REPERTORIO AMERICANO 13 Con Benjamin Herrera (En Rep. Amer. Recientemente informaron los periódicos de la muerte de don Benjamin Herrera, acaecida el 21 de octubre de 1950, a los 71 años de edad, y en alguno de los discursos dichos ante sus restos, que publican las crónicas de sus funerales, se habla de un río bautizado con su nombre. Al sentir la pena de que mi patria haya perdido tan ejemplar ciudadano, admiro el acierto con que se le asigna al tiempo la misión eterna de guardar la inmortalidad del maestro. Pero es cosa inexplicable el feliz acuerdo en un país como el nuestro tan saturado de barbarie en sus últimos años.
una campesina que viajaba en el camión el hecho doloroso que es la pérdida de tan irreparable valor.
CAL Todos lo querían mucho me dijo.
y yo, buscándole lo hondo de la sinceridad le pregunté. Por qué. Porque era un hombre que sabía darse a querer. fué la magnífica respuesta.
Ya en la ciudad se percibe el vacío que nada podrá llenar. Una viejita que pasaba exclamo. Nos dejó motos. huérfanos. entre los más informados supe cómo fué él el creador de la marimba de Escazú y cómo hizo de la música el recurso mágico que los unió y hermano a todos.
Benjamin Herrera don José Joaquín Vargas Calvo, el in signe profesor de música del Colegio de Señoritas, debo el honor de haber conocido a don Benjamín Herrera en 1920. Una excursión estudiantil a Escazú, caminando por la antigua carretera bajo la placidez de una mañana de abril, nos puso en contacto a las normalistas de entonces con un auténtico maestro, buen conocedor de que la Educación es ciencia y es arte. Nos acogió el con gentil cordialidad y en nuestro obsequio presentó una obra suya.
algo que yo recuerdo como un poema sinfonico que dramatiza la siembra del maíz. Se trajeron a escena, en su misma ordenación natural, los ejercicios rítmicos con todas las ca.
racterizaciones musicadas de la faena y el trabajo productor del precioso grano indio. Los muchachos representaban el amplio y maravilloso proceso de fructificación con rústica e ingenua espontaneidad.
crita. La lección ha sido aprovechada ciento por ciento. Los muchachos tienen ahora muchos conocimientos que no olvidarán. Salen informados de cosas que no sabían, se han engrandecido, han crecido intelectualmente. El método no es otro que el de formar hábito de pensamiento justo, claro, científico al buscar la causa que existe donde quiera que aparece un efecto.
En tanto nosotras las normalistas del quinto año admiramos al maestro que para serlo como don Benjamín debe llevar consigo, ante todo, una gran personalidad.
Despreció posiciones brillantes (lo que lla man) fuera de su patria por no abandonar su querido rincón natal, su pueblo de labriegos, su escuela entrañable, para vivir sintiendo el sano orgullo de ser un campesino honesto, digno, sencillo. Recojo en general la impresión de que el pueblo todo es el granítico pedestal que sostiene la figura gigante del maestro. Pueblo hon.
rado como todos, fiel a la misteriosa y divina intuición, que agradece y admira cuando, como en este caso feliz y singular, puede li.
brarse de fuerzas artificiales que lo envenenen infame, arteramente. Pues que poseyó Herre ra, quizá en grado insuperable el sentido de saber ser costarricense, el sentido de no cambiar nunca los derechos de primogenitura por un plato de lentejas y mucho menos una tort2 de novios por an apple pie. Por eso es un ejemplo que no puede dejar de exaltarse an.
te el alarmante proceso de descastamiento y entreguismo, ante la disolución creciente de nuestra nacionalidad, De regreso contemplo discurrir el río He.
rrera, a la entrada misma del poblado como una cosa viva, como una fuerza eterna socialmente útil, que sorprende. Pero de que sus aguas son hoy más puras, más rumorosas y fecundas, no cabe duda. También él es un río que sabe darse a querer. De igual modo, he guardado entre la tenue irrealidad del recuerdo la imagen sencilla de este amigo de los niños que les cuenta con palabras fáciles la biografía del río San Rafael.
Conversando con los muchachos de manera familiar, planteando cuestiones con inteligente amenidad y oyendo de buen grado el parecer, la observación, el asentimiento del niño que en trega incondicionalmente su atención al buen maestro, comenta el nacimiento, la razón de ser del curso y el caudal del San Rafael, así como las de su orientación y su tributo a otro cauce más anchuroso de la vertiente del Pací fico. al margen del torrente que discurre, las derivaciones agrícolas e industriales, su contribución vital y positiva a todo cuanto lo cir cunda. El aspecto histórico administrativo, las viviendas, los puentes, la importancia eco nómica y cultural de las comunicaciones. El río es un genio potente que mueve las aspas en las ruedas de los beneficios y que va tomando ca.
tegoría de deidad en las mentes jóvenes al conjuro de la varita mágica con que lo ha tocado el maestro del buen decir. Pero una noche de octubre de 1861 tornóse de manso en iracundo. Cerca de su nacimiento, en un cerro altísimo, un derrumbe producido por fuertes tem porales le atajó el paso. Creció y creció la masa de agua hasta volverse poderosa e incontenible. Los alumnos saben ya lo que sigue y son invitados a la expresión, a ejercitarse oralmen te con propiedad continuando ellos el relato hasta llegar al ineludible desenlace. Don Benjamín asiente, aprueba con efusión, estimula e invita luego a estudiar, topográficamente el curso de las aguas desbordadas. Dramatizan ellos el estruendo de la corriente arrolladora que oyó todo el poblado en la trágica noche y viene luego el episodio histórico que con ese motivo vivió la antigua villa. Cita los teztimonios materiales de la devastación, las modificaciones del terreno, las hondonadas, los grandes pedregales que tiene Escazú. Les pide como tarea vitalizada observarlos, estudiarlos en la realidad, presentarlos en composición esY me vengo impresionado por las auras benéficas que en el ambiente esparce el espíri tu tutelar del gran hombre.
Pasaron muchos años. En 1947 un grado de mi escuela decidió visitar a la que lleva el nombre República de Venezuela, dirigida en tonces por el eminente educador. Volví a rega.
larme con la grata influencia de su cordial op timismo y admirar una vez más su fervorosa dedicación a la cultura. Siempre jovial y simpático, reiz las bromas con su singular risa bonachona, franca, en la que había un cierto aso.
mo de malicia sutil e inteligente.
Me regaló entonces un retrato de Bolívar que conservo con el más vivo aprecio, y dirigió en nuestro obsequio una orquesta llevando el contrabajo, como pudo llevar, con sus relevan tes capacidades musicales, cualquier otro intrumento. su erguida y recia figura le venía tan bien el violón de graves broncos, fundamentales y profundos que parecían identificarlo con las ágiles y alegres vibraciones armóni.
cas como si el músico fuera el espíritu que las cleaba y estuviera penetrado del misterio que canta en todas ellas.
Sonriente, familiar, acogedor, nos brindó una vez más su gentil hospitalidad este maestro patriarca, cuyos hijos fueron sus discípulos, cuyos hermanos fuimos todos los maestros y en quien se resumía, como en muy pocos, todo lo noble, poético y tradicional costarricense.
Al cumplirse un mes de su muerte, el 21 de noviembre de 1950, decidí hacerle una visita de condolencia a la ciudad natal de don Benjamin. Deseosa de oír la expresión del pue.
bio, que siempre me ha parecido norma de buen juicio, ya que según el clásico latinajo a través de ella Dios se expresa, comento con Pacífico, justo, noble, no vivió para si mismo, por darse sin reparos egoístas a sus semejantes. Entusiasta y dinámico hizo del ma.
gisterio su campo de acción regeneradora, sien.
do una primordial necesidad de su espíritu tra bajar modelando el de las juventudes. actuó siempre con la sigilosa honradez de quien debe satisfacer una conciencia recta, impracable y exigente porque se lleva en sí como lo más firme de la propia naturaleza y como una divinidad interior a la que con unción se sirve y SC venera.
Modesto y comprensivo, sin odios ni rencores, pasó por el mundo con la discreción de un sabio, a la vez que útil y trascendente como el cristalino caudal de las aguas fertilizadoras.
Emilia PRIETO.
San José de Costa Rica, Novbre. 23 de 1950. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica