Death Sentence

REPERTORIO AMERICANO 181 SELECTA La Cerveza del Hogar MOLECTII EXQUISITA SUPERIOR mos.
mientos conmigo, hizo los mayores esfuerzos para que me quedase en Co.
lombia aún después de haberle pedido por dos veces mi pasaporte para retirarme a España, y para que accediese yo a quedarme manifestó varios motivos de religión.
tamente aún contra algunos eclesiásticos, como en el caso del asesinato alevoso per petrado en la persona del Presbítero Dr.
Francisco Tomás Barreto. El hecho hubo de llenar al Libertador de sentida sorpre.
sa y sentimiento, motivando el que se expidiese un oficio para que el tribunal fue.
se inexorable con los criminales y que la causa se viese, juzgase y sentenciase en término de dos días. 107) Empero, el colmo del desenfreno de las pasiones, la criminalidad y tirria de la enemiga se mani.
festaron cuando denigrantes conspiradores asaltaron el palacio del Libertador con los malvados designios de arrebatarle la vida, en el silencio de la noche del 25 de septiembre de 1828. 108) funesta conjuración en la cual se vió comprometido el mismo Vicepresidente Santander, contra quien se pasó la infeliz sentencia de muerte. 109) que nunca se llevó a cabo merced a la generosidad del que había sido señalado como víctima. El frustrado e increíble hecho no dejó de tener profundas repercusiones; y a ello referíase Bolívar en sus cartas a los Generales Salom, Silva, Páez y otros, inculpando franca y aseveradamente los conatos que se hicieron en Ocaña por disolver y aniquilar la República. 110. El incidente a que nos hemos referido, electrificó y conmovió los sentimientos de ilustres eclesiásticos que alzaron públicamente sus sinceras protestas contra las malsanas y maquiavélicas circunstancias que motivaron las inauditas y nefandas ac.
ciones de aquella noche de septiembre; así, entre los distinguidos, los reverendos Obispos de Santa Marta. 111. de Mérida. 112) de Antioquía. 113. el Illmo. Arzobispo de Caracas. 114) y en esta ocasión de muchísimo más interés, el Obispo de Popayán, Salvador Jiménez de Enciso, de quien nos hemos ocupado por extenso.
Traigamos aquí a colación el hecho de que, entre los descontentadizos, entre la turba sediciosa que se había alzado, además de Padilla en Cartagena. 115) hacía número José María Obando, general de brigada y guerrillero realista que se había cambiado a los patriotas. Por estos tiempos habíase insurreccionado en Patia, derrotado a Mosquera, Intendente del Cauca. 116) y apo derado de Popayán, episcopado del Reverendo Salvador. De este prelado encontramos una extensísima comunicación al sedicioso Obando. 117. Constituía ésta una contestación a la insulsa que éste había remitido al Obispo el de noviembre, acusando a Bolívar en términos muy de.
tractores y llamándole el arlequín del dogma santo y asesino de sus ministros. 118. Entre las legítimas exculpaciones del prelado, encuéntrase la de exonerar al Libertador de toda responsabilidad en el asesinato de los capuchinos de las Misiones del Caroní, punto que ya hemos discutido. Prosigue Jiménez de Enciso: por la guerra de Independencia, y por las agitaciones de los dos años últise prevenga a todos los curas, predicadores y demás individuos del clero que encarezcan al pueblo la necesidad y obligación que tienen de unirse al Gobierno para restablecer enteramente la paz y la tranquilidad pública, lo mismo que la unión entre los ciudadanos. También le pintarán vivamente tanto en público como en privado, la enormidad del crimen de sedición, su fealdad y los males in mensos que causa a los mismos pueblos, a fin de que la eviten e impidan por cuantos medios estén a su alcance, haciéndoles sentir que esta es una obligación estrecha de conciencia. 121. que US.
Cabe notar también que, por este año de 1828, el Libertador se activaba celosamente en sus relaciones con ia Iglesia en modos muy aceptos a ésta. El 28 de agosto escribía a su amigo Cristóbal Mendoza, Intendente que fué del Departamento de Venezuela: Llamaba el Obispo a Bolívar el arca de la salvación de la República. el sujeto de las circunstancias, para la futura felicidad de Colombia. y por ende, le incriminaba a Obando las injusticias y males que su conducta ocasionaba a la luz de las leyes canónicas. Todo fué predi.
car en desierto. esta reconvención del Obispo, el rebelde se limitó a replicar. los argumentos de hecho, que son los opone a mis inconcusas observaciones, sólo se debe contestar con las bayonetas.
El Libertador, por su parte, y en vista de las turbulencias que acrecentaban a diario, además de tomar las correspondientes y adecuadas medidas militares, manifestaba emplear el paliativo de la Iglesia para tratar de conseguir la restauración del orden y de la paz. Se proponía encender el entusiasmo de la religión para oponerlo contra todas las pasiones de la demagogia. 119) Habíase dado cuenta exacta del peso de la solidaridad que habían revelado a su favor los pronunciamientos que se siguieron al de Bogotá el 13 de junio. En éstos se protestaba contra los actos de la Gran Convención de Ocaña, cuyos poderes se revocaban y se llamaba a Bolívar para que se encargase del mando supremo de la República. en las cabeceras eclesiásticas, en arzobispados y obispados: Bogotá, Caracas, Quito, Popayán, Cuenca, etc. etc. firmaban el movimiento de adhesión, antes que nadie, el Intendente, las altas dignidades de la Iglesia, Cabildos eclesiásticos y comunidades religiosas. 120) Así pues, por medio de importantísima circular se excitaba a los prelados de la República a recomendar a los curas y predicadores, exhortar a los pueblos a separarse del intento de sedición criminal. Decfase en parte. Desde mi llegada a esta capital he dado varios decretos importantes que han sido muy bien recibidos, sobre todo aquellos que tienen por objeto sostener la religión. Persuadido de la utilidad de esta consagración, he rogado al Ilmo. Arzobispo a fin de que propongan al gobierno aquellas mejoras y reformas que podamos hacer en bien de la Iglesia y en el ramo de los diezmos que está muy atrasado según me dice el señor Arzobispo. 122. Que el General Bolívar haya tratado de imbéciles, como US. dice, a los que daban manda nientos de la Igl. sia, no lo he sabido hasta ahora. No sé quien haya llamado al General Bolívar el apóstol de la reli gión yo algunas veces he dicho que él la protege, y para ello tengo varios fundamentos aún en mí mismo. US sabe que en Pasto, sin embargo de haberle hecho yo la mayor guerra, en el modo que mi estado me lo permitía, olvidando todos sus resentiY en efecto, ya Bolívar había escrito al General Briceño Méndez y a Páez para que se acercasen a su Illma. el Arzobispo de Caracas, y su tío el Obispo, con fines de discutir los susodichos asuntos. 123. al parecer se progresaba en estos objetivos ya que el Libertador se encontraba muy contento de la conducta del Arzobispo. 124) a quien rogaba, por ende, que sus ministros no cesasen de predicar la moral cristiana. 125) Empero todo esto, las cosas no marcharon en toda perfección: origináronse con el prelado ciertas dificultades con motivo del patronato, y sobre cuyo asunto hubo de hacerle el Libertador serias recomendaciones encaminadas a la razón y a la rectificación de sus procedimientos. 126. Persyadido el Libertador Presidente del influjo saludable que debe ejercer el venerable clero secular y regular de la República, para mantener el orden y la tranquilidad de los pueblos, de que tanto necesita Colonbia, para curar los males producidos Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica