Imperialism

REPERTORIO AMERICANO 235 11 Cartas de Cicerón a Atico y a sus familiares y amigos En el desarrollo de esta noticia biográfica consagro un capítulo a esta correspondencia, en la que Cicerón se pinta a sí mismo con toda la vivacidad y gracias de su espíritu; su desembarazo para escribir, sus perennes dudas y vacilaciones, sus grandes conflictos políticos y sus pequeños conflic.
tos pecuniarios y domésticos; su nobleza de corazón, su infinita vanidad, sus angustias de patriota y sus preocupaciones de estilista. en la que Tito Pomponio aparece lo que fué: un dechado de lealtad, sabiduría, generosidad y dón de consejo.
La posteridad nunca lamentará bastante el que Atico, quien tan previsor fué en reunir y conservar las epístolas de Cicerón, que tanto han contribuido a dilucidar pun.
tos oscuros y situaciones complejas, no hubiese conservado copia de las suyas, y que sólo por las de aquél sea dado colegir su elegancia y el interés de su contenido. Pero aquellos eran tiempos borrascosos, y Atico, refractario por temperamento a la publicidad, hizo de la prudencia y de la discreción sus virtudes cardinales.
Llegó a extrema ancianidad sin haber roto no le llamaban de otro modo, y así llamaninguna de sus normas, sin haber empa. ron a su hija. Cecilia Atica y dos mil ñado el diáfano cristal de su existencia. No años después le seguimos nombrando así.
le flaquearon ni su férrea voluntad, ni su Superó el concepto de Shakespeare: Fué clara inteligencia, ni su memoria fiel. Era un hombre en todo y por todo, como no he una especie de oráculo para sus contempo visto otro igual porque hizo aún más: ráneos; un oráculo dulce, afable, certero, elevó con sus atributos la dignidad y el demagnánimo.
coro varoniles hasta un nivel moral, menJamás intervino en política, ni quiso sotal y estético en que la figura humana colicitar o aceptar mandato o puesto en la mienza a tornarse extrahumana. Si hubierepública, aun cuando todos estuvieron ase vivido en los tiempos fabulosos de la Hélade, se hubiese hecho de él un semibiertos para él. Pudo ser senador, consul, procónsul o legado en las provincias con diós, símbolo de la amistad, la generosidad y la lealtad. No obstante, cuando dequistadas; otros lo fueron con menos títulos y ejecutorias. Pero fué amigo y sostejó su asilo al pie del Acrópolis para volver nedor de todas las buenas causas y de toa Roma, ya pacificada, toda la ciudadanía dos los buenos ciudadanos, consejero de los fué a acompañarle los estadios que separan la ciudad del mar, y allí le despidieron con más prominentes, amparo de las familias de los caudillos en derrota, ayuda de ellos lágrimas en los ojos. Los atenienses elevamismos, fiel a todas las desgracias, leal a ron luego estatuas en su honor y en el de todos los caídos.
su mujer, en el Agora y en los recintos más sagrados. Hasta ese punto había cauAmó a Grecia e hizo de ella la patria de tivado su admiración disertando en griego su espíritu. Los romanos lo reconocieron acerca de los poetas, artíficas y filósofos, así y desde joven le apellidaron Atico. y su cariño y gratitud aconsejando a los sinónimo de elegancia en el pensar, en el hombres de Estado en momentos difíciles, decir y en el vivir, y ese apelativo fué tan y aliviando con su piedad y con su dinero consustancial en él, que desplazó a su pro las calamidades públicas.
pio nombre, hasta el punto de que sus conciudadanos y los atenienses y extranjeros Bogotá, 1951, Mi protesta (En Rep. Amer. Comentadores nuevos al margen de libros viejos han hecho reproches a Tito Pomponio Atico por su amistad con Augusto y sus ministros después de la trágica muerte de Cicerón y de su hermano Quinto. Como a mi juicio, no son equitativos con él, prevengo que voy a intentar su de.
fensa con mis escasos medios y lo que pueda extraer de los testimonios de la época.
Pero por grandes que sean mi amor y veneración por la memoria de Atico, tienen un límite natural que no intento traspasar aquí: el respeto a la Historia, la probidad intelectual del biógrafo. De igual manera contraría esa virtud quien finge ignorar los hechos para mejor exaltar a un prócer, como quien prescinde de los documentos para denigrar a un héroe.
Cuando un personaje de la preparación, riqueza e influencia de Tito Pomponio, se abstiene deliberadamente, irrevocablemente, de tomar partido e intervenir en disturbios civiles, y de ejercer cargos públicos. renunciando con ello a los honores, pri vilegios y gajes que traían consigo entre los romanos de su tiempo, es inconse.
cuente e injusto reprocharle el no haberse jugado vida y fortuna por razones políticas.
Temparementalmente contrario a la pu principios constitucionales, de todas las nor.
blicidad, nada dispuesto a figurar en cam mas de decencia internacional, que ha vivipañas de tipo político que no se desarrollen do cacareando falso nacionalismo y se ve dentro de la más exigente discreción, sobre entorpecido en sus desmedidas ambiciones todo si han de tener como finalidad el de de mando indefinido, y una potencia de inrrocamiento por las armas de la tiranía que quietante historia imperialsta que nos debe expía sin tregua. Contrario, asimismo, de ver siempre desconfiados y alertas, por sus exponer ante extraños las lacras que en la titubeos hacia una política de buena vecinpatria son, exclusivamente, producto fatal dad sincera y cabal y por su empecinamiende los regímenes despóticos que por déca to en mantener en América el anacronismo das ha sufrido el pueblo dominicano, tanto del colonialismo, cuya forma más amenazapor la obra de imperialismos foráneos, co. dora para la independencia que Duarte y mo por culpa de desnaturalizados hijos de Martí querían en las Antillas, es su domisu suelo, debo hoy, empero, alzar mi voz de nio militar sobre Puerto Rico, su malicioso protesta, desde esta libre tierra de Martí, afán de alentar la posibilidad de un Estado frente a un acontecimiento de carácter in. de la Unión en tierra antillanas y, singu.
ternacional, que afecta el más puro patrio larmente, su manifiesto empeño contrario a tismo de los dominicanos y co! ma de ma las ansias independentistas de Betances, yores zozobras nuestra ya maltrecha vida Hostos, de Diego, Albizu Campos.
nacional Pero, que camine con cuidado esa tortuoEstoy refiriéndome al convenio que, ser sa senda, deshonrosa, el dictador Trujillo; no olvide que los tiranos han podido durar gún avisos de prensa, acaban de celebrar el Gobierno de Washington y el dictador en la desventurada patria de los dominicanos, solamente hasta el día en que, convenTrujillo; por el cual el segundo concede al cidos de que ya no había otro modo de conprimero: el derecho de practicar armas seservar el poder usurpado, se han puesto a cretas, mantener adecuados equipos milinegociar, impúdicamente, con el honor natares quién sabe cuántas cosas más en cional: Con la Anexión a España, con el el territorio que los buenos dominicanos Arrendamiento de la bahía de Samaná, con anhelamos absolutamente libre, absolutael intento de anexión a los Estados Unidos mente independiente, absolutamente sobe.
de Norteamérica. No olvide, en fin, y no lo rano, de acuerdo con la salvadora fórmula olviden tampoco los imperialistas de Wasque nos sirvió de bandera nacionalista para combatir y vencer la cruenta ocupación hington, que aún podrían surgir capitanes como Cabral y Luperón para librar otra yanqui que nos agobió, y dejó tan funestas Guerra de los Años que, al mismo tiem consecuencias, durante los inolvidables años po que acabe con la tiranía, grabe en el Li.
de 1916 a 1924.
bro de la Historia la total, definitiva libe.
Tétricos presentimientos tienen que atorración de la patria de los dominicanos. HENRIQUEZ GARCIA mentar al patriota frente a convenios tales, entre un dictador, conculcador de todos los La Habana, de diciembre de 1951.
Hasta donde alcanzan mis lecturas de hombre aguijoneado por sed de concimiento, o más bien por enfermiza curiosidad intelectual, no hallo en el período aproximado de treinta siglos que abarcan los tiempos propiamente históricos, vida de varón más armoniosa y perfecta que la de Tito Pomponio Atico. Poseyó dones y encantos que los dioses no suelen otorgar a un solo mortal, y todas las virtudes con que un hombre sabio puede adornarse a sí mismo.
Helenista insigne, profundo conocedor de la literatura latina, tenaz investigador de los orígenes y anales romanos, filósofo y esteta, benévolo y generoso sin ostentación, y a la vez hábil hombre de negocios, gran terrateniente, editor, banquero, sin duda el primero de Roma en la época de Augusto. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica