REPERTORIO AMERICANO 119 Saludo con alegría el cambio futuro.
Fragmento del Poema Nuevo de Alfredo Cardona Peña, publicado por Cuadernos Americanos en un Sobretiro, en el año 1955, en la Ciudad de México.
dar una fiesta de tres mil diamantes, en tanto que los hijos de los muertos se caen, vagan entre la noche como hojas desprendidas; vale más un canalla perfumado que un maestro de escuelas matutinas; ios puñales se venden mejor, y son los libros basuras del iluso, objetos rotos.
Creo en una poesía manchada como la frente del minero, limpia como la mano del padre, saliendo de la frente como un unicornio de fuego.
En unos renglones cortos atravesando la tierra como un río plateado, cuya piel sea como la de los bastones de muchos años, y cuya forma no sea como la rosa perfecta sino como la piedra humilde, Ah, cómo me ha costado, bien mío, llegar a saber que la poesia, toda, toda, es el hombre bajo la lluvia, empapado de necesidad.
Siempre así, desde el caos sometido a la luz?
Mas tú, gloria inminente, óvalo diminuto, potencial de matrices, pones sobre los pechos un laurel encendido.
Esperanza te llaman las virtudes sin lianto y fuego sobre el alma los que padecen frio.
No prosperan por eso los cantos intocables, llenos de acento, escritorio y humo de cigarrillo; que olvidan las denuncias necesarias y las palabras usan como guantes.
Ellos hablan del pueblo detrás de los cristales, del dolor en un banquete, de la poesia en una conferencia; las liras embalsaman con filtros azules, pero son incapaces de abandonar sus torres y bajar a la plaza donde escribe la vida, He aquí, yo no soy más que un habitante, ningún título decora mi esfuerzo, mas la vida, que es historia, me ha doctorado en pasión. Dejaró por eso de ser útil. Mi canción no tendrá eficacia. Negará el pueblo que le di mis mejores esfuerzos, que fui bajo su trono coma un iampo ciego donde mis hijos crecen y mis cantos. Habrá iniquidad en mi lengua, y no podrá mi paladar discernir las cosas depravadas. 1) no es que levantemos nuestra voz contra el tiempo en cuya poderosa corriente fuimos hechos; que si el tiempo es dolor, más profundos nos hace, y aquel que fue dichoso, parva es de las eras; sno que valorando los prodigios del hombre, viendo cómo ha vencido las arañas del miedo, cómo sus rayos tocan la celeste, y más. cómo penetra en la materia ciega como un príncipe, hasta el fondo, en el centro de los soplos dormidos, no ha podido reinar defendido del crimen, ni ser, sobre la tierra que vendió para el odio, poseedor invencible, clavel de su heredad.
La belleza es servicio, y el servicio trabajo.
Vamos al tiempo en que se cumplirán estos himnos, él es como un navío que salió y aún no llega. Cómo serás, figura de animal como en sueños? la mitad de sombras, precipicios, cuando los dados juegan la túnica del hombre y agua y sangre denuncian la herida del costade, tu pregunta nos duele como un vientre esperando.
Grávida está la tierra por el sollozo nuevo, inquieta como madre de soldado en el frente, y el hombre, todo el hombre, es un padre que aguarda al pie de los enigmas su primogenitura.
Han lamido los hijos de la vida tu anhelo como toros la sal, como arroyos la sombra, y eres como el sonido que vibra en los caminos del hierro cuando trenes en marcha ya vienen a lo lejos.
Niño nonato, dormido bosque, alto iceberg de historia chocando con algún trasatlántico hacia el alba, eso eres en nosotros, que no te miraremos y agitamos los blancos pañuelos del saludo.
Hacemos estos signos cuando guerras, martirios, todas las conspiraciones posibles e imposibles han cegado los limpios manantiales del dia, y cuando, como un frío cuchillo de esmeraldas, arrancamos los ojos a todo lo que sueña.
Se ha perseguido a los sabios, se han dinamitade los lirios, puede un histrión, vistiéndose de gala. La materia, su inmensa mariposa de fuego, cayendo como un rayo criminal en la hierba; Su energia tiene palomas, aves de vuelo santo, pero el hombre prefiere desatar sus jaurias como un loco rompiendo la jaula de las fieras de noche, junto al sueño de una aldea dormida.
El oro es un producto necesario, lo ha descubierto el hombre para premiar sus actos y no para matarlos ni para que nos mate: Hora la pobre tierra, conquistada por el imperio de su horror dorado.
La máquina es la gracia varonil del esfuerzo, única esclava dócil que la vida permite, mas su poder aúlla como un lobo arrecido, y es la máquina entonces la dueña de su esclavo.
La poesía se viste de laurel y procura la mirada del duque, su anillo de briliantes; cierra entonces los ojos, muérese por un beso, y el canto guarda luto por el hada del pueblo.
Missis Brown de color va a tomar su alimento en la tienda lujosa de Lincoln bulevar: la tiran coma negra vergüenza, y ella escribe sti protesta en los viejos murales de su frente.
Los veinte siglos de color solemne, pangue lingue y glorioso misterio coronado. han devuelto a los tristes la sonrisa del agua, han salvado la luz de lo cruel de la ira?
No. Sino que el viento barre los escombros del pasado, y permite la invasión del oriente como un carro vengando la quietud de la sombra.
Por eso levantamos coronas de campanas en tu honor, casa nueva. botón de la mañana, porque en ti vislumbramos el amor recién tibio y el decoro que sabe defender su doncella.
Vienes del Asia, suenas como un gong en un bosque, paz impregnada en pez que arderás en lo impuro.
Bajo tu luz un solo linaje habrá en la sangre.
Toda la piel del hombre tendrá un solo color. 1) Job. VI. XXX Alfredo CARDONA PENA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica