10 REPERTORIOJAMERICANO ballo secas.
aspera y Iniciación soledad en la que le parecia que también sus pletos y el vientre combado que flotaban rio barracón El cuerpo caído asustó al ca venas se vaciaban en la corriente. Miro abajo.
ntento, sobre la blancura manchada de des. La linea roja le marcó sus pasos hasta la Cochina bestia!
pojos que seguion pusando, vió los senos re casa, Se apeó. La luna, farol campesino, alumbró apenas el femenino rostro, extrañamente En el camino blanco. La criatura rodó de los brazos, sin un gemido, ya los había dado todos, José miraba la cara que tenia, entre la Los senos le colgaban flacidos y escurridos, La noche, conquistador atrevido e inso noche, un misterioso atractivo. Una blanca.
marcándoseles por debajo de la blusa sucia y lente, se acercaba a zancadas por sobre la No importa quien, Una mujer. Las aletas de rota. En las mejillas descarnadas, con reme angustia de la mujer. El niño se quejaba de la nariz se le abrieron voluptuosamente al dos de payaso, dos manchas rojas contras bilmente. Era una queja dulce y triste que conuspirar el olor de mujer. El hombre sació su taban con la palidez de la frente y Ins ma trastaba con el chirriar agudo de los grillos.
lujuria de macho en abstinencia Brutal nos El caminar pesado y tardo de Teresa fué co mente.
El sol cain, con In fuerza de una mala in brando ánimos al ritmo de la quejn inacn La sangre coagulada, llena de hormigas, tención sobre la tierra desnuda y polvo bable, terminando en una carrera desentre se le pegó a la cara. Hormigas, en todas parrienta trecho en trecho algunas estan nada. El aire le batía los largos cabellos y tes los terribles insectos. De los ojos, de la cias ostentaban trozos cubiertos por muitas ella seguia, bajo la oscuridad, como un há boca, de los oídos, la cara de la mujer estaba Era una vasta desolación caliente lito más de la noche.
cubierta de hormigas voraces, Bajo el resEl cielo había mantenido durante Las piernas le vacilaron. De pronto sintió plandor débil de un fosforo, que le temblaba meses una claridad molesta. Las cosechas se como si dos fuertes manos tiraran de ella ha en la mano, mira al niño: era un montón perdieron Perros esqueléticos y hambrien cia abajo. Todo el negror de la noche se le sanguinolento con dos agujeros negros en tos olisqueaban a la puerta de bohios ajenos. metió en los ojos. El canto de una piedra le los ojos comidos.
Framboyanes desnudos retorcían sus gajos abrió un hueco en la frente. La queja del Satisfecho su deseo el terror lo apretó la prietos en fantásticos gestos asombrados. niño se ahogó contra el peso del pecho cu garganta. El miedo se le convirtió en una Eran cinco leguas de camino. Tenia andas briéndole la cara.
saliva pegajosa que no podia tragar. Sintió unas dos y el estómago ayunado le dolia tedeseos de aullar como un perro rriblemente. Pero una fuerza grandiosa o Volvió sobre su montura. El loco galopar Por el trillo la punta roja de un cigarro hacia rustallar los cascos, produciendo pequeimplemente maternal la sostenia. Sus pies lastimados chocaban contra los terrones reavanzaba envuelta en la sombra. Al paso de ñas chispas, contra el camino.
la cabalgadura, sueltas las riendas del faculentados. No pensaba en nada. La llevaba lo lejos, en el barracón, su hamaca se In impulso de vida melico penco, el haitiano José Iba camino del destruia los que recuermecia a la brisa.
dos. El marido muriendo dias antes con unos convulsivos vómitos de sangre, con los ojos inyectados y las manos sudorosas, se perdia en el olvido ante la vida pequena y Mario era de cuerpo moreno y esbelto con enroscaba a la garganta del niño con suaviacurrucada entre sus brazos flacos.
quince años ansiosos y expectantes, además, dad terrible y una dominación que le hacia Aquella era la estancia del compadre Pe se habin enamorado de una mujer pálida callarse en inconsciente entrega total.
dro, éste se hallaba apoyado en la cerca me inquieta y sufria. Su alegria adolescente se Tengo que salir ahora. vació Catali.
dio derrumbada.
cubria de una espesa timidez frente la mu na Pero ves, no que Julián se interpon Buenas, compadre, jer. Eran balbuceos torpes y un sudar las. Qué hubo, comay? Pa onde va?
gaison tan celosos los maridos!
manos frias cuando ella, con la dulzura de Reia. Se animaba ante la atención de Mo A1 batey, pl Ingenio. pedir.
su feminidad turbadora, le cogia la cara y rio. una especie de nerviosa exaltación lle. Al Ingeniolle sorprendió la audacia le besaba en las mejillas limpias de signos na de gracia la movia. Le tenia ambas made Teresa va a pedir que le de? masculinos, entonces, las audacias pensadas nos sobre los hombros y lo untaba de su Veal los americanos. Me ha dicho Is en sus noches de insomnios se le agarraban perfume.
mael que ellos siempre tienen, dentro del pecho y luego una rabin sorda, Salimos los dos juntos. después. Tienen pero no pa dar se le enciende contra su propia cobardia, le hacia insultar después vienes a comer aqui con nosotros, de rabia la boca vea, las dos últimas gali se: ica! Idiota!
nas buenas que me quedaban las llevé y una. Mario, Catalina te envia a buscar.
conmigo, sentia la necesidad de explicarde esas americanne me mandó pagar 25 ki. La madre, inocentemente estupida, siemse más y sabia que su fuerza sobre el lo callaria Tú no se lo dirás a nadie. Julian los le dije que tenia la mujer mala y pre con las preocupaciones de la criada, com.
está un poco tonto en estos dias y no quiero eso de que ni hniga pa medecinas. Ah! potas, zurcidos y la cara fosca del marido que hoy se oponga a mi salida. como tu Pues si quiere las deja y si no, lleveseins. gruñón, no veía la luminosidad en la mira eres tan niño. Qué iba a remediar? Las dejé.
da de su hijo. itan niño! al nombre: Mario la miraba embriagado. La voz, co Bueno, compadre, yo voy alante. Catalina. El muchacho lo repetia para aden mo una música, lo adormecia sin comprender. Abur, comadre, y suerte!
tro, separando las silabast Ca ta li na, y en las palabras. Se daba cuenta de que ella neEl Ingenio. La simple palabra conmovia la boca abierta por las aes sonoras se le me. cesitaba de él. lo invadia una sensación las entrañas de la mujer. Allí había gente. tia la frescura mundo de importancia. Sólo la palabra niño le moAmericanos era casi sabor de comida de. Iba radiante. Ella lo llamaba. Sus grue.
lestó. Qué pidiera, alli estaba él para hacir: Americanos. Iria, de puerta en puerta, sos zapatones pisabon fuertemente en la ace. cerlo!
pidiendo. Algo le darinn. Le sonrein a los ra con despreocupada seguridad. Con el deojos la visión de un gran jarro de leche fres do en el timbre vacilo. Aliso sus cabellos.
chy blanca. Ah! Si la vaca no se hubiera Se encolerizo al sentir que temblaban.
Habia estado dando vueltas, como le indimuerto, el pobre niño no se prenderia, con Entra, Mario cara, hastnins seis: Después con el paso vivo aquella avidez dolorosa, al misero pezón en Al muchacho le sorprendió Catalina. Era llegó. los pocos minutos in vió salir de teco la suya una expresión extraña, intima y hon. aquella casa desconocida. Sin saber, sin haLa mujer suspiro. Las grandes chimeneas da, que lo conmovió. La bata negra se abria ber pensado nada le apretó las sienes um del Ingenio se distinguian a lo lejos entre la y dejaba ver la blancura de los hombros angustin amarga. Elin se le colgó del branebulosa del humo. Una locomotora rugia Los senos le saltaban libres e insolentes. 20. In sintió luxa, con la boca sangrante en acercándose majestuosamente con su larga Quiero que me ayudes, te necesito, Ma. la cara de una palidez enfermiza y con un cola imperial de carros cargados de cañas rio.
brillo inusitado en los ojos. No queria comdulces. Desde el camino, junto a la línea. Te Ella sentia el poder oscuro y cierto que te prender. De repente todo se le hacía hostil.
resa la miró pasar. Aquellas cañas apiladas nia sobre el muchacho. Su histeria se con Pensaba en el marido y en lo otro, con noeran el sudor, la sangre de todos los traba traia voluptuosamente con aquella pasión im. vedad de celas confusos y locos. La dulzura jadores de los negros resistentes, de los gust potente, aquella pasión candida le sacudin erronquecida de la voz le conmovin los sen.
jiros pálidos y anénicos era In vida de los los sentimientos maternales y los deseos im. timientos más intimos en un torrente desborcampos, de los oprimidos, que la gran boca precisos de gustar y atraer, dado de dolores. La vió volverse y saludar del monstruo de acero iba chupando. Necesito de su voz era blanda y se con la mano al hombre que disimulaba, y quien