Civil War

8 REPERTORIO AMERICANO Mis relaciones con Unamuno Por Alfonso Reyes (En Rep. Amer. Tengo que agradecer al señor hículos en los bocacalles, y cómo echaba, la generosidad con que califica, de paso, a manera de telón, el recuerdo de su sie.
mi obra de ensayista, y quisiera corresrra de Gredos sobre cualquiera perspecponderle con algunos esclarecimientos tiva parisiense que yo proponía a su ad.
respecto a don Miguel de Unamuno. Ha miración. Los agentes de la policía espa dicho el señor en sustancia, que, ñola encargados de vigilarlo se hicieron cuando él se entrevistó con Unamuno, sus amigos y, a invitación suya, concu éste no manifestó por mí ninguna simpa.
rrían a los cafés de Montparnasse para tía en lo personal, ni especial estimación disfrutar de su charla.
en lo literario (Excelsior, de enero de Un día fuimos juntos a la casa de Jean 1954. Cassou. Yo me retiré temprano, para paNi por un instante se me ocurre poner sear por la orilla del Sena, aprovechan en duda la veracidad de este testimonio: do la tibia noche, en compañía del poeta lo que deseo es interpretarlo. Unamuno Rilke. Entonces Guillermo Jiménez, quien era, por mucho, un viejo gruñón, lleno lo ha escrito por ahí, recogió de labios de de alsbajos en el temperamento. Aún me Unamuno el mayor encomio y el nás parece ver la indignación con que Valle conmovedor que yo puedo haber recibi.
Inclán solía referirse a las diferencias en.
do y deseado: La inteligencia de Reyes tre Rubén Darío y Unamuno, donde dijo Unamuno es una función de su aquél se mostró siempre tan superior y bondad. Perdóneseme el entrar en estas ecuánime, y me parece aún que oigo repersonalidades positivas (que no sólo petir a Valle Inclán. No podian ersson negativas. como pretende el dic.
tenderse. Rubén tenía todos los pecados cionario. pero ahora o nunca era la sa del Hombre, que son veniales; y Unamuzón de referirlo. Las palabras del maesno tiene todos los pecados del Angel, que tro no me envanecen, ni por desgracia son mortales.
tengo derecho a considerarlas justas; pe.
Pero, en general, ya en Madrid no haro ellas expresaon nítidamente su juicio Miguel de Unamuno cíamos caso de estos pasajeros deslices de cio sobre mi persona, y sobre todo la (Visto por Juan Echeverría) benévola refracción que el afecto prodon Miguel, y más bien nos ateníamos al saldo de su persona y de su conducta.
ducía en ese juicio. Si esto no es simpa.
El mismo se definió diciendo que en su tía.
alma había una perpetua guerra civil. lg.
agobiado sin duda por los muchos libros Pero hay, además, algo que hasta ahonoro en qué ocasión habrá conversado de principiantes que llegaban hasta su ra no quise publicar, y que tampoco es.
con Unamuno el señor Es posimesa, ni lo leyó ni me contesto. Cuando, ta vez voy a descubrir completamente.
ble ya en Madrid y en 1917, le envié a Saque, entonces, y por cualquier cirUnamuno fue una vez arrastrado hasta cunstancia del momento, Unamuno haya lamanca mi libro El suicida, me dirigió la presencia de Alfonso XIII por el suti)
encontrado mi imagen un poco empañauna carta sumamente expresiva, que disConde de Romanones. La opinión lite.
ta mucho de ser una mera cortesía y que da en su memoria. Ello no tiene imporraria de Madrid en aquellos tiempos tancia ni trasciende al tono dominante fue el origen de nuestra amistad. Esta y varias otras cartas que me escribió apasiempre bravia consideró esto como de nuestras buenas y muy cordiales relauna claudicación de Unamuno. El quiso recerán pronto en la colección que pre ciones. La desgracia es, a veces, mala dar una conferencia en aquella admira.
consejera, y don Miguel sufrió mucho para el Dr. García Blanco, catedráti.
ble y libérrima casa que era el Ateneo co en la Universidad de Salamanca.
durante sus últimos años, como todos sade Madrid, y el público de jóvenes esbemos. De aquí que sus antiguos amigos, En lo personal. Si el Dr. García Blancritores, entre gritos, pateos y silbidos, comprendiendo la desazón de su ánimo co se dirigió a mí, entre otros, al formar no lo dejó hablar. Así las gastaban en.
ante las vicisitudes de su país, hayan teesta colección epistolar de Unamuno, es tonces.
nido un manto piadoso sobre sus velei.
precisamente porque conocía la tradición Pues bien, Unamuno se presentó al dades finales. El grande hombre, arrebade nuestra amistad. Visité a Unamuno en tado a uno y a otro lado por la angustia Salamanca, acompañado de don Artemio día siguiente en mi Legación de Madrid y por el anhelo de detener el alud con sus de Valle Arizpe. Nos retratamos juntos y (calle del Marqués de Villamagna) y.
propias manos, se quedó solo, sin corre.
pasamos juntos el día. Nos llevó a pa. de una manera confidencial, me reveló el objeto de su encuentro con el monar.
ligionarios y sin España. Paz a sus ressear por las afueras. Me contó una anécdota familiar que repito en uno de mis ca, que no era en manera alguna deshon.
libros. Después, siempre me encontraba roso para ninguno de los dos. Recuérde.
En lo literario. No nos detengamos mu con él en uno u otro sitio, cada vez que se que yo había sido durante cinco años cho en este punto. Cada uno tiene su alperiodista y escritor en Madrid, y luego, aparecia por Madrid. Concurrió varias vema en su almario. Es verdad que don Mirias veces a mis reuniones dominicales. por otros cinco años prácticamente, fui guel no era muy pródigo en elogios, y Me obsequió algunas de sus pajaritas de Encargado de Negocios de México. Una.
menos se entregaba a las libertades de la papel y de sus dibujos. Ya lo digo en muno, tras lo acontecido aunque muy conversación, a la que nunca debiera exihecho a la pelea y aunque, como él decía, Grata compañía. Entre ellos, el retrato girse una responsabilidad estricta. Pero, de Amado Nervo de quien a su vez fue frecuentemente le había tocado torear sobre todo, en este orden subjetivo de la buen amigo, sin duda el primer Nera media plaza. necesitaba explicarse apreciación literaria, repito, cada uno tie. vo sin barba que se registra en la iconoy desahogarse con alguien, y escogió al ne su alma en su almario. Lo obvio es único de la camada literario que, si bien grafía de nuestro poeta. Me proponía que Unamuno nunca hubiera conservado muy cercano, podía, por no ser español, monogramas con as iniciales de mi nommi amistad tan afectuosamente como lo bre así consta en una de sus tarjetas considerar los hechos con más moderahizo, sin un mínimo suficiente de estimapostales y me comunicaba opiniones ción que los otros. Pero hubiera dado ción intelectual y moral, pues no sobre la grafía y pronunciación origina.
este paso si no se sintiera mi amigo, si hombre la mentira mundana. Varias para no me supiera su amigo, si no me estiles del nombre patronímico de Sor Juaveces he escrito sobre él (por ejemplo, mara en el orden intelectual y en el or.
na. Estuve constantemente a su lado en a propósito de su Fedra. y siempre reden moral? Si esto no es simpatia. No: París, cuando yo era allá Ministro de cibió mis juicios con aprobación y comnadie me quite la amistad de Ungmuno.
México y él andaba desterrado y prófu.
placencia.
go. Ya he dicho cómo me recitaba enton.
Cuando, desde México, le envié mi México, Los Cien Amigos.
ces sus sonetos contra el general Primo primer libro (Cuestiones estéticas, 1911. de Rivera, sin prestar atención a los veFebrero de 1954.
tos.
era Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica