248 REPERTORIO AMERICANO Los Maestros se mueren Por Juan Antonio CORRETJER (Envío de autor. En El Mundo, San Juan de Puerto Rico, 5, XI, 57. misiones imperialistas y a la vez con el nacionalismo tradicional que a nada nos lleva.
Así, a la distancia, teniendo de por medio millares y millares de marañones y orinocos, popocatepeles y cotopaxis, y golfos y caribes y magallanes; y llanos y pampas y sertones, fueron haciendo, por sobre la hostilidad la indiferenoia; por sobre la agresión là traición, lo que por debajo del mar hace la Cordillera de fuego andino.
Para esa obra de gigantes. con qué fuerza contaron? Con una; con una sola: su desinterés. Hombres que para ellos mismos nada quieren pueden mucho. esa generación, vespertina ahora, organizó, con esa sola fuerza, sino un nuevo estado político, sino un Tihuantinsuya moderno, esto, que vale muchísimo: una nueva emoción hispanoamericana al servicio de la libertad.
Tiré el periódico y quedé pensando.
En esa Bogotá de casi inalcanzable geografia, había muerto Don Baldomero Sanin Cano. Más allá, en Buenos Aires, Don Ricardo Rojas. la realidad cayó en mi alma como una noche lóbrega.
En verdad, en verdad, que los maestros de mi generación se están muriendo.
Realidad trágica, que nunca es exclusivamente personal. Siempre va más allá de un individuo, o de una familia. Alcanza hasta a una generación, hasta un pueblo.
En el caso de los hispanoamericanos va más lejos. en medio del dolor que en nuestro medio siembra, queda solamente esta compensación tan absolutamente necesaria todavia de recordarnos, con áspid de fuego en el corazón dolorido, hasta donde somos uno los pueblos hispánicos de América. Pues, a los puertorriqueños, como a los nacionales de cualquiera de nuestras demarcaciones políticas. nos han servido de maestros, colombianos argentinos; puertorriqueños y nicaragüenses, cubanos costarricenses, uruguayos y chilenos; peruanos y venezolanos y mexicanos; dominicanos y cubanos. sin embargo.
Sin embargo, ese coro de almas que entre fines del Siglo XIX y las dos primeras décadas del XX se erigió, con su conducta, pirámide magistral de América, jamás pudo reunirse para, sobre el estrechón de manos y el abrazo de encuentro, hacer reflexión dialogada útil a nuestro destino. Procedieron siempre los que se nos fueron y los que nos quedan. como una especie de senado espiritual de América, consejo moral de un estado mental que se extiende desde Mexico a la Argentina y Chile. Su conversación se ha llevado a cabo por correspondencia y con el envio de re cortes de Prensa o el intercambio de periodiquitos o de libros. Lo han hecho al ritmo lento del correo ordinario y fiado al azar poco glorioso de los que mandan en las oficinas postales. Fueron los idos, Rodó, Varona, González Martínez, Ugarte, Prada; Don Juan Guaiberto, don Fed. Don Américo, Don Froylán; y siguen siendo los que quedan: menciono sólo a Don Joaquin. que es el más dulce y simbólico de todos. entendedores de la voluntad revolucionaria de América, sin hacerles remilgas Por contraste, apenas pasa ahora mes sin que los periódicos nos traigan noticia de algún congreso celebrado pomposamente en algún lugar de nuestra Sanín Cano América, Congresos de ratones. como Cabeza de Ramón Barba decía Don Manuel, Congresos de ratones presididos por un gato, por un misal medio inmediatamente necesario de misimo gato. Sobre su cinismo y su frasus manos ni importales el extremo ideo caso flota, como una triunfante bandera, lógico a que haya ido a parar. Han sido, el ala ancha del sombrero de Sanín Cano, sobre todo, adelantados de ese naciona la corbata de Rojas, el con usted. de lismo popular que tanto necesitan nues Don Joaquin tros pueblos para acabar con las IntroEstampas de la India (En Rep. Amer. Desciñe el cielo su purpúrea veste junto al dormido estanque del ocaso; esmaltan níveos pájaros el este como el festón de un repujado vaso.
La noche llega con silente paso calando en sombras la llanura agreste y en el gastado vellori celeste cuelga la luna su timbal de raso. Oh, la dulce quietud de aquel paisaje que se convierte en tintes de celaje. Oh, la mística unión de los momentos en que oimos la vina de los vientos sumir las inquietudes del boscaje en santa placidez de arrobamientos!
JOSE ACUÑA Madrás, 1953 (1) La vina es un instrumento musical hindú, que se tiene en alta estima y que requiere para su tocado una com plicada técnica de digitación (J. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica