Socialism

50 REPERTORIO AMERICANO CARLOS LUIS SAENZ Dramatizaciones INFANTIL TEATRO Fedro, La Fontaine, Samaniego, Perrault, Grimms y nuestro admirable Rosas Moreno.
Andersen es conocido como el hombre que transformó para los niños un suplicio, la lectura, el aprendizaje, en un placer. Se le concede el mérito de haber colaborado, sin saberlo, con los grandes educadores del siglo XIX, Pestalozzi, Froebbel, Tolstoi, en terminar con la esclavitud y los tormentos de la primera enseñanza, para convertir la pedagogía en cosa humana y amable. Como prueba de esto, se cita la misma patria de Andersen, Dinamarca, pequeño país de unos cuarenta mil kilómetros de superficie y dos millones y medio de habi.
tantes. Dinamarca se ha transformado en una de las regiones mejor cultivadas del mundo, más poblada con la riqueza de ganados y don de hay menos analfabetos y la gente vive más feliz. Antes de la pavorosa guerra de 19391945, en que Dinamarca fué invadida por los nazis brutales, era la nación báltica formada por una península y un puñado de islas, el país más apacible, grato y civilizado quizás del mundo. Un viajero la pinta así: Sus cultivos científicos intensivos, sus numerosas cooperativas rurales, escuelas para campesinos, bibliotecas, cautivan a los soñadores del socialismo productor y pacífico sobre la tierra. Son 800 bibliotecas públicas, con más de un millón de volúmenes, las que hacen alli préstamos a los niños de las escuelas, sumando seis millones de lectores por año. Se dedicah oficialmente varios millones de coronas a adquirir libros paia el público. No obstante su escasa población, tiene Dinamarca trescientos diarios, centenares de revistas y muchas librerías. Dinamarca es un pueblo que lee. Ha de recordarse que junto con Noruega y Suecia, naciones escandinavas que antes formaban una sola, esta región neu.
tral llamada Escandinavia, es una de las que han gozado de paz por mayor tiempo en el mundo moderno, y una de las que tienen menos lastre de analfabetos. Las cooperativas agrím cola industriales y la organización socializada dominan su economía pastoral.
Hans Christian Andersen a los sesenta y ocho años sufrió un accidente de que no logró reponerse; dos años después moría, nimbado por la gloria mundial, en su casita de Rolighed, cerca de Copenhague. Es indudable el escritor que, dejando libre su genial fantasía, captó el más envidiable y delicioso público, el de las generaciones infantiles que absorben como rocío fertilizador su gracia poética y su generosidad cordial. Ilustración de Jorge Guier. San José de Costa Rica.
1950.
Precio del ejemplar: 00.
Los niños de Varsovia Exterior: dólar.
Por Joaquín GUTIERREZ (En Rep. Amer. Al comienzo, cuando extiende la mano, muerto o habían huido. El Vistula continuaba no entiendo de qué se trata. Durante unos fluyendo largo y desnudo, lamiendo los escom.
momentos nos entendemos por señas y, final bros bajo los cuales se escondían 800. 000 camente, le comprendo: quiere darme una mone dáveres. Aún hoy día quedan muchas decenas da, una moneda de un centavo. Se la recibo de millares de muertos bajo las ruinas. así, y trato de darle algo en cambio: le ofrezco. sin haber podido enterrar siquiera a sus muer: con señas siempre, una moneda de un franco tos, esta ciudad magnífica levantó la cabeza pero me dice que no con movimientos de ca y miró hacia la vida. Su pueblo comenzó a beza, su delicada cabecita de siete años. Le reconstruir, casa a casa, calle a calle, plaza a ofrezco entonces un chocolate y lo llego a eno plaza, monumento a monumento. Todo había jar, según creo, porque frunce el ceño y co que volverlo a hacer porque todo estaba des mienza a decirme con su voz de agua: truído. Sólo un seis por ciento de las casas se Nie, nie (no, no. pudieron aprovechar. Hoy día, hoy día que Me doy cuenta, entonces, de su dignidad. la recorro y la palpo y la miro casi sin darle El, para mí, es un niño polaco; yo, para él, crédito a mis ojos al verla como se ha levansoy sencillamente un hombre, venido de cual tado, roja de ladrillos, alegre de colegiales, bu.
quier país, que tengo quién sabe cuáles ideas, lliciosa de tranvías, fresca de parques, con un que hablo quizás cuál idioma, pero que he aire nuevo de ciudad de trabajadores, no pue.
llegado hasta Varsovia, desde muy lejos, para do menos que pensar que los niños que veo luchar por la paz entre los hombres.
han tenido de infancia la guerra, la muerte y Este encuentro mío con Rudek es el pri la destrucción. No puedo menos de recordar mer contacto directo, humano, intimo podría que estos niños, entre los cuales hay casi cien decir, que tengo con los niños de Varsovia. mil huérfanos de guerra, jugaron entre los hue.
Rudek, sencillamente, me quería demostrar su sos de sus padres, respiraron la putrefacción, cariño. Lo alzo en brazos y lo beso y enton miraron a su alrededor solamente escombros, ces, pensando en mis hijas, tan distantes, y solamente la destrucción más pavorosa, y lo pensando en los niños de América, tan tristes, pienso doblemente porque resulta casi increí.
escondo la cabeza en su hombro para que no ble el milagro que se ha operado en ellos en só vea que se me han llenado los ojos de lágri.
lo escasos meses.
mas.
Ayer salí a la calle, me compré un gorro Mis amigos de América, toda la gente que de obrero polaco para pasar inadvertido, pero me conoce sabe que estoy diciendo la verdad; en la primera ocasión en que tuve que pregun.
que no tengo ningún motivo para mentir; que tar por una dirección, mostrando el papelito si estoy ahora sentado frente a la máquina de en que la llevaba escrita, en pocos segundos, escribir, gastando preciosos minutos que po llegando de todas partes como bandadas de go dría aprovechar conociendo más y más de es rriones, me he visto rodeado por veinte, trein.
ta heroica y magnífica ciudad, es porque ten ta, cincuenta niños. Todos alegres, con las cago el corazón tan cargado de emoción que no ritas rojas de frío, reflejando una salud física tuve más remedio que venir a contar al papel y moral que yo no había visto nunca ante.
todo lo que han significado para mí los niños riormente. Me rodean con sus cuadernos de es.
de Varsovia.
colares y sus lápices en la mano: todos quie.
Esta ciudad tenía un millón y medio de ren un autógrafo. Firmo y firmo y firmo in habitantes al comenzar la guerra. Al terminar contables veces. los más chicos no les firmo quedaban, viviendo como ratas entre las rui. sino que les dibujo un perro, un sapo, qué sé nas, 22. 000 habitantes. Los demás habían yo.
Unas cuadras más adelante me ocurre lo mismo con otro grupo, pero si sigo así no vor a terminar en toda la mañana. Entonces se me ocurre una solución: les digo. analfabeto tocándome el pecho con el índice. Me comprenden, porque en polaco se dice igual y, después de un rato de duda y desconcierto, sueltan todos la carcajada. Nie, analfabeta nie. así me voy haciendo amigo de ellos.
Maravillosos niños polacos que desfilan cantando en grupos por toda la ciudad. Pocoj, pocoj (paz, paz. que nos esperan, a las salidas de las sesiones del Congreso de la Paz, de pie durante horas y horas, gritando ininterrumpidamente. Pocoj, pocoj.
Tienen ocho años, como Evva, a la que muestro el retrato de mis hijas y veo cómo se le llenan los ojos de chispas alegres y, deján.
dose arrastrar por la emoción, me habla seguido, rapidísimamente, en polaco, a sabiendas de que no le voy a entender ni una sola pa.
labra.
Tienen 14 años, como Kasia, a quien le digo que es muy bonita (dobra panimka) con ese vocabulario de 20 palabras con que nos batimos aquí, y me hace una graciosa venia de colegio del siglo pasado, mientras enrojece hasta las orejas.
Tiene años, como Janek, rubio como un campo de trigo, a quien le enseño a hacer algunas pruebas con los dedos y quien, en cambio, me muestra un libro de lujo con unas firmas y unas dedicatorias, por lo que adivino que debe ser un premio del colegio.
Tienen dos años, como Alicja, a quien conocí en una casa cuna, una especie de nido para 120 pájaros en donde entré, solo, cami.
nando por mi cuenta por un barrio de Varso.
via. Alicja debe haber sentido necesidad de estar un rato sola, consigo misma, y se había escondido en un armario a jugar con una muñeca de trapo. Cuando la descubrí, porque in.
trusié por todas partes, le hice un guiño y le volví a entrecerrar la puerta de su escondite. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica