90 REPERTORIO AMERICANO edificio ruinos. de un aspecto de abandono y de pobreza indescriptible, exclama. He aquí la Tumba de Isa. el Nazareno crucif cado por los judíos en Palestina. El apóstol Santo Tomás conoció la existencia de este sitio y por eso vino a la India.
en la ruta, mui o supliciado en la Corte de uno de los Príncipes Partos o Sakas, en Mailanpur, en donde se encuentra actualmente su sepultura. San Pedro también supo de este viaje póstumo de Cristo, pues Isa se despidió de él al borde del Mar de Tiberiades, diciéndole. Pedro, cuida tú de mi rebaño. Por qué cree usted que San Francisco Xavier, el discí.
pulo predilecto de Ignacio de Loyola vino a India. Por qué. Por qué desembarcó en la costa occidental de India si en verdad su objetivo era el Japón?
No tenemos deseos de polemizar con el elocuente y excitable guía y no le respondemos. Nuestro propósito por lo demás harto teñido de escepticismo es simplemente ver y escuchar. Despojándonos previamente de nuestro calzado, entramos en el recinto. Sin que podamos disimularlo, una profunda impresión nos domina ahora que estamos en la semi penumbra del santuario. No es lo mismo que sentimos frente a la zarza ardiente de Moisés en el Sinaí, ni al borde del sepulcro de Hiram. Rey de Tiro, en El Libano, ni ante la cámara de Alejandro Magno en el Templo de Amon allá en el remoto Oasis de Siwa perdido en los arenales del Desierto de Libia.
Es algo distinto: una especie de terror sagrado, el pánico que experimenta el hombre primitivo frente a un tabú que intenta quebrantar, a una ley tribal que amenaza violar. La sensación más exacta sería dada con la palabra profanación. Miedo de profanar algo sagrado, de ver demasiado, de aprender demasiadas cosas, de tener experiencias indelebles que puedan después conturbar nuestra conciencia.
Si afuera del local, el aspecto es de ruina y abandono, ahora adentro, en la penumbra oliente a desván y de cosas devoradas por el tiempo, la impresión es casi siniestra. El santuario es estrecho y apenas si hay lugar para nosotros con nuestro guía y con el Sheikh encargado del recinto. Dentro de una caseta de madera, becha en enrejado de listoncillos como las ventanas y celosías del mundo árabe, vése un sarcofago de piedra que, como la cubierta del cenotafio de las momias egipcias, parece moldear en piedra la silueta del cuerpo y del rostro del cadáver. Es como si una leve ola de aguas grises, al cubrir un cuerpo sobre la playa, se hubiera quedado súbitamente petrificada, moldeando en su guante de arenas el Canto a mi Patria (En el Rep. Amer. Yo soy hija verdadera de la tierra tropical, soy hija de Costa Rica, y aunque mi padre fué un intelectual, y aunque mi madre vivió en la capital, yo soy sólo una nativa, una hija verdadera de la selva tropical.
perfil humano yacente. La caseta es de estilo arábigo musulmán evidente: la piedra en cambio tiene mucho de la austeridad faraónica. Dentro de ese sarcofago o debajo de él, nos dice el guía, se cree que hay importantes hallazgos arqueológicos que esperan ser sacados a luz algún día. Sólo se necesitaría que alguien solicitara un permiso y que el Gobierno de la India diera ese permiso. Pero, hay todavía otro factor: habría que encontrar al hombre que se atreviera a hacerlo, pues una maldición pesa desde tiempo inmemorial sobre aquel que osare profanar con sus manos la santidad de esta tumba. Sobre esto, prefiero no hablarles más.
Contorneamos lentamente el sarcofago, por fuera de la caseta de madera labrada. Al llegar a uno de los ángulos, junto al lado izquierdo de la cabeza del féretro, vemos una piedra granítica, lustrosa y pulida por el frote de manos y de labios al través de siglos. Esas son las huellas de los pies de Jesús. nos dice el guía.
En efecto, sobre el granito multi centenario vemos destacarse con una nitidez y un vigor casi diríamos una vida. increíbles, las huellas de dos pies humanos que un día anduvieron calzados de sandalias. quién pertenecen esas huellas. Cómo pudieron imprimirse tan hondamente y tan realisticamente sobre el granito indestructible? Hay una armonía perfecta entre los dos factores: fuerza y belleza, en su plástico modelado. Se siente alentar en ellos el soplo helado de lo sobrenatural. Es la puerta en el muro de Wells, a punto de abrirse. Allí, en esos momentos, todo podría acontecer, todo es posible.
Pues hay magia en ese modelado. Esto es lo menos que podríamos decir para explicar la extraña sensación que nos embarga y que en nada se asemeja a experiencias anteriores. En el muro que da a la callejuela, hay un pequeño nicho. El Sheikh explica algo en lengua urdu a nuestro guía el cual nos traduce. En el Aniversario de la Crucifixión de Cristo, un intenso perfume se desprende de esta cámara y sale por este nicho a la calle, donde los fieles o cualquier transeunte, pueden sentirlo. Este fenómeno era mucho más intenso en antiguos tiempos y los cronistas han dejado constancia de ello en los viejos libros, desde los peregrinos chinos del siglo III hasta los poetas persas que vinieron con los Khanes Mogules hace apenas ó siglos.
Interrogamos al guía. Ustedes veneran este santuario y los despojos que aquí yacen, quienquiera que ellos sean. fuer de buenos mahometanos, nosotros los veneramos, nos responde, pues para nosotros Isa o Joshua o Jesús fué un gran Profeta, tan grande como Mahomet. El Korán así lo reconoce. Ciertamente ustedes no ignoran que Abraham, Moisés, Jesús y Mahoma son los Profetas koránicos. Puesto que aquí yace el cuerpo de uno de ellos, les hemos obligado a ustedes a descalzarse antes de entrar, tal como lo hicieron antes de entrar a la mezquita de Hazral Bal donde se guarda un pelo de la barba de Mahomet.
Preguntamos al Sheikh encargado del santuario si vienen muchos fieles a orar y nos responde que muy pocos, pues aquello no es en realidad una mezquita sino simplemente una tumba santa.
Interviene el guía en la conversación, diciendo. El Padre pasa muchas pobrezas pues la ayuda que recibe es muy poca.
Ha empleado la palabra Padre en espaSi allí vivieran los indios mi piel sería morena, si alli abundaran los negros mi piel sería carbón, pero todos somos blancos descendientes de españoles y por eso soy trigueña, y me creen una europea, pero soy una nativa, una hija verdadera de la selva tropical.
En mis años juveniles yo desee correr el mundo y el destino, buen maestro, aquí me trajo a aprender, y gozando del confort de la vida americana yo añoro las bellezas de la selva tropicana y cambiara mis sillones por la rama de un guayabo en que joven me sentara con el futuro a pensar.
Aunque mi color es blanco sé que mi sangre es oscura y que la triste historia india mi alma toda la vivió, he trepado por las cumbres, he corrido por los llanos, he bajado por los campos donde está el Reventazón, me he bañado en las aguas de esos ríos pedregosos y también en las tranquilas del Sixaola dormilón.
Mis manos saben a mangos, mis dientes a nances finos, el café me dió su aroma y la caña su sabor, he sufrido con los bueyes, con las aves he cantado, be corrido sobre potros y me he quemado con el sol.
Costa Rica, tierra amada, lejos de tu suelo yo soy como flor trasplantada que no muere ni prospera y vive esperando el día en que pueda a ti volver para abrazarme a tu tierra, para bañarme en tus aguas y volver a ser lo que era, tan sólo una flor nativa, una hija verdadera de la selva tropical.
Virginia SAENZ de MILLER.
Los Angeles, diciembre 1949. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica