274 REPERTORIO AMERICANO y de Para un temperamento emotivo, esta paladina confesión de derrota, podria aparecer como síntoma explicable de total nsnunciamiento, pero un hombre de los arrestos del Libertador presidente, dominador de su época, de los hombres su propia gloria, no podia, a menos de estar tocado de imbecilidad o demencia, entregar nombre al capricho de una jugada joriti ca El caso de Páez era distinto y estaba Iesuelto de antemano; Bolivar, en e! HTbral de la historia, tenia la obligación for zosa y la dolorosa necesidad de vigilar hasta la sombra de su pensamiento Abaso por esta razón, sin ilusionarse ni creer en e triunfo definitivo de sus principios de gobierno, aceptó la reunión del Congreso Admirable como posible solución para esa república decadente, demasiado efinera para torcer el curso de la historia, deniasiado unida a su nombre para inspirar confianza a De admirables calificaron a los elegidos y a su vez al congreso se le llamó Admi rable, mas estos señores del congreso, con vertidos por la razón de la política y la voluntad de los caciques en personajes yriegos, no supieron desempeñar su función corporativa y su labor se redujo a la exposición dogmática de una sabiduria de poco alcance a sus adversarios ras monárquicas, seducidos por el soplo de un romanticismo en ciernes y envenenados por el recuerdo de violencias pasadas, la ocasión era propicia a todos los atrevimientos Un odio feroz, inconmensurable e indomito, una sed de venganza de rencor de soberbia, patrocinaron las sesiones de ese congreso sin vida interior y como si no fueran suficientes esos factores desfavorables, el Libertador presidente, por una deformación de las apariencias politicas, creyo en las adulaciones y mentiras de su camari. la No pudo ser más humil ante para el carácter altivo de Bolivar esa primera escaramaza entre los diputados granadinos y sus hombres de confianza. Para los sansanderistas, rebeldes a la tentativa de reacción boliviana, toda demora en considerar los proyectos del gobierno era un triunfo: para los satélites del genio fué derrota. Pasaron los dias y esa diferencia substancial de principios transformó la discusión académica en lucha frenética y exagerada; olvidáronse los rasgos de amabilidad, las palabras suaves, los cumplidos y saludos y su lugar ocuparon los insultos, la censura y las bellaquerias Esa conducta iracunda, compañera de la ausencia de un concepto doctrinario en los bolivianos, esa discusión humillante, sujeta a la influencia de un pasado grandioso y clvido del presente, precipitaron el desenlave. la verdad el carácter impetuoso del jefe no cedió a los ataques; su vigoroso temperamento y su fino instinto, rechazaron toda insinuación torpe, toda calumnia toda mancha, cuando se le califico con estupidez e ignorancia de cobarde, simuló reir para no dar rienda suelta a la cólera que en el ahogaba hasta el sentimiento más elemental de prudencia. Su religión de independencia, su credo politico y su profundo y perfecto conocimiento de las debilidades y miserias humanas, podrían llevarle la misantropia al comprender el fracaso de su vida, mas acostumbrado como estaba a los golpes de fortuna, todavía en los dias de febrero de aquel año, le era licito y logico esperar un cambio favorable en situación comprometida.
La historia en términos generales, es siempre injusta para con los vencidos. La historia desdeña y olvida las razones de los y prefiere descubrir rasgos heroicos y elogiar victorias a lamentar fracasos. Los historiadores seducidos por el oropel de la fantasia y el aspecto teatral de las circunstancias no demuestran mucho interés por los momentos silenciosos. momentos de mayor intensidad que esos otros espectaculares convertidos en jalones de la existencia humana. Al juzgar la obra de la Gran Co.
lombia y analizar el periodo comprendido entre 1828 y 1830, los apologistas de la dictadura y del general Bolivar olvidaron por mútiles las horas terribles, dramáticas, dolorosas e intensamente amargas de decadencia. Con pésimo gusto prefirieron cantar dentro del lirismo pasado de moda, las campañas militares de Boyacá, Pichincha y Ayacuho.
Para muchos historiadores, Bolívar fuera de los campos de batalla no pertenece a la historia Salvan su ignorancia con decir que fué un calumniado, pero no saben a ciencia cierta en que consistió esa calumnia y si hubo razón para creer en ella. Los errores y debi idades de la decadencia boLiviana se ocultan con afán; el Bolivar humano, soberbio, rencoroso y vengativo, no aparece en las páginas de esas histocias que de nada sirven para la honra nada dicen de la gloria verdadera del Libertador. El fanatismo politico transformó la historia patria en narración de fechas: los muchachos de las escuelas colombianas conocen hasta en sus detalles infimos los pasos de la expedición emancipadora, pero ignoran por todo lo alto las ambiciones bolivianas, las intrigas de los santanderistas, la verocidad de los matones y todo el proceso decadente que arruinó a la Gran Colombia Para algunos domines es necesario y provechoso negar las faltas del hombre y vertirle en dios grotesco e intocable: procedimiento absurdo desde todo punto de vista. Para otros, no hay nada bueno ni genial en Bolívar. Negar las equivocaciones como negar sus cualidades es tonto; sus de genio y sus equivocaciones señalaron al tipo superior. Fué grande en 1830 ai abandonar el poder que aún entre sus manos era arma poderosa, fué grande en su larga y dolorosa peregrinación por las ciudades del mar Caribe, fué grande en sus equivocaciones, en sus miserias, como lo fue también en los momentos lucidos de su carrera extraordinaria. No dañemos su menieria al decir de él que era un santoivarón, tierno y bondadoso, modelo de Virtudes evangélicas, paciente y bonachón, algo asi como un San Francisco de Asis con espada botas de montar Al desaparecer del escenario politico, el mundo se desplomó sobre las cabezas de los sucesores ocasionales. Este hecho puede considerarse como indice certero de incapacidad y no tiene sino una exp icación pesimista. No habia hombres para la época. Prueba de ello fué la elección del general Caicedo para la presidencia efectiva de la Gran Colombia. Esta elección deplora2 con lasgos de su débile.
El 19 de enero de 1830 se reunió el congreso Admirable en la ciudad de Bogotá La suerte del Libertador presidente y de la Gran Colombia estaban a merced de las cpiniones de los miembros de esta entidad dislocada en su origen, pues ya en Venezuela, la república independiente era un hecho y en Bogotá, el partido boliviano, aun cuando mantenia bajo su mando las fuerzas dispersas de un núcleo de sodados, aun para los más optimistas presentaba indicios de proxima ruina.
Para un personaje tan astuto como el señor Castillo y Rada, haber confiado su destino a las iscusiones del congreso fué equivocación imperdonable; era ese descuido del politico, parece natural y lógico en el dictador, indiferente y despreciativo como era a congresos y academias.
Dentro de la más exquisita cortesanía y según las normas de un protocolo amanerade y colonial comenzaron las sesiones de ese congreso que mucho prometia y poco supo dar. Dos fuerzas desiguales en número, extrañas en la concepción de las necesidades de la época, riva es en la selección de sus paladines, enemigas por principio, opuestas por temperamento, la una simbolo del dogma militar, impetuoso y dominante, la otra, reflejo mediocre de un sentimiento civilista, se hallaron en permanente y singular combate desde el primer dia, sin que mediaran en favor de paz, razones más poderosas que ese gritar de continuo y desafinado, ese quitar y poner con fines personales. Para los caudillos del militar, confundido deplerablemente en sus consecuencias, hombres y sus ambiciones, con el dogma boliviano, la resistencia de los granadinos amigos del santanderismo como ideal politico, era insulto y ofensa. Para los partidarios del regreso a las normas democráticas, sin presidencia vitalicia ni quimeQuiere Ud. buena Cerveza. Tome Selecta principio mus sus No hay nada más agradable ni más delicioso.
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