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REPERTORIO AMERICANO 35 SELECTA La Cerveza del Hogar CELESTE EXQUISITA SUPERIOR ción, deseaba regiesar a mi país. Eso fué lo que firmé.
no quedar un solo día en este paraíso democrático. Cuarenta muchachas alemanas que cesaron con soldados de ocupación yanqui, vocearon los más selectos insultos contra Norteamérica la mañana que fueron a dar, con sus hijos, en aquella reclusión obligada.
Ellis Island nos sirve además para hacer algunas comprobaciones políticas adicionales. No vimos por allí un solo negro. Los había, pe ro en otros departamentos reservados para delincuentes. Nos enteramos que los recluídos que trabajan reciben diez centavos por hora, con lo cual los celosos comisionados de las Naciones Unidas que han pasado tantos apu ros por encontrar la evidencia de trabajo for zado en la URSS, podrían tener maravillosos hallazgos sólo con gastar en un taxi y tomar el ferry de la isla. Un grupo de cubanos detenidos en otro departamento (y que saludaban mi salida a las ventanas con vivas al periódico Hoy) me hablaron de una carta suscrita por cincuenta personas de diversas nacio ralmente excluído de los Estados Unidos.
nalidades quejándose del trato abusivo la Mi caso debía someterse directamente al At.
comida infame. Estas son unas pequeñas sidetorney General de Washington. Podía esperar views a las que se tiene acceso desde el obsu solución, que demoraría indefinidamente.
servatorio provisional a que nos destinaron.
Ahora bien privadamente (off the record Mis días de Ellis Island fueron de mera rutina. Dentro del vejamen que supone en doctor) se me hacía saber que si yo quería regresar de modo voluntario a Cuba, esa misviarme allí, se me trató siempre con respeto, ma tarde tomaría el avión de regreso. Les recon lo cual sólo quiero decir que no hubo gritos ni insolencias que, por otra parte, no pliqué que estaba en Nueva York para cumplir con mi deber como Tesorero de la So hubiera tolerado. Lo único interesante fueron ciedad Interamericana de Prensa asistiendo al los interrogatorios y entrevistas con los reCongreso y que para esa visita me consideraba presentantes de la FBI.
en pleno derecho como ciudadano cubano, de Pocas horas después de mi ingreso me acuerdo con los tratados vigentes; que no condujeron ante la Junta de Investigación. abandonaría los Estados Unidos hasta que se Un hombre del Buro Federal me advirtió ceme informara oficialmente que no se permitiremoniosamente, que debía prestar juramento ría mi entrada durante los días del Congreso. si era mi voluntad y que el perjurio era en cuyo caso yo podría denunciar ante el mun.
castigado con sanciones de hasta cinco años de do que los dirigentes norteamericanos que cárcel o de dos mil pesos de multa o ambas pretenden vender a los otros pueblos su decosas. Les hice saber que estaba dispuesto a mocracia junto con la carne en lata, la Codeclarar bajo juramento pero sólo sobre asun ca Cola, los chiclets y los empréstitos, habían tos que se relacionaran con mi visita a Estaimpedido la entrada de un periodista latinodos Unidos y nunca respecto a problemas de americano a un Congreso de Prensa, dando la competencia de las autoridades cubanas, úni.
con ello un ejemplo cabal de lo que entienden ca jurisdicción a la que me considerába somepor libertad de información. Terminé pidien tido. Con esta salvedad se me invitó a jurar do permiso para hacer dos llamadas telefónibajo esa clásica fórmula que nos hemos apren cas, en presencia de mi investigador y bajo dido en las películas: decir la verdad, toda la su supervisión directa: una al Embajador cuverdad y nada más que la verdad.
bano, mi amigo el Dr. Luis Machado y otra El interrogatorio versó sobre mi filiación al Dr. Guillermo Martínez Márquez, compacomunista, los cargos que ocupo en el Parti ñero de delegación y Secretario General de la do, los que he tenido en el Gobierno y las ac. SIP. Esa autorización me fué negada, no imtividades que desenvuelvo en mi labor políti porta que la negativa estuviese envuelta en ca. El oficial pretendió que yo le suministra untuosa cortesía.
ra nombres de esas organizaciones, domina El miércoles a las dos de la tarde fuí lladas por los comunistas. Como le dije que mado de nuevo ante el mismo investigador.
no entendía lo que quería preguntarme, ense Me informó que Washington había llegado a nó sus cartas: quería saber en qué movimien una conclusión sobre mi caso: quedaba excluítos y organizaciones participan o han partici do de la entrada a los Estados Unidos. Si de pado los miembros de mi partido. Le expliqué seaba apelar debía esperar en Ellis Island duque esas organizaciones no eran, como él las rante un período de tiempo no menor de tres definía, organizaciones ligadas a (linked to) semanas y que podía extenderse a varios me.
los comunistas, sino por el contrario, eran los ses. En caso de que quisiera regresar a Cuba comunistas los que estaban ligados a ellas. tendría que retirar voluntariamente mi so Que cuando los puntos de vista de nuestros licitud de admisión. Aclaré que yo nunca hacompañeros triunfaban se debía a que eran bía formulado tal solicitud y me respondieron aceptados como los mejores. Cuando insistió que ella iba implícita en mi viaje a Nueva en que le diera el nombre de algunos de esos York.
movimientos en que he participado, para te Como se me confirmara que no podría nerlos como ejemplo, le mencioné el Comité entrar en los Estados Unidos durante el tiemEstudiantil Universitario de 1935 (se lo ad. po que duraría el VI Congreso Interamericano vierto a tiempo a Juan Antonio Rubio Padi de Prensa, decidi regresar. Me presentaron una lla y otros ministros y funcionarios del actual declaración por la cual yo afirmaba que siengobierno que pertenecieron a aquel Comité; do inadmisible en Estados Unidos, deseaba resi no los dejan entrar a EE. UU. me declaro gresar a Cuba. La rechacé vigorosamente.
culpable. Redacté otra mediante la cual al no permitir Al terminar la investigación quedé infor seme el ingreso en Estados Unidos y al haber mado de que por el momento era tempo sido rechazado por las autoridades de inmigraLa misma tarde, escoltado por dos FBI me depositaron en un avión de la Línea Aeropostal Venezolana, en la que tenía pagado mi regreso. Una hora de conversación con aquellos norteamericanos que me acompañaban ha dejado en mí un recuerdo decepcionante. No hay dudas de que los editores de periódicos que se reunieron en el Congreso y sobre los cuales diré algo inmediatamente, han logrado estampar su impresión perdurable en las mentes de algunos millones de descendientes de Jefferson y Lincoln, más millones de lo que podría desearse. Uno de aquellos caballeros acompañantes, acosado por mis argumentos, grito de pronto que si los Estados Unidos no nos compraran generosamente el azúcar, todavía los cubanos estaríamos semi salvajes. El otro, más comedido y cortés, era la viva estampa de Babbitt. Con esos ingredientes humanos se está preparando una tercera guerra mundial.
Tales son los hechos. Vayamos ahora a algunas consideraciones indispensables. Por qué fuí a los Estados Unidos. No sabía yo que sería rechazado? Eso me preguntan algunas personas.
En la ciudad de Quito, al reunirse el Congreso Interamericano de Prensa, los miembros norteamericanos del Comité Ejecutivo reclamaron la sede para Nueva York. Alegaban y parecía razonable, que los cinco Congresos primeros habían tenido lugar en ciudades de América Latina: México, La Habana, Caracas, Bogotá y Quito. Cuando les objetamos que en Estados Unidos se pondrían dificultades a muchos delegados, quedaron comprometidos a evitarlos. El Comité Ejecutivo acordó proponer Nueva York y llevó la propuesta a la Asamblea General. Allí el periodista peruano Genaro Cernero Checa se opuso, insistiendo en que la discriminación racial y política que se ejercía en los Estados Unidos hacía imposible celebrar allí un Congreso con las mismas garantías que habían tenido los anteriores.
Entonces Hall Lee que es hoy Secretario Ejecutivo del Congreso y que presidía en Quito la delegación norteamericana. después de pedir excusas por la discriminación racial que prevalece en su país y que él mismo calificó de bochornosa. dió seguridades de que no habría obstáculos políticos a la presencia de delegados de todas las ideas. Al amparo de ese compromiso público, me dirigí yo a Estados Unidos.
Cuando el problema de mi internación en Ellis Island fué presentado al Congreso, miem.
bros de la Comisión Organizadora. según cablegrafió la United Press dijeron que el Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica