264 REPERTORIO AMERICANO bre, nació una amistad que el tiempo habría de consolidar. Tú no volverás a Costa Rica, si no es con tu diploma de médico bajo el brazo. Haré valer en la Universidad y en el Liceo tus notas y tu pasado en el magisterio, para que te eximan de los dos primeros semestres de estudios. Te recomendaré al Decano y al profesorado. Mis libros serán los tuyos.
Mi dinero, de quien más lo necesite. así respondía Ricardo a mis renovadas dudas. Yo me sentí conmovido; jamás nadie me había hablado en tales términos y quien así se expresaba era un muchacho a quien acababa de conocer, y que sólo tenía de común conmigo el lugar donde habíamos nacido.
De la dispensa del dependía matemáticamente que yo pudiera o no ingresar en la Universidad, pues por más que barajaba las cifras de mis haberes, no podían éstos estirarse hasta cubrir más de cinco años de estudios. Pero yo pensaba: si mi vida de estudiante esforzado y de maestro celoso nada habían significado para los costarricenses. qué valor podían tener aquellos papeluchos para los extranjeros. Pocos días después partíamos Ricardo 19318 y yo para Ginebra. No obstante ser él de menos edad, hacía el papel de tutor: casi dijera de padre cariñoso: me consentía, me animaba y combatía con su fe, este negro pesimismo que ha sido compañero inseparable de mi vida. La travesía de París a Ginebra fue grata.
Dr. Ricardo Moreno Cañas Ricardo tarareaba canciones populares Dibujo de Laporte francesas; repetía trozos de las Concherías de Aquileo; recordaba expresiones de nuestro pueblo, todo en un constante afán de distraer mi pensamiento de las ideas fijas que lo atormentaban. un momento dado de la travesía, como adivinara Ricardo en mí alguna fatiga, abre su valija y saca de ella una elegante boPor el Dr. Solón Núñez tella. Esta loción decía Ricardo, mientras me frotaba la frente. se la (En Rep. Amer. dió un novio a mi hermana Clarita. En lo menos que puede pensar el pobre, es las nueve de la noche, el tren se de tado, a mí se me había negado el más que sea este par de abrutis quienes estenía a las puertas de París. Era el mes insignificante apoyo. Cansado del viaje, tán usándola. Por cierto, que cuando se de octubre del año 1911. Rubén (el no acepté la invitación que Rubén me la regalaron, las sirvientes comentaban doctor Rubén Umaña) me esperaba en hacía para ir a la Opera y me fui a acos que a Clarita le habían regalado un perla Gare du Nord. Cómo se lo he agra tar, que no a dormir, pues quería estar jume que se llamaba lition. Ridecido siempre! De allí nos dirigimos a a solas con mis pensamientos. Muy tem cardo reía con aquella risa que era como la casa Nº 42 de la Rue Monge, donde prano de la mañana, según la costumbre espuma del corazón.
Rubén tenía su cuarto y había reservado de levantarme primero que el sol donde uno para mí. Una nueva desilusión debía quiera que me halle, estaba ya en pie. La Apenas abierta la matrícula de la Escuela de Medicina, me conduce Ricardo amargarme aquella noche, que pudo ha idea de regresar a Costa Rica ganaba teber sido paréntesis de alegría. Yo espeante el Decano de la Facultad que era rreno en mi espíritu.
raba encontrar en París a Alejandro Mon Silencio absoluto alrededor; sólo una el profesor de Anatomía, doctor Segistero, con quien desde Costa Rica había lluvia fina golpeaba los vidrios de la esmundo Laskousky. 10h contraste! Yo mantenido correspondencia, para, trecha ventana. De pronto, sin esperar que de niño había ido solo a la escuela compañía suya, hacer mi viaje a Ginebra primaria y al Liceo, era, de hombre ya, respuesta a un ligero toque producido con donde proyectaba iniciar mis estudios de los nudos de los dedos, se precipita en mi conducido casi de la mano a la UniverMedicina. Alejandro está en Inglaterra cuarto, en bata de baño, con los brazos sidad. El doctor Laskousky saluda a Ri.
pero tú te puedes ir con Morenito (Ri. abiertos cuan largos eran y el semblancardo con paternal simpatía recordando cardo Moreno) que está aquí. Maña te alegre como unas castañuelas, un muen él al estudiante aventajado del curso na te lo presento me dijo Rubén. No chacho en quien reconocí, por haberlo anterior. Ricardo me presenta, extiende me presentés a nadie. Me iré sólo mis papelotes y hace al Decano un envisto años antes, desde la acera del anGinebra. respondí a Rubén, sin ocul tiguo Banco Mercantil, pasar jadeante y tusiasta resumen de mis pasadas activitar mi contrariedad. Yo llevaba muy sudoroso, al vencedor de la primera ca dades; éste, sin ahondar nada, me ma adentro del alma la repulsa de mis aspi rrera de Maratón que se celebraba en tricula directamente en el tercer semesraciones, por presidentes, congresistas y Costa Rica: Ricardo Moreno Cañas. Yo, tre. El quedaba descartado y aún por los mismos hombres que habían a pesar de mi predisposición, me sentí con la dispensa, las posibilidades de emprender mis estudios.
sido mis profesores, convertidos súbita dominado por aquel muchacho cuyos mente de pedagogos en políticos. Mien ojos, cuya boca, cuyos gestos eran de la Era la primera vez que un asunto mío tras no pocos ricos sin otro lastre que la más encantadora sinceridad. Ricardo dese resolvía pronta y favorablemente; influencia política familiar de sus padres, jó a descubierto su corazón y aquella paseaban en Europa por cuenta del Es mañana fría y oscura del mes de noviemConcluye en la pág. 269 Mi personaje innolvidable en a Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica