Yolanda Oreamuno

REPERTORIO AMERICANO 187 Otras veces, surge Yolanda toda entera en los monólogos desgarradores, profundos, de la desdichada Aurora. bien, en las meditaciones, a veces metafísicas, de alguno de sus personajes varones. Por eso es que Maese Pedro suele pasearse lentamente entre bastidores, mientras el lector imaginativo ve con claridad meridiana el desarrollo de los acontecimientos relatados. Recuérdesele animando a los muñecos de su retablo y, de modo insensible, llegando a convertirse en uno de ellos.
Los héroes concepto unamunesco de Yolanda Oreamuno son seres reales. El hombre real representa un valor mucho más alto que el hombre deseable forjado hasta ahora por cualquier ideal. Nietzsche.
Hombres y mujeres de carne y hueso, de sensibilidad patológica las más de las veces.
Aun los insípidos, los innocuos, viven de veras. Esos héroes surgen de su cerebro dando la idea de haber sido creados sin pensar casi ni en la gestación ni en el alumbramiento. En ocasiones, se le escurren de las manos, se le independizan súbitamente y la madre misma se sorprende al encontrarlos crecidos, muy crecidos, viviendo su vida propia. Si: la existencia que ella les diera, como sin quererlo, sin darse cuenta. Fué así como nació la novela que ahora escribe José de la Cruz recoge su muerte? Son este libro y La Ruta de su Evasión el principio de una nueva y pristina Comedia Humana en Iberoamérica. Ojalá.
Las gentes de La Ruta de su Evasion jamás logran la felicidad ni eterna ni absoluta en este mundo; la dicha constituída por las pequeñas y las grandes satisfacciones que nos proporcionan nuestros semejantes, así como las otras creaciones maravillosas de Dios.
Yolanda no da tregua a sus personajes: cuando están a punto de alcanzar algo muy bello, muy atenuador de la miseria (iqué alivio sería. un suceso trivial, catastrófico, frustra toda esperanza. No deja que cuelguen las estalactitas de miel en las asperezas de la ruta de que hablara Darío.
Esteban, un hombre realmente admirable, exquisito, es el único héroe que disfruta con deliciosa plenitud de la existencia su vida es dación amplia. esto, a pesar de su ca.
si in validez física que lo obstaculiza para muchas actividades.
Yolanda Oreamuno, como Thomas Mann, es una ferviente enamorada de la verdad patológica y de la muerte. Pero también adora la vida y aunque tal aserto de la sensación de una paradoja, no lo es: vivimos enredados en toda clase de contradicciones y de peleas, como descubriera Job de sí mismo. Yolanda Oreamuno ama la vida apasionadamente, con pasión al rojo vivo. De otra manera la habríamos perdido su dilecta presencia corpórea el año pasado.
El leit motiv de la obra de Yolanda Oreamuno es la angustia como sucede en toda producción existencialista. Por eso es fácil explicarse la presencia etérea de don Miguel de Unamuno al leer sus cuentos y novelas, así como al observar la técnica unamunesca de los mismos. qué mucho que el amigo dilectísimo del bienamado vasco, el maestro de la desesperación resignada Kierkegard surja también en nuestro recuerdo? ratos, la atmósfera de La Ruta de su Evasión hace pensar en Jean Paul Sartre en Náusea un profundo terror físico y metafísico.
Se itera en todas las latitudes que el existencialismo no existe: que realmente hay varios. Un erudito conocedor de las novelas y cuentos de Yolanda Oreamuno incluyendo los que aún no ha escrito, pero que lidian por verse traducidos como José de la Cruz recoge su Muerte y algunas piezas teatrales podría analizarlos tomando en cuenta el dodecálogo de primacías que Amoroso Lima. señala como guía para reducir la esencia de los distintos existencialismos a algunas tesis generales. Ojalá tuviera yo la preparación necesaria para tal estudio! de nuevo, otro detalle interesante: Yolanda Oreamuno sólo conoce de oidas el existencialismo y los nombres de las estrellas que fulguran en esta filosofía de nuestro tiempo.
La Ruta de su Evasión es una novela originalísima: la autora relata la existencia trágica de una mujer bella y sensible, Teresa, a través de sus iteradas y concitadoras agonías.
Yolanda no narra como Joyce Ulysses o la odisea de un alma ni como Virginia Wolf Mrs. Dalloway los acontecimientos que tienen lugar en un solo dia. Ausentes el tiempo y la localización de sus personajes, de esas gentes islas, deshabitadas y llenas de angustia que flotan a la deriva.
Mucho de la psicobiografía de Teresa y de los suyos que no alcanzaron a merecer ese posesivo es revelado al lector en los recuerdos que surgen con extraña luminosidad en cada período desgarrador en que su vida lóbrega lucha o no lucha contra la muerte. El mundo real sólo existe en la novela a través de los personajes ansiosos y mediante una técnica habilísima: los largos y torturantes monólogos no verbalizados, así como por los diálogos que se suscitan en momentos cruciales de esa pequeña familia de neuróticos que su autora dejó sin apellido. aquí es donde pienso en Las Olas de Virginia Wolf: seis soliloquios. muy bien cabe el sendos antes del sustantivo relevantes psicobiografías que ora se transmutan en diálogos, ora en sutiles pláticas de curiosas filosofías. ya que cito a la egregia escritora inglesa, permítame el lector que le recuerde el desagrado que le producía la manera como es tratada la enfermedad en la literatura. los nombres de Quincey y de Proust, la autora de Un cuarto propio habría agregado el de Yolanda Oreamuno como excepciones notables de su valiente afirmación. Ella maneja con elegancia y discreción el elemento enfermedad en todos sus libros.
Que la obra oreamunesca suscite nombres de escritores famosos, no quiere decir que haya imitación ni en la estructura ni en la médula. Cómo podría haberlo hecho, por ejemplo, en el caso concreto de La Ruta de su Evasión que, en varios pasajes, en el sentido trágico de cada uno de sus personajes, así como en un algo de su argumento nos recuerda al amado libro Die Buddenbrooks? Yolanda no lc ha leído ni se lo han contado. Thomas Mann relata en él la vida de cuatro generaciones sucesivas de una familia alemana que llega a la más lamentable decadencia. En la última novela de Yolanda Oreamuno aparece el paaético derrumbamiento del hogar. pienso en que el vocablo no traduce bien la idea, ya que falta ahí el calor humano de Teresa, de sus gentes, de sus muebles y trebejos. De todo lo que ella había construído o creado con sacrificios ingentes, porque después del fracaso inesperado de su matrimonio, se había visto obligada a refugiarse en algo le era imposible en alguien. a encontrarle una significación a su vida cargada de culpas, de remordimientos corrosivos, sin tregua. Porque ella había carecido del vigor necesario para defenderse del dominio patológico de don Vasco más perverso que Ricardo III su marido. Porque ella se había dado cuenta clara de la influencia trituradora de almas, del ambiente glacial, estricto, en que sus hijos iban creciendo. la construcción de una casa grande, confortable y llena de cosas en qué proyectar sus atenciones, le había proporcionado una manera aceptable de evadir su tremenda responsabilidad, de ahogar sus penas negras. Muchos desventurados emplean otros medios: las drogas, el alcohol, el juego.
Mas, en el arrastrar lento y doloroso de los años, crecer, para sus hijos, fué amargarse hasta la saturación insoportable y, por supuesto, alejarse cada día más de sus progenitores. Todo se fué derrumbando sorda y despaciosamente alrededor de esa mujer sensible y dulce que antaño tuviera ilusiones de posible realizar.
Es dramático en extremo el capítulo en que ella revive sus angustias en un masoquista peregrinar regresivo, iluminado por ráfagas de un presente que no puede evadir, así como por el peso sin mensura de sus culpas. Lo más conmovedor es el destino de sus tres hijos, Roberto, Gabriel y Alvaro. Si por lo menos ellos hubieran sido capaces de encontrar los altísimos valores humanos que hacen tan amable la vida! Pero. no! Los tres de vinieron almas ingtimas, incapaces de conocer la maravilla inefable de amar.
Itero. Yolanda Oreamuno no sabe psicoanálisis: lo intuye certeramente. Su prodigiosa penetración psicológica no es escalpelo que diseca, sino bisturí que corta honda y seguramente, poniendo al desnudo el riquísimo contenido psíquico que mueve a los seres humanos atormentados en su vigilia y en sus sueños.
La Ruta de su Evasión es una novela preciosamente escrita, como toda obra oreamunesca. Hay pasajes tan plenos de verdades acerbas que son capaces de concitar a los lectores más fríos. En la muerte de Cristina y en el suicidio de Gabriel, Yolanda adquiere la grandeza y la majestad de Dostoiewski. Para mí, el número XIX. Recuerdos de infancia de Aurora. es el mejor capítulo del libro por la hondura de su filosofía y por la muy cálida emoción de cada una de sus líneas.
Sería una profanación hablar de la belleza y de la ternura infinitas de muchas de las páginas de este libro. Hay que leerlas lenta, lentamente para el saboreo fruitivo.
No quiero dedicar ningún esfuerzo a la búsqueda de flaquezas. Pronto habrá críticos. El existencialismo, filosofia de nuestro tiempo, Emecé Editores, Buenos Aires. 1949. EL GREMIO ANTONIO URBANO TELEFONO 2157 APARTADO 480 Almacén de Abarrotes al por mayor San José Costa Rica Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica