AnarchismKidnappingLiberalismSocialismViolenceVíctor Raúl Haya de la Torre

REPERTORIO AMERICANO 137 Heroísmo y ensueño en JORGE ISAACS Por Felipe MASSIANI (En El Nacional de Caracas, 10 de noviembre de 1949. Allá por los años del 48 al 49. justamente hace un siglo, vivía en la histórica y romántica Santa Fé de Bogotá completando su formación en la segunda enseñanza un adolescente colombiano. Estaba registrado como alumno en el Colegio del Espíritu Santo, fundado y dirigido por Don Lorenzo Maria Lleras.
Contaba entonces once años, venía de la provincia y del campo. Había nacido, en efecto, en el dulce valle del Cauca, en la ciudad de Cali, población que está más hacia el Pacífico que cerca del Caribe. No en la vecindad, no del lado de Venezuela como lo están Cúcuta, Barranquilla o Cartagena.
Cuando abrió los ojos al mundo lo hizo en casona antigua frente a la Capilla de Santa Librada. Es el año de 1837, memorable en los anales del romanticismo y del civismo americano, porque es tiempo de vendimia para un ilustre soñador y ciudadano de la Argentina.
Es la fecha de la publicación de La Cautiva, por Esteban Echeverría, autor también del Dogma Socialista y del Matadero.
SE LLAMA JORGE ISAACS Jorge Isaacs vas sacudiendo la melena cana que los peñascos de granito azota; y detenido, de coraje tiemblas, columpiando al pasar, la selva añosa.
Las nieblas del abismo son tu aliento que en leves copos despedaza el viento, Hijo de Don Jorge Henrique Isaacs, judío inglés quien vino de Jamaica a Colombia.
La madre de Isaacs fué Manuelita Ferrer, hija de español. Son nombres que merecen el recuerdo cariñoso.
La cantera de la sensibilidad extrae su riqueza de una tierra y de un paisaje. es destino de hombre, el vivir toda la vida, acompañado por los primeros rumores, por las cosas, los seres, contemplados por la mirada asombrada. La geografía de la niñez de Isaacs es el Valle del Cauca, la misma de su nacimiento.
Es en el Valle del Cauca, también, quien para que se entre en comunicación inefable con su belleza y su dulzura, encuentra el intéprete en Isaacs. La fisonomía poética, de aquella bella comarca colombiana, se fijará con rasgos inconfundibles, gracias al entrañable amor del sentidor a su paisaje.
Isaacs es de los más exactos líricos de los ríos colombianos.
Habla ahora del Río Moro, corriente enérgica y caudalosa.
Pero ese afecto entrañable a Colombia, a la tierra nativa, como de algo hundido en las venas y en el corazón, tiene mucho que ver con el destino torturado y enérgico de Jorge Isaacs.
Es adolescente apenas cuando aquellas sangres calientes que lleva con él. lo empujan hacia el vórtice del existir convulso y sonámbulo que es muchas veces el fluir de los días americanos.
La época en que está inmergida la adolescencia y la juventud de Isaacs fué rica hora dura. Después de la Independencia, er que se derrumba la estructura colonial, los pueblos, aún sacudidos por la violencia de la conmoción histórica, andan buscando un orden civil y una estructura democrática y republicana, en forma apasionada y combativa.
América, como se ha dicho, oscila entre la anarquía y el despotismo.
Sólo las últimas décadas del XIX, el continente va a alcanzar en algunas naciones un tanto de estabilidad y de paz. Pero el fenómeno resulta explicable, si se recuerda que se trataba de crearlo todo: la economía, como el texto legal cuya norma rigiera la vida normal y pacífica. así lo demás.
Cuando aquello está acaeciendo, el adolescente apenas, interviene y deja su campo virgiliano, y sus sueños, para empuñar el fusil en defensa de la vida normal y pacífica de su pueblo. Un caudillo insurge y contra su juego siniestro apuesta su corazón estremecido y místico el David del Cauca. Recordemos que los años del 32 al 61 son una de las etapas de la lucha entre el Conservatismo y el Liberalismo por el poder.
El pequeño David. Manuel Tejada se llamaba el coronel que confió seguro a Jorge Isaacs la bandera de la columna Torres. La anécdota es hermosa, pertenece al romanticismo de la vida civil y al par heroica de Colombia. Igualmente es patrimonio de sus armas. Lo cuenta Max Grillo y la anécdota nos la suministra Mario Carvajal, quien ha escrito fervorosa y bellamente su Vida y Pasión de Jorge Isaacs. Cuando por las calles de Cali pasaba la tropa y sonaban las fanfarrias y los atambores, las gentes salían a las puertas de las tiendas a los balcones de las casas a contemplar a aquel abanderado que parecía un príncipe árabe en vuelto en la bandera de oro, de azul y de sangre generosa, como la que corría por las venas del mancebo de origen judío. Un día, en que la tropa se disponía a marchar, más embargado por la bandera que por el recuerdo de las armas, olvidóse de tomar la carabina el novel soldado. Cuando de su olvido cayó en la cuenta, obtuvo la venia de un jefe para ir a buscar el arma hasta su propia casa.
Mas cuando Jorge llega a la morada de la casa paterna, su madre lo aguardaba y dándole la carabina: Ve, hijo le dice a cumplir con tu deber.
Del 61 al 80 predominaron los Liberales.
En la guerra del 60 toma parte otra vez esa alma sensitiva y con aliento mesiánico como su raza. En aquella dolorosa peripecia, Jorge Isaacs está del lado de los que combaten, contra la ambición frustrada de Tomás Cipriano Mosquera. Pero entretanto Dios sabe cuando ni por qué hace esperar a aquellos a quienes quiere bien. el alma trémula y receptiva de Isaacs, se enriquece al contacto del paisa je de las montañas de Antioquia. esto sin dejar de guerrear. Mi querido Bernal Díaz del Castillo, que es a quien recuerdo ahora, inmaduro novelista del pueblo, escribía sobre el cuero tenso del tambor su magnífica Historia de la Conquista de la Nueva España. Quiero señalar como en el errar de la campaña escribe Isaacs mucha de su poesía.
Extraña la vida de aquellos egregios varones hacia los cuales debemos estar haciendo siempre camino de retorno, pues extraemos luz y esperanza, y llama, que calienta la desesperanza, y la enciende hasta la fe. Isaacs vivió en el mismo siglo de Martí. Martí es poesia, y sacrificio y faro. Martí le tocó ser, creo, para AméEres hermoso en tu furor: del monte lanzado en tu carrera tortuosa, nal Privado incorporado a la Legislación peruana) ratifica en su Capítulo IV, Título III, la exclusión (Art. 356) de los delincuentes políticos.
Por todas estas referencias, y a la luz de la propia legislación peruana y de las Convenciones y Tratados Internacionales suscritos y ratificados por el Perú, aparece clara la situación de Haya de la Torre, quien no es un asilado diplomático sino un rehén político.
Su situación en la Embajada de Colombia rodeado por carros blindados y fuerzas militares que impiden el ingreso o salida de cualquier persona y que tienen orden de disparar sobre la persona de Haya de la Torre apenas aparezca en una ventana o azotea del edificioes un caso típico de secuestro. El hecho de haber elevado el caso de Haya de la Torre a la Corte Internacional de Justicia de La Haya no es sino un procedimiento dilatorio, ideado por Víctor Andrés Belaunde, para hacer posible ese secuestro.
Ante la Corte de La Haya no queda sino exigir las medidas de protección que el Reglamento de dicha Corte establece en el Art. LXI de su Cap. II sobre Reglas Particulares de las Medidas de Protección. Estas medidas pueden adoptarse según el Reglamento de la Corte en cualquier momento y pueden adoptarse motu propio por la Corte misma. es ese alto tribunal de justicia mundial el que, antes de decidir si el Derecho de Asilo debe perecer o mantenerse en América, está en la obligación de exigir para Haya de la Torre las medidas de protección que los Derechos Humanos imponen, para evitar el plan de asesinato que tiene concebido la Junta Militar de Lima si la cólera del pueblo peruano, oprimido y hambreado, estallara en cualquier mo.
mento.
Este es el caso que planteamos ante la opinión pública americana, ante la OEA y ante la ONU. ante la propia Comisión de los Derechos Humanos de la que Haya de la Torre es miembro y consultor designado por la Liga de los Derechos del Hombre en su Asamblea de París de abril último. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica