muy a los esfuerzos más valiosos para justipreciar capítulo a la imaginación o inventiva. La cantidad de personas que han pubiicado noa quien, fuera de toda hesitación, fuese el velas en América no debe confundirse con más grande poeta del idioma en la última década del siglo pasado y las dos primeras la profundidad del tono conjunto de la nodel presente. Rubén Darío conserva así, an.
vela americana; o, en otras palabras, una tes de haber soportado el largo trascurso de novelística con carácter propio, no se for tiempo (lapso de tiempo, sí, señor, no sólo ma sólo porque haya muchos novelistas, lapso) que, por lo general, requiere la fama sino que requiere un modo de ver, un de un clásico. los treinta y cinco de su punto de vista, un estilo, tal como hay un deceso, es ya figura tutelar, con estatua, estilo de novela inglesa, rusa, francesa, aleparques, fontanas rumorosas, bosques promana, etc. De ahi deduje que América es picios, edición de obras completas y multiuna novela (virtual o potencial) sin novetud de admiradores devotos. Maestro con listas (que hayan acertado en su expresión discípulos y satélites. Padre de profusas exé.
gesis. Liróforo terrestre.
No me lleva, al formular estas observaciones, otro impulso que el de contribuir a acrecentar informaciones, y romper con un prurito muy común entre los hombres de letras: encerrarse tras de los muros de sus simpatías, para no absorber otros aprendizajes que los gratos o similares: y hasta donde mi parva experiencia se extiende, última fué la del arrepentimiento cristiano, cuando se preguntó. Por qué razones llamé malvado a Larra. Por qué razones llamé imbécil al pueblo de Toledo?
En la tumba de Larra, según la imaginamos, dice: Aquí yace la esperanza. Con.
denar al suicidio es buena defensa de la sociedad y está bien. No condenemos al suicida. Cierto doctor chileno se negó a prolongar artificialmente la vida de un suicida, so capa de hacer lo humanamente posible para salvarle la vida. En vez de eso, murmuró: Dejadle en paz. Verdad, señor B?
Algo incomprensible y desagradable en la actitud de Larra consiste en el hecho de que cometiera el suicidio cuando su hija, la inocente niña, jugaba en el patio de la casa. Se enteró la hija? Tuvo influencia dicho incidente en el porvenir tumultuoso y criminal de doña Baldomera de Larra. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica