Joaquín García Monge

REPERTORIO AMERICANO 149 luz que fertiliza y nos arroba.
Aun en los poemas más diáfanos y comprensibles de Navarro Luna hay esos má.
gicos silencios.
camente, cuando lo lograba; en Navarro Luna la pena de los otros se transforma en canto para superarla, y la estulticia de lo real es lanza clavada en el corazón de ella misma. Aquél inflamado de amor, abra.
za y hace suyas la tragedia y la injusticia del mundo y de la vida; éste, inflamado también de amor, protesta de la iniquidad y rompe lanzas por la victoria del amor en su totalidad más alta y absoluta. El poeta santo de Asís vió el dolor y la alegría, la equids y la injusticia, como realidades permanentes, puros reflejos de la voluntad de Dios. Navarro Luna, no. Para él, el dolor puede y debe desaparecer, a fuerza de ternura y piedad, y si no, a fuerza de la fuerza. en él lo divino es lo que lo em puja a la pelea por esa desaparición. En Francisco, la tierra tuvo en la más honda entraña de su alma, en su ilusión de mar y padecer, realidad astral. fué un prisionero de lo divino! Navarro Luna, por el contrario, es espíritu libre que cabalga sobre lo astral y lo telúrico, impulsado por el noble e ignoto afán de hacer más bellos el mundo y la vida.
Quien lo estudia a la ligera, piensa a veces que es un discípulo de Goethe, por que ve en él un estribo hacia la idealización de la realidad, suprema aspiración goetheana del artista. Pero no. No es ésa su postura. El no se conforma con crear mundos abstractos, con dejar que la fan tasía construya, mientras abajo impera el llanto; su impulso es más atrevido: aspira a que la idealización de lo real llegue a ser la realidad misma. En otras palabras: a que apenas haya angustia sobre la tierra, sino rosas, llanuras de amor y montañas de cantos.
No cabe, pues, hablar aquí de poesía pura en el concepto limitado de obra de arte por el arte. Es pura, sin embargo, su poesía, por el hecho poético que nos pre.
senta sin ropajes de artificios, en la des nuda realidad de su propia vibración; por la riqueza en nieblas, silencios y sugeren.
cias. Insensiblemente, ella nos lleva de la mano a campos emocionales humedecidos por las lluvias de lo infinito. en el embrujamiento, sentimos que nuestro ser más íntimo asciende y crece. Es verdad ya lo dijimos que el vehículo del poeta es la palabra. Pero ¿quién negará que hay más hondura poética en los breves silencios que, entre palabra y palabra, sus estre.
fas tejen? Casi siempre, la verdadera poesía no está en la palabra, sino en lo que las palabras callan.
He aquí una prueba: Su temática tiene la virtud de la universalidad. Con la misma fuerza canta al cielo y al bohío, al pájaro y la noche. No obstante, hay en ella motivaciones substanciales, que tienen médula de primacía.
La esencia emocional de este gran poeta es el amor, y éste trasciende aún en sus producciones más objetivas. Amor total, absoluto, a todo lo bello y triste y alegre que ofrece el mundo. Amor a la mujer, de quien dice: Su cuerpo, parpadeando como una joven primavera, es, para mis ojos y para mi boca. el mejor regalo.
Sensualidad desconocida del verano de la sensualidad. Senos desnudos, único verano!
Los niños rompen las luces del canto para quedarse, dormidos, sobre el canto.
Ahora está la fatiga, despierta. Por qué también no la desnudamos. Quizás pueda correr, desnuda, mejor que el ansia: quizás pueda sacudir, mejor que el ansia joven, los músculos de los caminos desmayados!
Amor al cosmos, en su belleza para exaltarlas, y en sus fealdades para embellecerlas. Ejemplo de ello, la preciosa Canción Campesina para cantarla en la Ciudad. Abí está el contraste del esplendor rural y los carchos urbanos.
Observémoslo: Eso es poesía en toda su pureza. Por lo que dice y lo que sugiere. Por los sende.
ros que abre al alma y el polen de emoción que en ella vierte. Las ideas perecerán, tal vez oscuras. Pero en la oscuridad está la Pastor del Río (Viene de la pág. anterior)
El agua de la noche remansa su negrura en la soledad campesina.
Unta de miel los labios del silencio con las frutas del canto.
Coge por los cabellos a la palabra de los grillos y la sacude entre la hierba humeda; restriega la ropa de los árboles y les baña los pies a las estrellas, apacenta los rebaños del sueño y se va, con la ropa perfumada y con la cabellera suelta, a saltar en el río de la mañana. Que no venga contigo el agua de la noche que estuvo en la soledad campesina. Su vestido de albas se desgarraría entre los dientes de los charcos. Se pudrirían en las bocas infectas las frutas maduras del canto!
celebrara en su edificio social con representantes del mundo entero, desde el francés Francis de Miomandre hasta el uruguayo Sabat Ercasty, desde el venezolano Picón Salas hasta el mexicano José Vasconcelos, desde el poeta guatemalteco Alberto Velázquez hasta el brasilero Silvio Julio. Todos los hombres del mundo que aman la memoria y la doctrina de José Martí se reunieron en la Casa de la Cultura de la Ave.
nida de los Presidentes en el Vedado de La Habana.
Ultimamente el doctor Pastor del Río ha pedido un homenaje continental al gran líder americano Joaquín García Monge, el modesto trabajador por la cultura que des de su arcádico retiro en San José de Costa Rica y desde las páginas de su Repertorio Americano pasa trabajando desde hace mu chos años por la cultura y el civismo en nuestros pueblos, tan necesitados de orien.
tadores que, como García Monge, prediquen con el ejemplo. Pues nadie podrá creer en la austeridad de Pietro el Aretino y en la continencia de Heliogabalo, pero sí en la honestidad de un García Monge.
En una de las últimas sesiones de la Asociación de Escritores y Artistas Americanos, por unanimidad, se dispuso rendir homenaje de simpatía y de reconocimiento a este trabajador intelectual. el doctor Pastor del Río fué el personero de la noble idea. Porque así es Pastor del Río: pasa buscando siempre la virtud y el empeño para rendirles homenaje, cosa rara en este mundo colmado de hombres estólidos y egoístas, que nunca ven el mérito en cabeza ajena, sólo en sus acciones y esfuerzos.
Churchill pasó más de tres cuartos de siglo de su existencia rindiendo honores y combatiendo como el primero de los in gleses. nunca se acordó de sí mismo hasta que la Reina de Inglaterra le ha dado el título de Sir. Ahora es Sir Winston Spencer Churchill, cosa olvidada por él en setenta y ocho años de existencia. Así es Pastor del Río.
Recientemente se acaba de terminar la edificación de la Casa de la Cultura de la Asociación de Escritores y Artistas Ameri.
canos en la Avenida de los Presidentes. Se trata de un palacio de cuatro plantas valorado en poco menos de un millón de dó lares. De manera que todos los empeños de este soñador práctico son serios. ninguno de sus esfuerzos se queda a medio camino. Cuando Pastor del Río pone la primera piedra de un edificio pone también la última. todas sus obras son perdurables.
Aunque no viene al caso, podemos recordar las de su industria privada: la Compañía de Seguros La Unión Latina. la Compañía de Fianzas La Comercial y otras grandes empresas económicas que gi.
ran bajo su nombre y dirección y que existen regularmente desde hace más de veinte años.
Por medio de estas letras en Repertorio Americano, ninguna publicación en América más apropiada para ello, queremos rendir un minúsculo homenaje a quien ha rendido tantos, a tantos americanos ilustres.
Amor a su madre, germen, razón y luz de su existencia, que fué para él perpetuo vaso de ternura y rosa, siempre fragante, en el erial de la pena. Más de cien años vivió ella, y a la sombra de su recuerdo todavía florecen, regados por sus lágrimas, para ella sus poemas.
Ayer le cantó diciendo: Hijo soy de una pobre planchadora que en un rincón de miserable estancia, hubo de trabajar, hora tras hora, para poder alimentar mi infancia. si esa infancia triste y desvalida ni abandonada ni harapienta estuvo fué porque esa infeliz puso en vida toda la fuerza y el amor que tuvo.
José CASTRO. hoy, muerta ya, le canta en décimas inigualables, obras maestras en su género, que arrancan lágrimas al corazón más pé.
treo.
La Habana, julio de 1953. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica