GuerrillaImperialismSandino

REPERTORIO AMERICANO 277 Carlos Aponte, coronel de Sandino Por AUGUSTO ARIAS Envio del autor. Quito, Ecuador, marzo de 1936 Siempre al vivac, mostrando reverso de la espalda, Carlos Aponte, puño y corazón desnudo.
No hay clareo de imagen mujeril en su historia y si lo hubo, en su sino de peleador se pierde.
como en los varoniles desdenes por la gloria la estatua es más pequeña y es frágil la hoja verde.
Trotista de la América, apenas hay paisaje sin la rememorosa yiolencia de su planta.
Todo él, Carlos Aponte, estuvo hecho de viaje, por eso en su silencio hay un rumor que canta.
Carlos Aponte sabe tender a la enemiga, en su red de sonrisas, el ojo siempre alerta y su escultura recia a toda flecha esquiva y la bala para él, es bala siempre muerta, La visita postrera hizo a la madre un día, llegando a Nueva York, mecánica y tortuosa, erguido en la morena fuerza del mediodía, curtido por la lucha, sin la paz ni la rosa. después, a la diestra de Güiteras, inquieto, para batir la tropa formada por Batista, en su ansiedad viril se le rompió el soneto de los catorce triunfos sobre el imperialista.
Ha dejado en Matanzas su cuerpo mal herido, pero el fuerte cubano custodiará su nombre y en la estela de sangre del ultimo bandido para el agua de América va la nave del hombre.
Carlos Aponte Carlos Aponte, muerto de un tiro, se relieva mejor que si estuviera viviendo todavía.
Sobre su vida brava, la muerte loca lleva agitación cimera, como su travesía.
Venezolano fuerte, de anchos hombros unánimes y de ojos acerados y de boca risueña.
Rompedor, con sus manos, de las horas exánimes, ya muerto, no se sabe si está peleando o sueña.
No va contra su Patria, va por ella, y queriendo redimirla, organiza la fuerza represora.
Pero en el dia nuevo que muere amaneciendo, periscopio es su rifle de un submarino de ola.
No le llaman los libres con devoción profunda, si bien entre sus páginas pudiera redomarse.
Carlos Aponte quiere la gesta vagabunda y eficaz, de salvar, cayendo sin salvarse.
Carlos Aponte, fuerza de la mañana tuya, sin libros de reposo ni sueños de colores, sólo un ardiente soplo restaurador circunda tu juventud sin tiempo para coger las flores.
Fuerza de geometria de aristas flechadoras y aritmética simple de restas decididas.
Amor metereológico que puso en tus auroras, en fiebre de buscar, vuelo de despedidas.
Aponte enamorado de nuestra geografia que en cardiaca inquietud se aguza en la Argentina y es sistole en Bolivia, y en todas armonía desigual, de la suerte futura que camina.
Aponte sin perfiles de la dicha hogareña y sin la sedentaria paciencia del recuerdo, cuando en la chimenea es la quemada leña como el tiempo de ayer y el fuego es ojo cuerdo.
Carlos Aponte, rayo jubiloso que parte en aviónico impulso y en marcha desvelada.
Carlos Aponte, sino doliente de quedarte sin llegar y con la hélice del anhelo quebrada.
No tiene más objeto la vida. No hay señuelo más alto que el que lleva la inquietud sin remate. así han de verse cerea, romántico desvelo y realista pasión, en el sinfin del arte.
Zozobra y aventura pintan sus días, como se matizan esotros de quietud y ventura. si en aquellos cae, como granizo, el plomo, en cambio, su zozobra no es de tormenta oscura, Carlos Aponte busca la isla de Cuba y planta en la gracia habanera su tienda dislocada Su aneho sombrero, sombras sobre la frente tienta y en el pecho le duele metafisica espada.
Carlos Aponte, incálculo, pero brillante fuerza; audaz pecho de América sin miedo a los obuses: la heroica Nicaragua te recuerde despierta y en tu reposo vuelen los gritos y las luces.
Basta Carlos Aponte, para dormir sin sueño, como en vigilia de hombre, tus pasos desiguales y basta la ferrada voluntad de tu empeño contra la hostil muralla de balas y puñales.
Basta para vivir después, Carlos Aponte, el ejemplo angustioso de tus pasos heridos y el camino sin término que se vuelve horizonte de abandonar la suerte y estar con los vencidos.
No más que la guerrilla para que Aponte vaya en rol nicaragüense, coronel de Sandino y escapando y volviendo, trinchera y atalaya y sig zag y semáfora, es zanja y es camino. anduvo por la ruta boscosa. la escarpada euchilla de los Andes, sintió su paso rudo.
Carlos Aponte, gracia de tu sueño imprudente, poligono certero para los matadores, en el moreno blanco que alzó tu adolescente perfil, sin ningún tiempo para inmantar amores,