Fascism

REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXXII.
San José, Costa Rica 1936 Sábado 25 de Julio Núm. Año XVIII No. 764 Alberto Delgado Montego Serafin Delmar Rebane La clos de Abisinin La vuelta de la reina de Saba EI CE de Josep Joseph Jolibois Veneruela resucitada La paral El enorme desarrollo universitario en Estados Unidos Un hermoso libre y un valor argentino SUMARIO Gabriel Alomar Figura y ejemplo de Romain Rolland Alberto Cerchanoff El bandolero social Max limenez Noticia de libros Tuan del Camino Contradicciones del fascismo en los paisc semi coGraciany Miranda Archilla loniales Leon Felipe Camino Poesin Enrique Naranio Martinez Un biógrafo ecuatoriano Arturo Melia Nieto Mes de maya Ricardo Martinez de la Torre Fernando Luján Torres Claudia Lars La elegia de Abisinia Por GABRIEL ALOMAR De La Nacion. Buenos Aires, 17 de mayo de 1980 La vuelta de la reina de Saba En los dias fastunsos del rey Salomón, una reina legendaria acudia a Jerusalén atraida por la fama del hijo de David. Procedia de un pais incierto, que el libro de los reyes designa con el nombre de Saba y que se ha querido identificar con Etiopia. La reina llevaba un seguito pintoresco y magnifico Un encanto exótico profundamente sensual.
se desprendia de ella. El tono obscuro de su WA piel se juntaba a una perfecta regularidad SE de las faceiones, como si la belleza egipcia se hubise unido a extraños cruces con las tribus que apacentaban sus ganados junto las remotas fuentes del Nilo. Nosotros la imaginamos hoy un poco a la manera de nuestras gitanas, esto es, etimológicamente Ilustracion de de nuestras egiptonas. Una escritora rumaAlejandro Sirio na, Helena Vacaresco, en una reciente con ferencia que dio en Barcelona, fantaseaba con rica inventiva el cortejo pomposo de esa reina Los coloquios entre Salomon y la soberana Por ALBERTO GERCHUNOFF libica llegaron a los mayores intimidades De La Nación. Buenos Aires, 17 de mayo de 1986 Sin duda el rey abandonose entre sus brazos a las voluptuosas imágenes que dedica Cuando Salomon, hijo de David, varón de en aquellos días llegó a su recinto de su Sulamita, y saboreó en su boca la lác Dios, hubo edificado el Teinplo, construido crgullosas torres la reina de tez obscura, se tea miel de que nos habla en su Cantar de la casa real y la casa de la Selva del Liba guida de grande séquito. Filas de camellos Cantares, el más ardiente epitalamio que no, hacia ya más de dos décadas que reina y filas de esclavos cargaban los presentes haya salido jamás de la inspiración de un ba sobre el pueblo. De comarcas remotas traidos de lejos, de Saba y Axum, here poeta. a quién mejor que a la mitica Belkis emprendian peregrinación a Jerusalén prin dad de montañas, de llanuras y de rios, en (llamada Nitrocris por Flavio Josefo) podia cipes ansiosos de conocer la ciudad, roca de que se alzaba su imperio, viejo en el tiemdedicar aquellas palabras fulgurantes: Ne Jehovà, de de ver y de oir al Rey Hermoso, que ро. Depuso ante el trono el oro, los aromas, gra soy, pero hermosa: el sol ennegreció mi excedia, como nos dice el Libro, a a todos los las piedras preciosas, en signo de homenaje color reyes de la tierra en riqueza y en sabidu y dejó caer las preguntas y los enigmas que El templo recién construido amparaba amo ria. La gloria de su nombre se dilataba has llenaban su corazón. De este modo, al recores bajo sus muros poderosos. El talle de la ta los extremos del mundo y los que iban ger sus respuestas y contemplar el alto pareina se doblaba entre los brazos del rey por los antiguos caminos y navegaban en lacio, las viandas de su mesa, la muchedumcon un recuerdo de las nativas palmeras, en los navios de Hiram alababan su prudencia bre de sus siervos, se deslumbraron sus ojos los oasis rumorosos del desierto. La vitalidad y exaltaban su fuerza. asi, en las pobla y su espíritu desfalleció. Era, acaso, la reina de Salomón estaba muy lejos todavía del ciones de los valles del Nilo y en los reinos de Saba, la que dijo: la sombra del delánguido desengaño que habia de reflejarse que se extendian al oriente y al occidente stado me sente. No era la que fue recibien el Eeclesiastes. Sobre el hastio de su real del mar, las aguas nunca quietas del Tharsis da en el aposento de piso de cristal y cres serrullo, con sus trescientas concubinas y sus las gentes imaginaban la vida suntuosa de yó al pisarlo que se hundía en el firmameninnumerables esclavas, la belleza, la gracia Salomón en sus cámaras de cedro y en sus to estrellado? Belkis, reina de Saba y de y el fuego de la reina extranjera le produ Jardines, en que gemían las fuentes, canta Axum, Neghesta Azeb reina del Medio Dia, cian un embriaguez en la cual el amor se mezclaba extratamente con un fermento de bun los pájaros y se esparcian en sus juegos el sendero de lirio, la condujo en las mujeres cuyo umor ern mejor que el vila noche allá donde su nardo dió su olor amargura ante el espectro futuro de la ve no. Jerusalén, bendecida desde lo alto.
jes y de la muerte. Su sabiduria mágica le y allá reposó hasta el suave instante de par tendía su esplendor entre las santas colinas, hacia saborear, como a Fausto, el secreto tir, con los tesoros y los servos, en la carroresonante con el paso de los guerreros de za unlosada de amor. volvió a las regio con que pagamos al precio de nuestra vida las tribus y apacible a la hora en que los nes profundas en que impero su hijo, nacila única inmortalidad a que podamos aspi doncelins se encaminaban, con la ofrendd de do del viaje a Jerusalén, y fundó la estirpe (Pasa a la pag. 80)
la paloma, hacia las gradas del altar.
de David. Por muchos siglos, en el reino hojas de