104 REPERTORIO AMERICANO CAMOENS (En La Nación de Buenos Aires, 30 49)
BRIKENSE Alfredo Calcagno Perfil del Dr. Alfredo CALCAGNO, Maestro americano Por Andrés TOWNSEND EZCURRA (En Diario de la Mañana. Ciudad de Guatemala, 26 49)
Deja que el viento de los años borre las vidas y los hechos de los hombres.
Deja que el fuego del olvido deshaga en viento sus palabras y sus torres.
Tu dulce nombre está seguro, puesto que el mar, el viejo mar, sabe tu nombre. lo recuerda en sus abismos y lo pronuncia en sus inmensas extensiones. Qué voluntad será más fuerte que la del ser que entre los seres te conoce?
Qué decisión será más firme que la del ser que te difunde hasta sus bordes?
El mar te guarda en su memoria, y en su memoria no hay recuerdo que se borre.
Porque sus olas son más altas que las que el ansia de la muerte les opone, Deja que al viento de los días suceda el fuego incontenible de las noches.
Tu corazón está seguro porque tu tiempo es del mar, dulce Camoens.
Olas como estas que hoy te cantan, ayer lloraron el dolor de tu destierro.
Aguas como estas que hoy te nombran, ayer dijeron tu nostalgia sin consuelo.
Solo y perdido en tierra extraña, tu ser vivía de distancia y de recuerdos.
Porque los sitios y las horas de su contento y de su amor estaban lejos.
Todo era ciego en torno tuyo, menos el mar que conocía tu desvelo.
Menos el mar que te miraba desde el abismo de su espacio y de su tiempo.
La inmensidad de su amargura se contemplaba en el espejo de tu anhelo. en él veía reflejada la eterna imagen de su eterno desconsuelo.
Todo era ciego, sordo y mudo, menos el mar, que comprendía tu deseo. que en su voz te repetía las santas voces de tu patria y de tu pueblo.
El viejo mar te recordaba las dulces formas de tus seres y tus cosas. con su voz te devolvía la resonancia más profunda de su historia.
Era la historia de unos pechos cuya pasión era más grande que las olas. cuyo afán de lejanía sólo era igual al de los vientos que las forman.
Hablaba de hombres que bajaban como torrentes de tus cumbres a tus costas. que en tus playas encendían las viejas llamas de las velas y las proas.
Decía de almas cuyo fuego cruzaba el sueño de las aguas tenebrosas. rescataba de las aguas a los países que dormían en las sombras.
Era la historia de una hoguera que se adueñaba de las olas misteriosas. que inflmaba el mar entero con el ardor de Portugal y de su gloria.
El sueño heroico de tu pueblo llenó tu pecho con su incendio sobrehumano. recobró sus viejas rutas en el océano sin fondo de tu canto.
Las blancas velas de otros días se conmovieron en sus puertos de otros años. entre las olas de tus versos las rudas quillas de otro tiempo despertaron.
Su afán venció las mismas sombras, los mismos vientos y los mismos sobresaltos.
Y, por los mismos derroteros, los mismos mares nunca dantes navegados.
Adamastor surgió de nuevo para cerrarles el camino con las manos.
Pero los puños de tus hombres eran más fuertes que los suyos, y pasaron.
El mismo cielo presentido los esperaba como ayer del otro lado. como ayer les ofrecía la misma luz del mismo sol, y el mismo lauro.
Luego arreciaron unas olas, que no eran estas que hoy te escuchan y te miran. en otras aguas más profundas se fué poniendo el dulce sol de aquellas islas.
Sombras sin fin substituyeron a los destellos de tus astros sin medida. de las llamas de tu fuego sólo quedó la frialdad de la ceniza.
Pero tu sueño milagroso sigue viviendo en estas aguas siempre vivas. en estas olas que no cesan tu corazón lo está soñando todavía.
El mar eterno te levanta de lo más hondo de las sombras infinitas. con su fuerza misteriosa te hace flotar sobre las noches y los días.
Su amor extiende tus palabras hasta el silencio de sus últimas orillas. hasta sus rocas más lejanas lleva el calor de tu emoción y de tu vida. Pertinaz infortunio de Nuestra América ha sido su falta de maestros. En cien años de vida republicana la juventud vió mediatizados o sumisos a aquellos que prometían más valiosa y espléndida irradiación de la inteligencia. No pocas veces surgió la promesa reverdeciendo esperanzas. Mas, al cabo, un eclipse de conformismo, de cobardía, de inmoralidad cerraba vidas luminosamente iniciadas. Tuvimos en la política y en la universidad hombres incompletos, famas mutiladas, varones cuya biografía no puede leerse entera. porque la cierran capítulos de inconsecuencia o la mancha el barro de claudicaciones. Se explica de este modo la iconoclastia de la generación rebelde de 1918, protagonista y gestora de la Reforma Universitaria, cuya prédica revolucionaria plantó banderas revisionistas en las almenas de la Universidad feudal, para luego ensancharlas hasta la dimensión gigante del pueblo americano. Aquel movimiento iconoclasta no reconoció a otro maestro que a sí mismo, y fué intransigente y activa en su proceso superador. De aquella rebeldía saludable quedó una escuela irreverente y escéptica, que no reconocía a maestros como dijera uno de sus ilustres personeros porque a todos los vió claudicar. Mas no hubo en su alzamiento una actitud de negación por la negación misma. En el fondo de su inconformidad latía una contenida nostalgia del conductor, con autoridad intelectual y moral que encauzara sus protestas y diera motivos a la fe. Por eso en su liquidación general del pasado, supo cernir purificados los nombres de un Alejandro Korn, de un Alfredo Palacios, de un Ricardo Rojas, de un Alberto Masferrer, de un Enrique Varona, de un González Prada. por eso quienes aprendimos a mirar el panorama de América desde el observatorio implacable de la Reforma Universitaria y de su continuación popular y revolucionaria sentimos el coFrancisco Luis BERNARDEZ.
Córdoba, octubre de 1949.
razón regocijado y satisfecho cuando, al modo apodíctico de Bonaparte ante Goethe, podemos decir, frente al doctor Alfredo Calcagno: He aquí un Maestro.
CONDUCTA SABER La tragedia de nuestra América ha sido, pues, la de maestros sin conducta, la de sabios sin línea, la de eruditos sin responsabilidad, la de profesores sin vertical intransigencia ciudadana. tamaños pecados, de suyo graves, todavía conviene añadir el aislamiento nacional, la indiferencia a lo americano y un sentido pragmático y oportunista de lo que debe ser un apostolado. Citamos la lista de defectos, porque ella nos está dando, en su contrafigura, una aproximada enumeración de las virtudes que adornan a Calcagno, maestro en el aula y en la calle, doctor en Letras y en Penitenciarias, tribuno de la verdad científica en el Laboratorio y de la verdad democrática en el Parlamento. Americano integral, de espiritual estirpe sanmartiniana que hace suya la causa de Guatemala y defiende, ante el acoso iletrado de una bancada rebañega, los títulos de un país hermano al irredento territorio de Belice.
Hoy, a las 18 horas, en solemne ceremonia que se llevará a cabo en el Hotel Palace, el Ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, a nombre del Gobierno de la República, otorgará al doctor Alfredo Calcagno, ilustre pedagogo y defensor consecuente de los derechos de Guatemala sobre el territorio de Belice, fun Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica