LiberalismMarxism

322 REPERTORIO AMERICANO Diccionario de Filosofía JOSE FERRATER MORA 3ra. edición Editorial Sudamericana (Calle Alsina 500, Buenos Aires.
Argentina)
Una obra monumental.
Precio del vol. pasta, 1048 págs. moneda nac. argentina: 150.
Cuba fué durante un largo periodo de la vida americana independiente, algo así como una penosa y anacrónica supervivencia colonial.
Varona veía en esa rémora una causa histórica, de retoricismo y de tradicionalismo latentes. Se propuso salvarla en el libro, con la prédica y la reforma educacional, el desarrollo material, el incremento de las fuerzas vivas y la organización de la sociedad sobre los radicales fundamentos de su practicismo.
Quiso exterminar todos los aportes espirituales de la cultura predominante, y proscribir todas las perspectivas del alma con la herramienta de su fenomenalismo; y sustituir todo aquello por la dinámica de una acción directa, por la lógica; por el análisis, por una metodología peculiar y sistemática que él creyera adaptable a su tierra y a su época.
De aquí su Psicología, su Moral, su Lógica (1. ya sea adoptando el criterio psi.
cológico de Wundt o la antimetafísica y el anti nóumeno de Alejandro Bain o el baconiano relativismo filosófico o el evolucionismo spenceriano, según el patrón positivista del día, que en América había culminado en el Sur con la Psicología Biológica de José Ingenieros, pero que en Enropa ya estaba de vuelta en el pensamiento de Guillermo Dilthey, de Eduardo Husser! y de Enrique Bergson.
Utilizó, para los fines de su empresa, los métodos estrictos del pedagogo que buscaba desbrozar urgentemente la tierra para las nuevas labranzas, en su cuerpo y en su espíritu y para Varona la cizaña no era otra que la sedimentación escolástica de una cultura, una posición mental, una éti.
ca, los fundamentos históricos de una moral.
De aquí que adoleciera su apostolado proveniente de la noción restricta, del positivismo ochocentista de lo sensible y de lo experimental a outrance y de! radicalismo de las ideologías a la page.
En un momento dado pareció bastar para los fines de su magna empresa de pionero dogmático, la sustitución de un sistema filosófico por otro. De Descartes y de Condillac, por ejemplo, había que pasar resueltamente a los adalides de la razón práctica; de sus antecesores cubanos Varela y José de la Luz y Caballero, al activismo mecanicista importado, al racionalismo neto, leyes de la herencia y selección natural, todo eso que había de llevar al ilustre prohombre a la desolación y al aforismo desencantado de sus días postreros.
de la aventura metafísica, pero es entonces que su criterio percibe a través de su agnosticismo el sesgo espiritualista de su filosofía, cuando se detiene ante el misterio impenetrable, el Absoluto de Hegel, la monadas de Leibniz y la substancia de Spinoza. Descarta a Dios de sus predios mentales. es cierto. Pero veamos cómo él mismo discurre, cuando trata el problema del mundo: Hay dos posiciones para el observa.
dor, según que se crea dotado de la facul.
tad de abarcar ese problema de un modo trascendente, a fin de recrearlo en su fantasía; o según que se sienta limitado por sus medios de observación, y entienda que sus conceptos no pueden traducir sino lo que da lo objetivo. Para mí los de la primera categoría se pierden en pleno verbalismo, aunque construyen, a veces, pala.
cios de hermosas palabras, en que se mez clan todos los matices del iris. Los de la segunda, pliegan a sabiendas las alas de la imaginación, escudriñan con los anteojos de la ciencia cuanto tienen en derredor, y sintetizan según los datos allegados. He preferido este segundo camino, a sabiendas de que al final del viaje, se pierde en el vasto Sahara de lo incognoscible. Positivismo y liberalismo fueron subor.
dinados por Varona a lo que él considero los reclamos de la emancipación nacional.
He aquí la gran ilusión de su generoso espíritu, el desenlace de su angustia fundamental y de su desolado escepticismo. In rena fondo e scrivo in vento.
Iluso, cuando creyera que toda la rémora moral, intelectual, socal de su pueblo no ere otra que la herencia hispana de idealismo y de fe; el concepto de lo abjsoluto, el factor metafísico. Iluso, cuando pretendiera sustituir, con un elan fiebroso de ortodoxia negadora y renegadora, siguiendo la huella de los pontífices del día, los Comte, los Littré, los Laffitte una mística exótica, por la mística adversa; una tentativa filosófica por otra, y en su caso la del utilitarismo positivista para los fines del progreso y la felicidad colectivas. Iluso, cuando abominara de aquello que al decir de su compatriota Jorge Mañach, había de constituir la irrefrenable aventu.
ra de nuestra finitud en estas horas crepusculares que estamos viviendo.
Iluso, cuando pretendiera establecer, científicamente, los fundamentos de la mo ra! por los métodos naturalistas. Soportes inconsistentes de una Etica donde falta el espíritu. El filósofo argentino Francisco Romero proclama a Varona una de las sumas encarnaciones del espíritu en tierras de Iberoamérica. es entonces que re.
fuerza su propio razonamiento con una hermosa imagen del espíritu, temporalidad bajo signo de eternidad. es para el filósofo, porque construye para todos los tiempos, y deja tras sí, después de cada inevitable naufragio, una botella sobre las olas con un mensaje que llega siempre a la playa (3. Perdura, sin embargo, todo aquello que no puede morir del viejo romanticismo.
Porque el romanticismo, más que una es cuela literaria fué una inquietud, un estado de espíritu. Divina Comedia del nun.
do moderno. Porque se halla enquistado en la entraña de nuestra sensibilidad. perdura y perdurará el espiritualismo y el arielismo. por lo tanto, en el alma de las generaciones.
Ariel se apartó de sus cánones, en cuanto a la categoría de la acción y en consecuencia de los hechos comprobados. Sabía que detrás de los números y de las razones, se agazapa, muchas veces, el sofisma. la implacable limitación de lo concreto, prefirió incorporar a su alma a la comu.
nidad de los arquetipos de Platón.
Ligero sería el juicio, sin embargo, que lo presentara estancado en el espirtiualismo clásico o en la escuela finisecular. Admira, es cierto, al Cousin del justo medio. frente a la crítica y a la Historia, y él mismo no adaptó jamás su pensamiento a ninguna filiación filosófica o social. porque no se abrazó ni al espiritualismo sistemático ni a la filosofía laica, e!
marxismo lo considera un representante de la ideología de los pequeños burgueses; de la clase media del pensamiento.
Pero si había de esquivar el cauce de las religiones establecidas el sentido teológico y el criterio confesional, se apartó, con mayor decisión todavía del dogma de los politécnicos franceses, entonces a la moda; del Comte y del Renouvier del Ca.
tecismo Positivista y de la Crítica Religiosa.
No fué Rodó, precisamente, un maestro de espiritualismo, sino un maestro de espiritualidad. no se trata de un mero juego de pa.
labras.
Espiritualidad, es liberación; y así se explica lo más íntimo del hombre; y por añadidura, todo aquello que culmina en el sumo pensamiento de la sabiduría, de la justicia, de la perfectibilidad.
Se alej LEA CORRIJA Comentado y saboreado, por acá, el Poema de los Tres Carros de Enrique Azcoaga, poeta español de la España Peregrina. Reside en Buenos Aires. 2) Homenaje a Enrique José Varona en el centenario de su natalicio. Dirección de Cultura. La Habana. 1951. Pág. 355. 3) Pero la ética es ante todo y por esencia el dominio del deber ser, y no hay posibilidad de elevarse a lo que debe ser mediante el análisis de lo que es, ha sido o será. Lo que debe ser, tema de su ética, mantiene su ser y su rango aunque nunca haya sido realizado y también aunque nunca hubiera de realizarse! Por la descripción y el examen empírico de los hechos del hombre, se puede organizar una ciencia de las costumbres, rama de la historia y de la ciencia concreta de la cultura; nunca una ética. Op. Pág. 468. Lo publicamos en el número 18 del tomo en curso, pp. 277 79. En la 279, 3ra.
columna, e! verso dice: Hasta en el aseo alienta tibio el vuelo.
Reléalo y corrija: Hasta en el asco alienta tibio el vuelo. 1) Sus famosas conferencias datan de 1880 a 1882. que el estimado autor nos perdone. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica