Violence

50 REPERTORIO AMERICANO hay generación espontánea: todo libro nace de otro libro y toda idea de otra idea (sin detrimento de la verdadera originalidad, que consiste en el carácter individual de las obras. 12. Acentuamos este paréntesis de la Condesa y hacemos eco con aquellos que substanciadamente señalan los inconfundibles quilates de originalidad en las Tradiciones, género, en raestro caso, único, y que, como todas las cosas ingenuas y volátiles, no cabe en el casillero académico de una definición (13) pese a la bien intencionada solicitud con que se trata de analizar la obra del Maestro.
Aceptamos, sea discutible o no su finalidad verídica que todo obra de arte lleva en sí algo fundamental que transparenta y delata el carácter y personalidad de su creador. en esto concurrimos: en aprobar la confidencia de Eckermann al genio de Weimar, de que en toda producción literaria hallamos síntesis y reflejo de la actividad armónica de las facultades psíquicas del que la engendra. Otro tanto podría opinarse con Unamuno, y con Valera para quien en materias literarias es falso que el autor se eclipse. Su personalidad informa siempre el libro que escribe. y el espíritu del creador sea cual fuere, se infunde en la obra aunque él no lo pretenda, aunque él no lo quiera, aunque procure evitarlo (14. Si observamos: Don Ricardo, usted de vez en cuando nos filosofa a manga ancha; encontramos salpimentando aquí y allá su obra minúsculas frases que nos revelan cierta escondida hostilidad, cierta indisciplina irónica más bien sincera que incisiva y malfaciente, es, porque muy palmarias, aunque a primera vista imperceptibles, así las encontramos en las Tradiciones suyas. Usted nos advierte: Va mi pluna a permitirse un rato de charla y moraleja. Bien. Pero tras esa sonriente y desenfadada cháchara y bajo la capa de un buen humor agudo y abundante, percibimos ciertos asomos que fotografían en nuestra experiencia particular, en nuestra sensibilidad de lector, la personalidad suya. Percatamos que en ocasiones, y muy a la ligera, sin abandonar usted el tono de narrador y sin llegar a la grunona monserga moralizante del predicador gazmoño o santurrón, nos provoca a pensar con algo de su naturaleza reflexiva.
Ya en 1878 Domingo Vivero señalaba en Verbos y Gerundios un punto que campea en la mayor parte de las composiciones de nuestro cronista: la sátira, culta y delicada, con que flagela el vicio y los malos hábitos, ya pean sociales o políticos y la amarga ironía con que se burla de pomposos y no realizados programas (15. es que su fisonomía moral, sn entereza y honradez espiritual no puede menos de rebelarse contra tales empedernidas circunstancias: repugnante miasma incontenible que ha pervivido en la sociedad de los hombres.
Cúmplenos aqui traer a colación el decir de Unamuno: sólo en obras de autores mediocres no se nota la personalidad de ellos, pero es porque no la tienen. El que la tiene la pone don dequiera que ponga la mano, y acaso más cuan.
to más quiera velarse (16. Por eso, cuanto más se trasluce la indisciplina en su obra, tanto más gana en serenidad de temple la mentalidad de Palma. Según lo hace constar Cisneros, ni las persecuciones, ni las enemistades gratuitas ni los dolores íntimos, nada ha podido debilitar la fe de su alma, la valentía de su palabra, la energía de su pluma (17. Leídas que sean con cariño las Tradiciones: después de saborear su criollismo espontáneo, socarrón y salpimentado, columbramos que Palma, sin abandonar el tono de narrador, injerta en el seno de la intimidad y en el decurso de su charla, exaudibles ideas, discriminales y suscintas sentencias,. reflexiones que apenas arañan, y sin embargo, el rasguño es más biriente que una lanzada (18. La época del coloniaje, dicenos Palma, fecunda en acontecimientos. es un venero poco explotado aún por las inteligencias americanas. Por eso. cada vez que la fiebre de escribir se apodera de nosotros. evocamos en la Soledad de nuestras noches al genio misterioso que guarda la historia del ayer de un pueblo que no vive de recuerdos, ni de esperanzas, sino de actualidad. en América la tradición apenas tiene vida. Sea por la indolencia de los gobiernos en la conservación de los archivos, o por descuido de nuestros antepasados en consignar los hechos, es innegable que hoy sería muy difícil escribir una historia cabal de la época de los virreyes (19. por remate, ñade: Hacer yo me propuse populares, bechos nada vulgares, y exhumando esqueletos de difuntos, a destajo hallé asuntos, para sacar del historial osario, ua un tipo estrafalario, ya una dama gentil, ya un hombre digno, o ya un quidam maligno.
Cuantas de bocas de locuaces viejas pude escuchar consejas, y cuantos en papeles, ya amarillos encontré chismecillos, lantos fueron soberbios argumentos para hilvanar mis cuentos.
Orgullo del dolor (En el Rep. Amer. Tengo una pena negra y profunda, pero mía.
Un dolor sacrosanto donde nadie más cabe: algo como una rara y sutil misantropía que yo llevo en el alma aunque nadie lo sabe. juzgar por lo transcrito, y por aquello de: Dentro de mis fronteras yo libro mi batalla.
Violentas sensaciones sacuden mis entrañas y hay un brote de angustia que se yergue y estalla para llenar mi vida de emociones extrañas.
Huyendo de un presente que el genio esteriliza Mi tenaplo es el pasado, mi altar la tradición (20. Es algo de mí mismo que sólo yo he sentido.
Dolor de mi presencia en las cosas del mundo: heridas en mi carne: sangre que yo he vertido; polvo de los caminos en mi pie vagabundo. yo reclamo el goce terrible y tormentoso de mi dolor inmenso, sagrado y exclusivo: es mi parte, intocable, de este mar proceloso del mundo en que me muevo y la vida que vivo. Quién como yo ich angustia de mi existencia inquieta! retorcerá sus brazos, ardientes, temblorosos. Quién clavará sus uñas, con ansiedad de poeta, en los alados sueños que vuelan presurosos?
cabenos deducir que en Palma yace el sentido del tiempo en consecuencia ilógica: tendencia manifiesta hacia el ayer. Cuádrale al ilustre limeño lo de Azorín: Vivir es ver volver. Es ver volver todo en un recuerdo perdurable, eterno (21. Apuntemos. Cabe esta interpreta.
ción desde luego, sólo en la esfera del pensamiento, en las reconditeces del corazón donde bien pueden latir, evocadas y transformadas por nuestra voluntad, remozadas con mayor limpidez y en férvido apogeo, añoranzas y ex periencias de los días pretéritos. Literariamente, dícenos Palma, tengo la manía de vivir en pasado; el ayer es siempre poético: es una especie de sol al que apenas se le ven las manchas porque está muy lejos (22. Vivir es más que recordar para el Maestro: es no dejar mocir un pasado apreciable, lleno de misterios y de secretos escrutables para la ciencia histórica, lleno de grand y de tragedias, de leyendas y culturas diversas, es decir, con todo lo que significa la raigambre honda en el tiempo y en el espacio de los pueblos con contenido substancial y que son, por tanto, advenedizos en la evolución lógica de la humanidad (23. Leyendo a Palma, reiteramos, se desprende en nosotros una sutil emoción: nos cercioraY bien. Sólo yo puedo marchar por mi camino!
De tanto hollarlo siento que empiezo a amarlo un poco, como si en la violencia que me hiciera el destino hallara yo el remedio de ser sabio y ser loco.
Dolor que es mío, entero: para mi propia vida.
Que sólo yo conozco, porque a mí me fué dado.
Orgullo de llevarlo, dentro de mi medida, muy adentro, en el alma, escondido, callado.
Román JUGO.
San José de Costa Rica, Diciembre de 1949. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica