8 REPERTORIO AMERICAN La dádiva de los antiguos dioses Luz de Candileja (El adiós a Chaplin y de Chaplin)
hasta la muerte, por aquello del índice divino que le concedió la gracia de la gracia, sin mengua. Acaso él, en su calidad de Mr.
Chaplin (el Enrique Smith de mi cuento)
abomine de la escena. Pero allí se lo está diciendo a la bailarina cuando le reconviene por haberle dicho antes que él, Cal.
vero (el gran payaso de Luz de Candileja)
odia la escena y sin embargo no quiere fugarse con ella y hacerla su esposa. Qué quieres. También me repugna la vista de la sangre, pero la llevo en las venas.
Por SALARRUE (En Rep. Amer: Colaboración)
Nos hablan de los dioses antiguos y de los dioses modernos. Quién nos habla? Alguien nos habla. Lord Dunsany por ejemplo; por ejemplo, Wells. También yo podría decir algo de mis dioses Dathdálicos: Marmuti, Oli, Und, Shintara y Kankosú. Los dioses comienzan a ser modernos en la Biblia, en el Mahabarata, en el Popol Vuh. Cuando hablamos de los antiguos dioses acaso nos estemos refiriendo a los dioses modernos cuando eran niños.
Por lo tanto, los antiguos dioses (contra lo que siente el alma romántica) no son los más solemnes, ni los más andrajosos, ni los más barbados, ni los de talla tosca de aluvión sino los más bellos y dulces dioses puesto que son dioses niños, dioses jugando o brincando (como diría un portugués, y es lo mismo. dioses risueños, que montan en la rueda del zodíaco coino en su carrousel o que van al circo (de la carpa azuil) del día.
Luz de Candileja (o Luz de Proscenio. como quiera traducirse Limilight) es la última película de Chaplin. nadie me autoriza a subrayar esas dos palabras: la última, pero yo lo hago para que se entienda que él mismo lo ha creído así en la conciencia o en la subconsciencia y sólo una obra portentosa, ultra extraordinaria, podría seguirle. En Luz de Candileja, Chaplin se roba, casi violentamente, el derecho de trasmitir al público, a su público universal y aun a su público particular (el exquisito, amante y amado) su resentimiento inmenso por reales o supuestas infidencias. Mr. Chaplin sabe que Charles, su hijo bien amado, merece otra cosa, nc puede ser aclipsado con indiferencia ninguna. Su hijo es él mismo y él lo sabe. en una extraña amalgama de humildad y de orgullo, de lágrimas y rictus (a más de su risa de payaso) lo hace saber al mundo.
Limelight ha sido hecha para eso: para que el público le redescubra, en primer lugar, para que le vea aún pasar vivito y coleando, con su forma única de colear, detrás de aquella pantalla extraña que es ese Cal.
vero y, además, para que el mundo entero le vea morir.
Digo todo esto como preámbulo a una alusión laudatoria sobre Charles Chaplin y porque mi amigo el pintor escocés Allan Torrens me ha dicho en Broadway anoche. Su gracia es una dádiva de los antiguos dioses.
Esto es la pura verdad. Aquellos viejos dioses, como eran aún niños, pensaron que un clown era lo mejor entre los hombres. no es que le veamos morir en su calidad inmortal de tramp callejero, el de la caña y el bombín, sino en su calidad noble, digna, de Charles Chaplin, el hombre que los dioses niños escogieron para enseñarnos el divino ejercicio de reír llorando, ese reír llorando que no es llanto de risa sino llanto de hombre y risa de niño, todo en uno. Porque él es el clown integral, que nos divierte y a la vez nos tortura, que funde en una sola las dos tradicionales máscaras de la escena, en la que ríe y llora, sincrónicamente: la cara picaresca de Charles y el digno y resentido y amargado de Mr. Chaplin tal como se le presenta en la cubierta del recordatorio de Limelight.
Volvamos a leer lo que Wells escribió de los dioses que concedieron poder ilímite a un hombre, escogido al acaso, y por exChaplin y su máscara perimentar qué sucedería. Le tocó en suerte a uno que iba, en aquel instante de capricho divino, por una callejuela oscura de Londres. Este. dijeron señalándole con ante el público ensayando unas cuantas el índice de la divina diestra. En el gesto frases de payaso adocenado y unas cuantas iba el magnetismo mágico y el honibre, al poses tontas. Pero la gente escapó a moentrar en una taberna, entre trago y trago rir de risa con aquéllo, porque yo era y sin saber qué era lo que le hervía en el Chas Chap y porque una simpleza de Chasánimo mandó a una lámpara que se pusie Chap sólo acertaba a ser una bomba hilara cabeza bajo y la lámpara obedeció al ins rante. Porque entre mis manos de niño tante. And then the fun began. alli torpe la paja se torna en oro, los guijarros empezó la cosa. como dicen en inglés. en flores, las cerillas en soles resplandecientes; porque lo que yo toco se diluye Los dioses que concedieron esa terrible en risa, porque soy la gracia fatal.
gracia a un hombre que, si mal no recordamos, terminó en un tirano sin control po La gracia, sí señor, le han concedido la sible, son los dioses ficticios de Wells. gracia de la gracia, síntesis de un talento Los viejos dioses y su hombre de la calle genial. Desde The Kid, hasta Limelight paoscura son inventados para regodeo de sando por Vida de Perros, Armas al Homlectores, y está bien. Pero los viejos dioses bro, La Calle Fácil, La fiebre de Oro, El ninos que señalaron con su dedo nacarino Circo, Luces de la Ciudad, Tiempos Moder.
a Charles Chaplin son auténticos dioses, nos, El Gran Dictador y Monsieur Verdoux.
aunque no se miren, y su nombre, él, es conocido y real, de carne y hueso, y la Pero entre El Gran Dictador y Limegracia que le concedieron, como la conce light, quizá desde Tiempos Modernos, hay dían dioses niños, se quedó en eso, en un paréntesis de silencio, de desconfianza, gracia.
de olvido, de infidelidad del público; aun de su público que es grande y refinado. Por En mi cuento aquel sobre Chas Chap una especie de costumbre, de instinto cointitulado Un Clown, hablando de cómo el lectivo, el público quiere (sin decirlo cla clown quiso librarse un día de la absor ramente) entender que con la llegada del bente personalidad que empezaba a nulifi sonido al cine Chaplin se acabó. Pero Chacar su vida personal de hombre de la calle plin, como todo el que ama la vida, la exisy de la escena, refiere éste a Rebeca, su tencia, su existencia, no quiere acabarse, amante, como aún intento destruirle va sobre todo cuando tiene derecho a vivir y liéndose del ardid de ponerle en ridículo él lo tiene, un derecho inalienable a seguir No hay instante (en toda la película)
de emoción más intensa que aquél en que, ya sin maquillaje, Chaplin (quien está agonizante) se hace llevar entre bastidores para ver bailar a su amada Terry y muere allí antes de que ella termine. Pero qué muerte. Charles Chaplin, ante sus públicos del mundo, se pone a morir. Le vemos morir para que se sepa que muere porque es hombre y no payaso solamente.
Un escalofrío de dolor quintaesenciado cruza por el arpa de los nervios cuando le cubren (en un closs up terriblemente calculado) con mantas blancas. para siempre. Para siempre. Pero para siempre Sí, no para siempre No.
SALARRUE.
New York, 1953. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica