286 REPERTORIO AMERICANO CARLOS LUIS SAENZ Dramatizaciones INFANTIL TEATRO a lo puramente mecánico, o formal, o técnico.
Pero a esa explicación escapara siempre la tan oculta y telúrica unión que el verdadero hechicero artista encuentra y nos da entre lo afectivo y lo intelectual, al punto que sintien do, experimentando y gozando su creación, se convence uno de lo limitada que resulta la ciencia psicológica cuando en cuadros indudablemente ciertos hablando científicamente, nos presenta, por un lado, los fenómenos de la vida afectiva, y por otro, los fenómenos de la esfera cognoscitiva o intelectual, mas no todavía un paisaje del alma humana tal como ésta realmente sucede: a una, como un todo.
La misma, ni más ni menos, es la dificultad que está en la raíz de la explicación del arte. Muchos cómos y cuántos pueden aclararse en él, pero el que fundamental, ese punto sensitivo, eje central de prodigio y de creación, en que lo afectivo y lo intelectual son uno, donde lo que se comprende y lo que no se comprende hablan el mismo lenguaje desconocido, y el júbilo y la angustia se entremezclan como se aúnan lo material de la forma y lo estelar a que está orgánicamente inte grada, eso que hemos llamado ello artístico. todavía no ha podido ser esclarecido. El nu men, lo nouménico del arte, es por condición fugitivo e inasible conceptualmente hablando.
No se comprende; se bebe y se paladea. Hay alguien que pueda decir en qué radica lo esencial del bon vino. Pues lo mismo acontece con el roman paladino. Esto no obsta para que el uno y el otro nos calen tan hondo.
Lo anterior, para no poner punto final todavía, se nos ocurre es la razón de los movimientos literarios y plásticos modernos, esos que tanto que hacer dan a quienes, por prejuicio, están acostumbrados a enfrentarse a la estética para inquirir de ella respuestas obje.
tivas, confundiendo lo lógico con lo para lo gico. lo exacto con lo maravilloso. El artista de los últimos descenios ha comprendido, y lo ha comprendido precisamente meditando a fondo sobre la verdad de lo que es lo clásico de todos los tiempos, que el asunto artístico y central de una obra no es necesariamente su argumento, su anécdota. así lo real del arte se ha libertado conscientemente, y encontrado inmensos horizontes hasta ahora insospechados, al desprenderse de un fetiche innecesario, encontrando rumbos nuevos por donde desen volverse y remozarse.
Un caso, entre otros, dentro de esta tendencia que las gentes se empeñan en encasillar en ismos específicos cuando en el fondo no es sino una, susceptible sí de orientaciones di versas, lo constituye precisamente Fantasia de Walt Disney. Musicalizar dibujo, o colorear y animar música es todo un atrevimiento y más si se lo hace dentro de un concepto cinematico. Pero estamos en presencia de una formidable combinación, de un supercine, que también, como el arte en general, resulta inexpli.
cable. Por lo demás, todo encanto desaparece cuando se le encuentra el quid. el arte deja.
ría de serlo el día en que el hombre, convertido ya en un cerebro gigantesco, pudiera, co mo se trueca en onda sonora una eléctrica o en eléctrica una hertziana, trasmutar una emoción musical en visual o explicárselas. Bendito sea, así, el misterio, sin el cual ¿qué habrían de hacer los poetas. Ilustración de Jorge Guier. San José de Costa Rica.
1950.
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Exterior: dólar.
Costa Rica. 1950.
Recreo sobre las plantas tas envidias de Salomón, estos aromas y vir gencillas indolentes que Francisco Hernández recoge, analiza y describe, tienen un encanto nupcial, como si nos desposáramos con la montaña.
Por Alfredo CARDONA PEÑA (En el Rep. Amer. Acabo de leer, como quien camina sobre ta de un médico con algo de escaramuza. Nos las hojas de un otoño imprevisto, la incom lo imaginamos a salto de mata, sufriendo la parable Historia de las plantas de Nueva Es. intemperie de la hora, probando jugos pelipaña, de Francisco Hernández, editado por la grosos y contando vilanos.
Universidad Nacional de México en tres gruesos volúmenes. Francisco Hernández, médico Centenares de plantas va recogiendo, y al e historiador, hombre de vastos conocimientos, final del trabajo nos ofrece una selva. Tantos traductor de Plinio y con justicia llamado el poderes contenidos, tantas drogas letales y eleprotomédico del Nuevo Mundo. fué comi mentos y fuerzas duermen en la historia de sionado por Felipe Segundo para que, pa las plantas, que podemos considerar esta fuen sando a Occidente, examinase las riquezas in te de estudio como mágica. No en vano los dianas. México se proyectaba en Europa con indios callan los secretos del agro. Realizan el prestigio de una cornucopia repleta de ce. venganzas y agradecimientos con sólo arrancar lestiales condumios, y todo era preguntar, y un arbusto, y hay veces en que la ciencia con hacer cálculos, y ver a personajes contemplan todos sus alambiques adopta una actitud sudo los mapas colombinos, mientras los dedos plicante, como de rodillas ante el indígena. tecleaban en ademán de contar. como decía pidiéndole por favor el nombre de la mediciQuevedo.
na o del veneno. estudiando aquí y allá con utilidad vagabunda, nos acordamos de Juan Badeano, el indito sabio de Xochimilco, quien logró clasificar más de diez mil especies botánicas. Un Linneo de Anáhuac, sí señores, cuyo nombre no aparece por ninguna escuela del contorno, pero que acaba de ser editado en Nueva York a todo lujo, recogiendo la empresa editorial gran parte de su filosofía médica.
Nos acordamos también de Lutero Bourbank, el santo de las rosas que pintó Frida Kahlo, un anciano de clavel que llegó a pro.
ducir jardines sin espinas por un procedimiento que él llamaba quitarle el temor a las ro sas. Quitarles el temor a las rosas. Han oí do ustedes cosa más llena de poesía? Porque en verdad, si las rosas tienen espinas es por el miedo que tienen de los dedos humanos, ante sus ojos como serpientes. Lutero Bour.
bank, que las acariciaba y no las desprendía de sus urnas, supo tranquilizarlas y ellas, agradecidas, guardaban sus espadas.
Pero, al lado de estas miserias, hombres sabios y prudentes, que los hubo en España, realizaron el descubrimiento de la naturaleza, mostrando en obras perdurables la bondad de los suelos. No hay cosa como oler estas manzanas clásicas, estos Hernández y Bernales y Sahagunes. La historia que es justicia relatada ha humillado la insolencia del de a caballo, para quedarse con el aventurero genial. Muy sencilla es la razón. Estos humildes viandantes, a menudo frailes o sirvientes del rey, se preocuparon en escribir, y no en codiciar, y así lo que dejaron no tiene precio. Bernal, desgarbado y como asustado de escribir, inicia la epopeya. Sahagun estrena la minuciosidad preciosa. Pero Hernández es el primero que recoge farmacias en el bosque. Se traHay plantas y plantas. Plantas saludables y benéficas, a cuyo amor se cobija la historia de una raza, como el maíz, el sagrado tlaolli azteca, la madre de hermosa cabellera ondulante. como es denominada en los himnos prehispánicos. Plantas extrañas y lunares, copiosas de leyenda, magníficas para decorar un fantasía, como la remota cocoyac, cuyas raíces huelen a humo. Plantas homicidas y rencorosas como el funesto plepatli, hierba de alacrán, barba del diablo que produce irritaciones espantosas y mata con asiática lentitud. plantas estéticas, artísticas, como los resplandores que salen del teocuitlaxochitl, flor dorada de los atardeceres, ociosa en su hermosura, nacida para dejarse ver. La ciencia ve lo suyo, nosotros vemos lo que nos pertenece. Todas esNos acordamos también de los filósofos de la mente, tipo Vivekananda, para los cuales el alimento a base de plantas da a los hombres un bienestar corporal y una fortaleza fisica ante los cuales palidece el más suculento beefsteak. de otras cosas nos acordamos, porque el reino de Teofrasto es fecundo en consideraciones. Goethe decía: Cada planta te anuncia una ley sempiterna y cada flor conversa claramente contigo.
México, agosto de 1949. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica