328 REPERTORIO AMERICANO CARRERA ANDRADE y las Letras Francesas Colaboración de DARIO LARA por el abismo, mientras que casi todos los hombres renuncian a comprender el sentido del drama actual, los poetas son los únicos que ven claro. ha escrito Daniel Rops.
Con el título Poesía Francesa Contem.
poránea acaba de publicar su último libro, el poeta ecuatoriano Jorge Carrera Andrade.
Podemos asegurar por experiencia personal que este nombre no es desconocido en diversas latitudes del mundo intelectual y artístico. La obra poética de Carrera Andrade, con lo que lleva publicado hasta la fecha, es seguramente una de las más im.
portantes no solamente de la poesía hispa noamericana, sino también de las Letras Españolas contemporáneas. Las traducciones que de sus obras se han multiplicado tanto en Francia, como en Bélgica, Inglaterra, Estados Unidos, han llevado por todas partes con la fama del poeta, el encanto y el perfume de su poesía, en la que los críticos se complacen en reconocer el sabor de su tierra de origen y el de América toda.
En estas líneas queremos referirnos especialmente a su última obra Poesia Francesa Contemporánea.
Jorge Carrera Andrade poránea un caso de tanta fidelidad, de tanta devoción a esta fuente universal de arte y de cultura; de tanta adhesión a Francia, conservando al mismo tiempo una personalidad tan bien definida, tan inconfundi.
ble, como en el caso de Carrera Andrade.
Conoce las Letras Francesas con la maestría con la que domina las de su Patria y de América Hispánica. los poetas franceses los ha leído y releído; ha tratado personalmente con buen número de ellos; y aunque poeta de imaginación y de inspiración sorprendente, los ha amado tanto que para su propio regalo se ha puesto a traducirlos al español, y en este trabajo ha empleado pacientemente meses y años de su labor poética. He allí la obra meritoria y enorme de Carrera Andrade, y una prue.
ba evidente de lo que para el significa la poesía francesa.
Característica esencial en la personali.
dad de Carrera Andrade, anotada por todos sus críticos y que presenta un caso muy interesante para la Literatura Com.
parada, es el influjo de las Letras Francesas en toda su obra. Ya desde su niñez, junto a los Clásicos Españoles, estuvieron Verlaine y los Simbolistas en los primeros momentos de su sed de lecturas. Un niño leyendo a los simbolistas franceses entre los eucaliptos de la cordialidad andina, tiene necesariamente que aprender dulzura, levedad, transparencia. escribe el mismo poeta y nos da así uno de los secretos de su poesía que es precisamente dulzura, levedad y transparencia. continúa: Lue.
go André Gide, Rodembach y Francis Jammes completaron mi aprendizaje de man.
sedumbre poética. Bello tema para las Letras Ecuatorianas, el estudio de la visión gideana y de la sencillez de Jammes en la poética de Carrera Andrade. un día, luego de publicados algunos libros de mocedad, se embarcó para Europa. Llegó a Francia. Se detuvo en París, encrucijada universal y lugar de cita de poetas y artistas de todos los pueblos. esde entonces y en el futuro, París fué fatalmente para el periodista y el poeta, para el diplomático y el representante de su Patria a varias Conferencias Internacionales, el centro de sus actividades y de su obra literaria posterior. Quizás allí después de haber frecuentado a tantos ilustres escritores, poetas, quizás allí comprendió definitivamente su vocación. Ya en medio de los hombres europeos, viviendo como el más desposeído de ellos, comprendí que yo te.
nía dos fardos más que llevar sobre la espalda: el fardo poético y el fardo de la melancolía indígena americana. Este peso se fué haciendo cada vez mayor en la soledad de las ciudades. Dos fardos que quizás se reducen a uno solo: la vocación poética. que si bien en la vida es fardo, se trueca después en inmortalidad.
Después de Rubén Darío sería muy dicil encontrar en nuestra poesía contemCincuenta y cinco poetas nos presenta esta obra en la que doscientos veintiocho poemas han sido traducidos por Carrera Andrade. Estas cifras pueden darnos ya una idea del inmenso trabajo contenido en este precioso volumen de 582 páginas, artísticamente impreso por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en Quito.
Pero, hay algo más que estas cifras. Además de presentar al lector de habla española lo esencial de más de 50 años de poesía francesa, ya que los autores traducidos que principian con Saint Pol Roux (1861 1940. cuyo primer libro es de 1893, hasta Aimé Césaire que publicó en 1949 sus últimos poemas, el libro de Carrera Andrade nos da un panorama de toda una generación desde las postrimerías de! Simbolismo, hasta los autores de postguerra, y nos pone en contacto no solamente con nonbres va inmortales como los de Valéry, Gide, Claudel (los tres grandes que han sido celebrados como los más importantes de la primera mitad del siglo xx, como escribie.
ra Maurice Toesca) Max Jacob, Milosz, Apollinaire, Rverdy. sino que también otros menos ilustres por poco conocidos y muchas veces injustamente olvidados, vuelven a nuestros ojos y a nuestra sensibilidad con la lectura de lo que nos dejaron de mejor en su vida. esto, que para algunos puede ser un defecto de la obra, no es de los menores méritos de Carrera Andrade. Con justicia un crítico francés, Francis de Miomandre, escribe: Por mi parte, estoy particularmente agradecido al señor Ca.
rrera Andrade de habernos revelado a ciertos poetas cuya cualidad excepcional no parece haber conmovido a nuestros contemporáneos, tan injustos y tan indecisos en sus preferencias. Cierto, no omite aquellos a quienes todo el mundo conoce: tales Valéry, Eluard, Supervielle, Cocteau, Mi.
chaux y hasta el inmenso Milosz; pero no olvida por ello al poético André Spire, al bíblico Edmond Fleg, al torturado Jean de Bosschére, al delicado Roger Allard, al admirable y grandioso Saint John Perse. Ni tampoco a Ivan Goll, Pierre Reverdy (con doce poemas. Geo Norge, Robert Ganzo, Odilon Jean Périer, Alfredo Gangotena, Aimé Césaire, y tantos otros todavía.
El problema de las traducciones ha sido siempre sumamente delicado y espinoso. Traducir es, en cierto sentido, matar para volver a la vida. Alfonso Reyes ha escrito: Nada más misterioso, si bien se mira, que el ver morir un poema en la lengua que lo engendró, y luego Fénix que se recompone en las cenizas ver! o renacer en la lengua que le da nueva vida: creación montada en otra creación que se deshace, creación a pie forzado, imagen caleidoscópica, organizada y equilibrada sobre los despojos de la imagen primera. ¿qué decir de la grave responsabili dad del traductor? Para emprender en una De la cultura francesa, escribe en la Introducción de su libro, la poesía es su más alta flor, su expresión más delicada y origina. Y, al fin poeta él también, sabe perfectamente que la poesía francesa, como cualquiera de otro país, no es sólo el conjunto de formas y de músicas, sino también, y sobre todo, una dirección del espíritu humano; un camino de libertad por donde el hombre va al descubrimiento de los secretos esenciales, de los enigmas eternos. Sólo así la poesía adquiere su legítima grandeza y el poeta es este ser extraordinario a quien ya la sabiduría antigua colocó en sitial divino por la pluma de Platón: Existe, en efecto en ti (dice Sócrates en el diálogo con Ion) una facultad de ha.
blar bien. que no es un arte en el sentido en que decía al instante, sino un poder divino que te mueve. Poder divino que hace la grandeza y superioridad del poeta y constituye su eterna actualidad y su característica de profeta, de vidente. Mientras que el universo va a su ruina, fascinado Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica