REPERTORIO AMERICANO 91 de trotar en Santiago de la mañana a la tarde.
Cierto es que había en el algo de los pá jaros marinos, que son los más imposibles para la captura y que suelen morirse en el vuelo. Su actividad era, sobre todo, vitalidad.
Estaba joven en cada pedazo de su arcilla, aleteante en cada potencia, respondedor en cada uno de sus sentidos a la edad de sesenta años, cuando yo le conoci. Había dejado el mar; pero lo conservaba en el pecho aun, en el alentar grande y en el fervor sin gasto.
Por aquel Anécdotas. Llegaba a verme a mi liceo de Santiago, sin darme aviso, cuando una alegría fuerte le traía hirviendo de mosto sociales. Solia estar yo encaramada en e!
cuarto piso revisando cuentas o leyendo, y él tenia una manera peregrina de hacerme saber que estaba alli. Hacia salir de las cla ses a las niñas, licenciando a los profesores por una hora, juntaba a las trescientas en hall (no tenia patio aquel infeliz liceo) y me las ponía a cantar a todo trapo, hasta que el estruendo del coro me hacía bajar corriendo las escaleras. Alli me hallaba a las tres cientas coreando una canción ni bella ni fina, pero cantando con su Almirate a velas desplegadas. El gusto literario de mi amigo era malito como el de la mayoría de los apóstoles y nunca pude entender que el Es piritu Santo, no hubiese rasgado sus ojos en este aspecto del bien distinguir la palabra gallarda de la desgarbada. Sus canciones corales eran las anti alcohólicas que andan por allí en libracos zonzos.
La embriaguez consuetudinaria de la raza, el problema terrible que es chileno tanto como norteamericano, inglés y ruso, se le había vuelto horizonte a él tanto como a su hermano siamés el Dr. Fernández Peña, y con razón, pues de eso podemos morirnos, de mala y fea muerte, De pie, en el medio del hall, sin sentir una picada de ridiculo, que ignoro siempre, dirigia el coro con su voz formada por el mando y por la canción en el mar. Yo tenía vergüenza de sacar mi vocecilla, flaca y más desabrida que flaca, y seguramente, la otra vergüenza vil, que él aborrecia, de que las muchachas capitalinas se riesen de dos y no de uno Después de despachar a las niñas a sus clases, se iba a conversar conmigo. El hombre de órdenes se le había guardado entero y si yo tenía alguien que me esperase me lo despedía, y si tenía trabajos o trabajillos, hacía lo mismo. El había venido a traerme recados, cosas. y no aceptaba irse con ellas. Hacer cantar a las gentes parece nada.
pero usted sabe lo que eso es. El ritmo se entra en los cuerpos y hace allí de las suyas, siendo las suyas, mejores que las nuestras. nosotros, raza pesada, el ritmo nos aupa, y una vez incorporados, sin que lo al mundo sutil, que es el que importa ya, somos otros. Sin música no se puede vivir la frase famosa de navegar es necesario yo, marino, se la cedo a la música: Escuchar ritmos vivos es más necesario que vivir, porque es vivir más enérgicamente. Nuestra raza necesita saturarse de música. La música le sirve más que las otras artes porque a ella si no puede volverla cuerpo, como lo vuelve todo. La literatura la hacemos naturalismo esa cosa fea la pintura. acuerdese de y z, también la corporizamos espesomente: la música se pres ta menos a que con ella hagamos la estrangulación de lo espiritual, lo que ha sido siempre nuestra torpe faena. La amo por contraria de nuestro temperamento, rabiosamente la quiero porque no contiene coincidencia con nosotros y se pelea con nuestra naturaleza para bien de ella.
Hablaba del ritmo las horas y las horas, sentado en la silla menos muelle, que le recordaba los taburetes de palo de a bordo, o pas ándose por la sala, agitado y grave, como andaba siempre.
Otras visitas suyas eran tan didácticas como las del Doctor Fernández Peña, su melli zo, en la acción social.
Le traigo para que los piense, unos gráficos. Me he dado cuenta de que, como a los chilenos nos rebanaron la imaginación, es inútil enseñarnos de otra manera que de ésta. Cuando usted prepara sus claes, vea modo de reducirlas en lo posible a gráfi cos y tendrá la sorpresa de que le responden las muchachas.
Ahora, por esta novedad, el llevaba siempre consigo un cuadernito. Reducia a gráficos aritméticos el alcoholismo de la raza, la sifiles de los regimientos, la lectura popular, en proporciones gruesas las primeras, magra la última.
Me mostraba el gráfico de su propio temperamento, me lo explicaba tiernamente coino a una hija, y como una hija yo se lo e cuchaba y se lo seguía. Al centro, la fuerza, demasiada para un viejo, y en torno de ella, unos circulos partidos, que eran la religiosidad y la sociabilidad. Gabriela, yo no puedo vivir sin los otros; yo como prójimo, en el buen sentido de la palabra, me nutro de prójimo; vivo de estar con mi semejante y sin él me moriria.
Oyéndole, me acordaba de don Miguel de Unamuno.
Tenía semanas y semanas de salirse de si en la escapada budista que había aprendid, pero a lo cristiano, se volvía el reprendedor y el corrector absoluto de su casta, angustiado por ella, sosteniendo sobre su pecho ancho de marino la suerte nuestra y ahogándose de su peso. En este salón cerrado, yo no puedo explicarle lo que quiero. Vamos de excursión y usted va a oir bien y a entender mejor veces el paisaje es la única pizarra sobre la cual yo puedo desarrollar mis pensamientos oscuros. me llevaba de un tirón, sin darme un respiro, a lo alto del San Cristóbal, para ha cerme comprender, mirando hacia la picacheria de la cordiilera, por que el chileno es exacerbadamente ambicioso. Vea: tenemos un cerco de cumbres en torno, y al medio, casi sin transiciones, este hoyo donde vivimos. Otras ciudades poseen una altura guardiana, o dos, pero no esta terrible corona de nieves excitadoras. Nos van mos a hacer pedazos porque Santiago es una taza donde nadie quiere ser el fondo, ni las asas ayudadoras, ni las par des, sino los bordes en que la taza iuce y ofrece de beber El viejo alucinado veía lo que vino quince años después.
Había descubierto por allí, en unas lectu ras hindúes que antes de los ángeles guardianes individuales, existen los ángeles del grupo, y antes los de la nación, y antes aun, los de la raza. Andaba como embriagado con el pensamiento de servir al Angel de Chile.
Tenía muchísima razón: la patria es un ente demasiado abstracto en los discursos oficiales y en el editorial del periódico, que for man la única literatura dedicada a ella. El viejo místico había encontrado modo de darle a esta noción política, asidero religioso.
engarfiándola nada menos que en las legisnes celestes, y estaba feliz de lo aprendido en los indios inmemorables.
tiempo, decir Chile significaba para unos nombrar el Senado conservador, para otros, la Cámara de Diputados en fronda perpetua, y los dos patronatos le parecían ayunos de trascendentalismo y de prestigio eterno. No hay sino lo Eterno, y algunos fo gonazos de lo Eternc apuntados sobre lo tem poral.
Le brotaba de la oscuridad de pronto una persona nacional y celeste, el verdadero dueño de nosotros, criatura radiante que lle va nuestras facciones vulgares transfiguradas en su cara; mejor que nosotros, pero parecido a nosotros, y él se sentia entonado con aquello de que el civismo de su vida le flamease de repente de una borla sobrenatural Yo le conocí entre sus noblezas la de una acérrima dignidad del lenguaje, muy grato a la mujer escuchadora del hombre. Le quemaba como una vibora de fuego la gruesa interjección criolla que oía por la calle, y seguía caminando un buen trecho con una expresión apesadumbrada. El pueblo, el pueblo! Se lo sentia entre las manos como un vellón sucio de cordero y le miraba las manchas y le tocaba los ballicos. Quería lavarlo y escardarlo mota a mota; y lo lavo y lo escardó cuant pudo, sabiendo un buec dia que el vellón es inmenso, y tan profundo que no se le tocan las dos faces y que los escardadores deben ser millón Después de haber caminado sin decir pa labra, rumiando aún la frase, me decia de pronto. El español nos dejó esta lengua popular que es la de la repugnante Celestina; el indio guardaba sus pudores. Muy triste: es terrible manchar el verbo, por aquello de San lo sepamos Quiere Ud. buena Cerveza. Selecta Tome No hay nada más agradable ni más delicioso.
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