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REPERTORIO AMERICANO 311 OCTAVIO JIMENEZ ABOGADO NOTARIO OFICINA: 50 varas al Oeste de la Tesorería de la Junta de Caridad.
TELEFONO 4184 APARTADO 338 genepiritus que han bregado por centurias y aun bregan en la actualidad para mantener el imperio de la razón y establecer el reinado de la justicia y de la equidad, buscando los medios para obtener la concordia entre las naciones y entre los individuos. Hoy mismo, cuando la civilización se ve amenazada por algo incomprensible que va socabando los cimientos de la iniciada en el siglo xvi y que fuerzas desconocidas arrastran el mundo a un algo inevitable y que aun no puede preveerse, los espíritus cultos, aunque vacilantes por el sacudimiento de violencias y tormentosos torbellinos sociales, en medio de su inquietud, escrutan el pasado para ver si de alli les puede llegar la luz a fin de encontrar el camino que los conduzca al preciso objeto para llegar a la concordia, porque como dice genialmente el Dante en el Convivio. y asi vive el hombre felizmente; que es para lo que el hombre ha nacido. y después alcanzar hasta donde sea posible la solución de los problemas sociales económicos que afligen al mundo hasta llegar a la estabilidad, tanto en la vida pequeña de una comunidad como en las grandes urbes, con la completa implantación de la justicia social; y esos espíritus cultos tienen en las fuentes de aguas puras de las doctrinas de Vitoria, caudal para saciar su sed, y esperanzas para concebir la resolución de estos complejos problemas.
En párrafos anteriores hicimos dos afirmaciones arrancadas de la lectura de la obra de Brown Scott: la primera, sobre la independencia de criterio del Maestro Vitoria; la segunda, sobre su ideologia liberal; afirmaciones que es menester probar, ya que al comentar aquel libro nos ha inclinado, fuera del alcance y firmeza de las doctrinas del Maestro salamantino y de la cual se ocupa tar su virtud de independencia de criterio, y el espíritu liberal que la acompaña. Desde Sócrates, Platón y Aristóteles, en la era griega, y San Pablo, en los albores del cristianismo, y aun Plotino durante la Roma decadente y aun los del Renacimiento, mantuvieron como base de la prédica de sus doctrinas, esta misma independencia de criterio sin cuya virtud no podrá nunca llegatse a encontrar la justicia social, ni la fuente de donde nace para la humanidad su verdadero bienestar.
Con motivo de sus Reelecciones sobre las Indias recientemente descubiertas. el Maestro Vitoria fué amonestado por Carlos quien en nota dirigida al Prior del Monasterio de San Esteban en la ciudad de Salamanca, en 10 de noviembre de 1539, prohibía a los maestros y religiosos ocuparse del derecho que nos tenemos a las yndias y la firme del mar océano y también de la fuerza y valor de las compusiciones que con autoridad de nuestro muy Santo padre se han fecho y facen en estos reynos. ordenándoles, asimismo, que: sin espresa licencia nuestra no traten ni prediquen ni disputen de lo suso dicho ni hagan imprimir escriptura alguna tocante a ello, etc.
No obstante esa orden terminante del autocrata, coronado cual otro Emperador romano, el humilde Maestro, continuó dando sus lecciones sin preocuparse de la amonestación imperial; y tanto fue así que al fin y al cabo, convencido plenamente el Emperador de la autoridad moral del Maestro Vitoria en proclamar las limitaciones del poder, tanto del Papa como del Emperador, éste, pocos años después, recabó su valiosa opinión sobre otros tópicos referentes a las mismas Indias y aun lo designó para que como Teólogo asistiera al Concilio de Trento, honor declinado por Vitoria a causa de encontrarse ya muy achacoso por su enfermedad e imposibilitado de asistir a ese célebre concilio. Ni lo movieron las amenazas, ni lo aplacaron los halagos.
Continuó proclamando sus doctrinas según su docta inteligencia y ellas sirvieron para dar un nuevo mundo de ideas y pensamientos a la humanidad.
Después de revisar Brown Scott en su capítulo penúltimo The liberalism of Vitoria de donde nacía a éste su ideologia descartando el buen equilibrio de su cerebro y el carácter de su cultura opuesta a viejas ideas y su desagrado con el presente descubre el autor, que aquel liberalismo se debe a las reglas de la orden dominica, ya que ésta, según la autoridad de Mr. Ernest Barker, a la opinión de cuyo estudio sobre la orden acude, tiene su posición, dicha orden, no solamente dentro de la Iglesia sino también dentro del Estado y en esta forma, dice: es fácil entender por qué Vitoria como un Dominico debía ser de pensamientos liberales en su concepción del Estado, y a causa de su educación y residencia en territorio extranjero como era costumbre entre los Dominicos debía ser de inclinación internacional (El Maestro Vitoria había hecho sus estudios en la Sorbona de Paris. El erudito autor entra en otros detalles pertinentes sobre la constitución y reglas de la Orden Dominica, según la autoridad citada de Mr. Ernest Barker, su hábil comentador, para probar que la orden es democrática porque su autoridad nace del Cuerpo en general y sus oficiales son más bien sirvientes de la Comunidad que señores; y por lo tanto, está fuera de duda que es democrática representativa. y que su constitución, en su plan general, demuestra exactitud y precisión legales.
En esos postulados que no son extraños ni especulativos para juzgar el asunto de que se trata, se funda Brown Scott para probar su tesis sobre el liberalismo de Vitoria y acaba afirmando que: Vitoria fué liberal. No podía dejar de ser liberal. Era por ley hereditaria internacionalista. porque fué ambos: liberal e internacionalista, su ley internacional es una ley liberal de naciones.
Aunque bastarían para nosotros las afirmaciones anteriores sobre la independencia de criterio y el liberalismo del Maestro Vitoria, así como su firme apego a la justicia social, conviene trascribir aquí el juicio del padre Luis Alonso Getino en su luminosa e interesante biografía del Maestro Vitoria a que antes nos referimos finalizando el capítulo XI de su obra con las siguientes frases. Cerramos este capítulo afirmando que, en general, bien puede establecerse que el profesor español del siglo xvi sostuvo los principios cristianos de justicia contra el imperialismo de conquistadores y encomenderos. Un reflejo de aquel movimiento roso de los hombres de ciencia, españoles, cuando era España la nación más poderosa de la tierra, lo tenemos ahora en Estados Unidos de América septentrional, donde los profesores se levantan como en cruzada redentora frente al imperialismo bancario (lo subrayado es nuestro) que aplasta los derechos más sagrados, colocándose casi siempre en un plano de explotación y dominio, que podrá tener su explicación en Derecho Romano; pero no puede mirarse sin protesta, en Derecho Cristiano. Si en la humanidad está muy enraizado el egoismo, tampoco faltan frente al más poderoso entronizado, almas nobles en abundancia, que en las sociedades cristianas son las únicas que se ajustan a los principios evangélicos y encarnan una partecita de Aquel que murió por nosotros.
Mucho más falta por decirse sobre la importante obra del erudito internacionalista americano acerca de las doctrinas del Maestro Vitoria, pero se necesitaria para ello escribir otro libro de comentarios por ser extensas y de amplios alcances tanto las doctrinas del Sócrates español como los copiosos análisis del internacionalista americano. Nosotros hemos hecho lo que hemos podido, dadas nuestras escasas capacidades; quizás otros con mayores conocimientos en la materia podrán encontrar, en esas vetas sociológicas de inestimable valor, mejores y más atinadas observaciones y deducciones. En el trabajo de revistar El origen español del Derecho Internacional de James Brown Scott, pusimos toda la energia que puede producirnos nuestro entusiasmo y nuestra voluntad, y si hay deficiencias en apreciarlas o en comentarlas con mayor erudición, culpa será de nuestra incapacidad, mas no del interés que una obra tan genial nos ha despertado. a fin de que otros interesados en estos estudios puedan apreciar mejor las doctrinas del Maestro Vitoria, nos ocuparemos enseguida en traducir al castellano extractos de las Reelecciones del Maestro de Teología en Salamanca; que bien valen la pena de ser ampliamente conocidas y estudiadas en nuestra América, ya que en beneficio de la suerte de sus aborígenes fueron casi todas dictadas, y que al fin y al cabo, lograron sino impedir, por lo menos suavizar la suerte de estos bárbaros descubiertos por Colón.
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