REPERTORIO AMERICANO 175 La escapada Colaboración de Arturo MEJIA NIETO Por esa época flotaba en el ambiente físico y moral una sensación opresiva de recelo. No obstante se sucedían las fiestas públicas destinadas. a conmemorar los triunfos oficialmente proclamados por las armas paraguayas en el frente. Era el año de 1868 y la derrota del enemigo se descon taba para el primer semestre.
El día jueves, 20 de octubre, agonizaba suavemente y Pancho Cuevas vino a la ca.
pital por asuntos de servicio y visitó de paso a su hermano menor que se inclinó a las confidencias. Estaba poseído de una sensación de ansiedad que le resultaba in ciuso agradable y miraba a Pancho con una intensidad tal que lo obligó a fruncir el ceño. Allá abajo aparecía el centro de la ciudad de Asunción con su amasijo do casas y calles caracoleantes entre altos ár boles que ocultaban la tierra rojiza. Regreso a reunirme con el ejércitole confió Pancho Cuevas a su hermano nie nor reteniendo el aliento. Pollos, patos, pe rios y cerdos vagaban buscando entre los desperdicios de la casa algo que comer. En el fresco de la tarde mortecina, el aire tenía una limpidez traslúcida. Los lapachos al.
canzaban enorme altura y se oía el arrullo de las golondrinas revoloteando sobre el techo de la vetusta casa. Bandadas de lorog atravesaban arriba con procedencia del Chaco y parecían balas lanzadas a través del aire límpido y sereno. Iban a despojar los árboles de sus frutas en las quintas del oriente y de nuevo regresarían a dormir en sus nidos en el Chaco. Pancho, desde su llegada, sentía una sensación de bien estar. Su imaginación se entregaba gozosa aunque sin cansarse, a la tarea de recordar dulces imágenes de su infancia y era que flotaba en aquel instante un hálito de sen: sualidad material. Los rayos del sol po niente habían logrado filtrarse a través de las ramas de los altos lapachos y derra.
mábanse sobre el follaje haciendo brillar, como cobre bruñido, su denso y opulento color verde. Súbitamente Pancho Cuevas y su hermano menor se sacudieron al escu.
char que un ser humano respiraba detrás de la ventana. Qué haces allí, Simona? barbotó.
Pero como no le oyó repitió con un grito el hermano menor dirigiendo a la mujer una mirada de cólera impotente. Nada, niño Raúl. La vieja parecía absorta por sus pensamientos, aunque embarazada por la súbita pregunta. Vete a tu casa, nadie te necesita gri.
to de nuevo y enarcó las cejas. Como no, niño Raúl.
La vieja de cutis bronceado se alejó a regañadientes, pero detrás suyo dejó en el ánimo de los dos hermanos una estela de ansiedad. La vieja de la cual no se conocía sino el nombre acaso solía escuchar comentarios y trasmitirlos a las autoridades.
El hermano menor de Pancho estuvo teme.
roso que este fuese delatado. La actitud de la vieja no parecía obedecer a la confian.
za que pudiera sentir en sí misma, sino a una tranquila indifereacia por el destino ajeno. Por todo vestido llevaba prendido de los hombros un raído y sucio typoi que le caía hasta los tobillos. Iba descalza. Fue.
ra de la leve sonrisa que se dibujaba en sus labios, la única señal de que había reparado en aquellos dos hombres fué un pe.
queño movimiento de cabeza casi involuntario, con el fin de soltarse el cabello y un instintivo ademán para apretarlo; lo tenía muy largo y desgreñado. En fin era una mujer delgada; tenia la estrecha cadera de un muchacho y las piernas cortas. Sin embargo en su semblante picaresco asomaba una expresión de malicia y los había estado observando con el rabillo del ojo. Pero veamos, que es lo que hemos dicho? interrogó Pancho Cuevas a su hermano menor, desanimado y perplejo. Primero repuso el otro yo te formulé una pregunta: como va la guerra. Cierto. Bien. Tu me contestaste la pregunta. La guerra está perdida completamente respondiste. Aquí nosotros opinamos todo lo contrario te observé. Eso es falso me contestaste. luego añadiste: los bailes se proponeri disimular la derrota inevitable. Se nos terminó el material de guerra, tuvimos bajas y hay noticias de que los aliados se proponen someternos por hambre. que se persigue con el engano? te volví a preguntar. Prolongar la guerra me contestaste. Con qué objeto? pregunté de nuevo. Nosotros los soldados del frente no lo sabemos y si el alto comando oculta la idea que se persigue, nosotros lo ignoramos. Pero por qué el Gobierno celebra el triunfo inexistente de nuestras armasvolví a preguntarte. Para ocultar la verdad me repusiste de nuevo. Los dos bajamos el tono, pues sabíamos que alguien nos escuchaba. Mi voz se quebró como si fuera a echarme a llorar. No obstante, traté de dominar mi agitación, pero no pude reprimir el violento temblor que tú observaste.
a Pancho Cuevas del hogar por difundir ideas que conspiraban con el éxito de la guerra llevada a cabo con tanto sacrificio.
Esta fué publicada y difundida en el Boletín de guerra y se pedía la captura. vi.
vo o muerto. de Pancho Cuevas denunciado por el propio hermano menor. merecedor del más alto reconocimiento por la ayuda prestada a la patria. La noticia publicada de Pancho Cuevas llevaba añadido el adjetivo traidor. La familia rezo esa noche en torno de la venerada imagen de Nuestra Señora de la Asunción. El ros.
tro contraído de los presentes tenía un gesto duro; las estrellas brillaban tan in.
tensamente que la silueta de la figura de Pancho se dibujaba en la memoria del her mano menor con toda claridad en el mo.
mento de desvanecerse entre los árboles.
Luego deliberaron. Lloraron y pidieron al cielo la salvación del prófugo. Después se retiraron resignados cada uno a su casa Había transcurrido mucho tiempo y la guerra acababa de terminar en 1870. Raúl Cuevas, el hermano menor de Pancho, confesó al viejo cura de la parroquia lo que gravitando sobre su corazón, noche y día, constituía desde hacía dos años un pe.
so abrumador. No es verdad respondió el cura fue.
ra del confesionario para no profanar el sitio que Simona pudiera delatar a nadio siendo de una ignorancia supina. Además estaba sorda como una tapia debido a que el tímpano fué destruído por la descarga de un rayo.
El joven lo miró fijamente. Luego pre.
guntó. Entonces la huída de mi hermano fué innecesaria y estéril. Así creo. repuso el señor Cura y si es verdad que la guerra estuvo perdida antes que se hiciera pública, el autor de aquella versión no pudo rehabilitarse del cargo de traidor, pues se lo tragó la selva no es así? El joven que lo escuchaba con un nudo en la gargante, bajó la mirada y no respondió a la pregunta del Cura.
Asunción, Paraguay. 1953.
Pancho sospechó que Simona había partido a delatarlo; los dos hermanos exteriorizaron el sentimiento de sus almas con una mirada sombría. Ignoraban hasta allí, que minutos después, Pancho dando grandes zancadas desvanecería su fina silueta entre los negros árboles definitivamente como un prófugo. La emoción que embargaba a uno y otro hermano hacía temblar sus labios. Uno vió en los ojos del otro una llama de amor. Se amaban con la energía de su inteligencia consciente. El herniano menor sintió adentro de sí una prematura madurez, pero ésta desapareció de pronto y volvió a ser el niño de antes que se sobrecoje de miedo. Pancho había partido y recordaba su consejo. Pancho le había dicho estamos perdidos y no queda otro remedio que yo te delate como traidor. Mientras tanto, huye hacia la selva, quizás ganes la frontera de Bolivia y salves tu vida. Yo iré a delatarte hoy mismo y de este modo acaso salvemos el resto de la familia. Me parece bien contestó Pancho. Se abrazaron, se dijeron adiós y se separaron.
El hermano menor hizo la denuncia. Se presentó al alto comando y delató a Pancho Cuevas como un traidor. En la declaración firmada con su puño y letra se confesó que la madre y los hijos habían arrojado Noticia de Libros (Viene de la pág. siguiente)
Dr. Rafael De Buen Lozano: El hombre a través de la Biologia. Ensayo de una Biología humanística. 1953.
Es el Vol. de la Colección CientíficoPedagógica.
Como números 37 y 38 de la Colección Contemporánea: Manuel Galich: De lo vivo a lo pintado. Comedia en tres actos) y La Mugre (Co.
media en tres actos. 1953.
Son a la vez, los Vols. III y IV de Obras de Teatro.
Clemente Castillo Cordero y Juan Alfredo García O: Atlas Politico Administrativo de la República de Guatemala. 1953.
Símbolos Nacionales de Guatemala. Edición dedicada a los niños y ciudadanos de Centroamérica en conmemoración de la fecha de la Independencia. 1953. 132 Aniversario de la Independencia. Reglamento de exámenes para los Establecimientos de Post Primaria de la Rept blica. 1952. Guatemala.
Luz Valle: El Milagro de Septiembre. Juguete escénico de un acto. 1953.
Dedicado a las jóvenes maestras de Gua.
temala. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica