REPERTORIO AMERICANO 83 Cuando la cos y los tres barcos son confiscados. Es la catástrofe, y la desesperación se apodera de Marti. Pero no es ésta una desesperación pasiva. Marti parte para Cuba con lo que lo ha quedado: se une a sus generales y prepara el ataque. Por donde pasa deja alegrias y esperanzas, levanta a los abatidos, anima a los reacios él mismo, dias antes de morir, escribiendo a sus amigos, confiesa que la primera vez que siente hombre después de haber vivido años y anos avergonzado, arrastrando las cadenas de su patria. Me siento puro y leve dice y siento en mi algo como la paz de un niño.
Esa paz se le torna completa a las pocas horas. En el potrero de Dos Ríos, José Marti cae bajo las balas españolas. Delante de es su ataúd, el coronel Jiménez de Sandoval rregunta a los civiles alli presentes si algu no de ellos desea hablar. Como nadie responde, pronuncia él estas palabras. Señores: Cuando pelean hombres de hidaiga condición, como nosotros, desaparecen odios y rencores. Nadie que se sienta inspirado de nobles sentimientos debe ver en estos yertos despojos un enemigo. Los militares españoles luchan hasta morir; pero tienen consideración para el vencido y honores para los muertos.
Así vivió y asi murió José Marti, héroe de Cuba y una de las imágenes mas puras del espíritu revolucionario de Hispanoamérica.
Lo que pasa en Francia Introducción al artículo VI Por ENRIQUE HEINE Paris, 19 de abril de 1839 ciones adecuadas.
buscar, ante todo, que pasado la decir, los prende que por revolución sólo entienden trastorno y derrunbamiento y toman por lo esencial de la revolución los hechos fortuitos, quiere dejar definido, con la exactitud posible, el concepto fundamental.
cultura de de un pueblo y las costumbres y necesidades que de ella nacen no están ya de acuerdo con las viejas instituciones del Estado, entra necesariamente con éstas en una colisión que tiene por consecuencia su transformación, y se llama una revolución Mientras la revolución no está terminada, mientras la transformación de las instituciones no concuerda por entero con la cultura intelectual y las costumbres y necesidades del pueblo emanadas de ella, la enfermedad del Estado, por asi decir, no está completamente curada, y el pueblo enfermo, sobreexitado, caerá muchas veces en la calma desmayada del abatimento; pero en seguida, arrebatado de nuevo por el ardor de la fiebre, arrancará de sus viejas heridas los vendajes más ceñidos y recios y las hilas más benéficas, arrojará por la ventana los enfermeros más generosos y, dolorido y desazonado durante mucho tiempo, se revolverá de un lado y de otro hasta encontrarse colocado por si mismo entre las instituLa pregunta de si Francia ha llegado al reposo, de si esperamos nuevos cambios politicos, y por último, cuál será el fin de todo ello, estas preguntas debian ser formuladas más exactamente de este modo: impulsó a los franceses a los franceses a iniciar una revolución? Han alcanzado lo que necesitaban?
Fara responder a estas preguntas, en los próximos artículos trataré del comienzo ue ia Revolución. Esta tarea es doblemente util, al tratar de explicar el presente por el pasado, al mismo tiempo se hace notorio como éste, el pasado, sólo en función de aquel, del presente, encuentra su comprensión más recta, y como cada nuevo día arroja una nueva luz sobre él, cosa de la cual nuestros escribidores de manuales no tienen la menor sospecha. Ellos creían que los actos de la Reun volución estaban cerrados, y, en consecuencia, ya habían pronunciado su último juicio sobre hombres y cosas. De pronto tronaron los cañones de la semana grande, y la racultad de Gotinga descubrió que se de las decisiones de su Colegio académico ante una instancia superior, y que no sólo la revolución especial de los franceses estaba a un inconclusa, sino que comenzaba una revolución aun más amplia. Cómo debieron espantarse estas gentes apacibles cuando, una mañana temprano, al asomar la cabeza por la ventana, contemplaron el derrumba.
miento del Estado y de sus compendios, y, a tas de su espeso gorro de dormir, las notas del himno marsellés percutian en sus oidos! En realidad, que en 1830 la bandera tricolor flameara algunos dias sobre las torres de Gotinga, ha sido una broma de estudiante oue la historia universal se ha permitido con los eruditos filisteos de Georgia Augusta. En esta época demasiada seria, se necesita alguna que otra aventura desintrestecedora de esta clase, Ya es mucho a guisa de preparación de un articulo en que me ocuparé de esclarecer el pasado. El presente es lo más importante en este momento, y el tema que me ofrece es de tal naturaleza, que de él depende que pueda escribir más No pretendo robar a los talleres de los partidos su trivial escala para medir con ella los hombres y las cosas; aún menos pretendo determinar el valor y la magnitud de unas y otras conforme a los sentimientos y deseos particulares, sino que más bien de seo, sin partido preconcebido, procurar la inteligencia del presente y en el la clave del ruidoso enigma del dia. Los salones taienten; las tumbas son ve races. Pero. ay. los muertos, frios recitadores de la historia, hablan en vano a la muchedumbre embravecida, que sólo comel lenguaje de la pasión Cierto es que los salones no mienten a sabiendas. La sociedad de los poderosos cree sinceramente en la duración eterna de su poder, aunque los anales de la historia universal, el llameante Mene Tekel de las hojas diarias, y hasta la clara voz del pueblo en las calles, prodiguen sus advertencias. Tampoco los corrillos de la oposición mienten deliberadamente, se creen muy seguros de venber como en general, los hombres creen siempre lo que desean; se embriagan con el enampagne de sus esperanzas, interpretan cada contratiempo como un acontecimiento necesario que los acerca más la meta. En la vispera misma de su perdición irradian confianza, y mensajero judicial que les notifica legalmente sus derrotas les suele encontrar disputando piel de oso. De ahi esos crrores de visión los que se puede sustraer quien se aproxima a uno u otro partido; todos se engañan sin querer, nos fiamos preferentemente de aquellos piensan como noso como nosotros. Si por azar somos de carácter tan indiferente que, sin inclinación particular, nos tratamos de continuo con todos los partidos, entonces nos confunde la seguridad y suficiencia que advertimos en todos ellos y nuestro juicio queda fastidiosamente neutralizado. Hay indiferentes de esta clase, que no tienen opinión propia ni participan en los intereses de la época. que sólo quieren esclarecer lo que en verdad acontece y, por tanto, escuchar las murmuraciones de todos los salones y prestar la chronique escandaleuse de cada partido en la casa del otro Se tropieza con muchos indiferentes de esporque al ta clase que dondequiera no ven más que personas y no cosas, o que más bien en las cosas sólo ven las personas, y que profetizan la ruina de aquellas porque conocen la debilidad de estas y, por esto, guían a los errores y faltas más perniciosas a sus respectivos comitentes.
Tengo que llamar aqui particularmente la atención sobre la desproporción que existe actualmente en Francia entre las cosas, es los intereses materiales y espirituales, y las personas, es decir, los representantes de estos intereses. Cosa distinta ocurria a fines del siglo pasado, en que los hombres to avia davia colosales se elevaban a la altura de las cosas, de suerte que formaron en la historia de la Revolución el tiempo heroico, por asi decir, y que como tales son ahora celebrados amados por nuestra juventud republicana.
20 es que nos engaña, en este resperto, el mismo error que encontramos en madame Roland, que en sus Memoires se queja amargamente de que entre los hombres de su tiempo no hay uno solo importante? La PObre mujer no conocia su propia grandeza y no advertia, por tanto, que sus contemporáneos eran ya bastante grandes, porque en nada cedian a ella en cuanto a estatura espiritual. Todo el pueblo francés ha crecido tan vigorosamente en altura, que acaso seamos injustos con sus representantes públicos, que, si no sobresalen especialmente de la multitud, no por eso deben ser ser llamados ños. Ahora ante el crecido bosque, no se pueden ver los árboles. En Alemania vemos sama vemos lo contrario: una cantidad superabundante de troncos mutilados y pinos enanos, y entre ellos, aquí y alla, algunas encinas gigantes, cuya cabeza se alza hasta las nubes, mientras abajo los insectos roen el tronco.
El dia de hoy es el resultado del de nyer.
Si queremos saber lo que aqu mos averiguar lo que éste ha querido. La Revolución una y la misma; no es, no, como quisieran hacernos creer los doctrinarios, por la Carta por que se peleó durante la gran semana, sino por los mismos intereses de la Revolución, los que se ha sacrificado la mejor sangre francesa desde hace cuarenta años. Pero para que no se vea en el autor de estos articulos uno de esos predicantes de apelaba wados pequesuelos amigos que quiere, debe