Stalin

REPERTORIO AMERICANO 35 ACADEMIA DE MATEMATICA Dr. García Carrillo dirigida por RAFAEL ANGEL LLUBERE PROFESOR DE ESTADO Especialista en enfermedades CARDIO VASCULARES (Registro del Colegio de Médicos)
METABOLISMO BASAL VÁRICES Especialidad en la enseñanza moderna del Algebra, Geometría, Trigonometría, Algebra Superior y Cálculo Infinitesimal.
175 vs. al Sur de la Plaza de Artillería Barrio Aranjuez Teléfono 3963 oscura del mundo. Por desconocer esas realidades, se han puesto al margen de la vida aquellos sistemas sociales que proscriben las religiones en el área de la sociedad, y faltan a las leyes de esa misma vida, los gobernantes que destruyen los templos o cierran los santuarios. Ninguna de esas medidas artificiales e ilógicas logrará jamás acallar la apetencia de eternidad ni el anhelo de insnito, que brota como undosa corriente vital, desde las entrañas mismas de nuestra naturaleza.
Robespierre y Stalin, pugnaron por alterar en los pueblos que hubieron de soportar su inmisericorde absolutismo, el concepto del misterioso más allá, con categorías de orden racionalista y material; pero, pasado el estupor que semejante transformación trajo consigo, el hombre mismo, hubo de cargar de esencias irracionales los nuevos símbolos adoptados por los regimenes regresivos. sobre la diosa razón o sobre la hoz y el martillo, se insufló un soplo de eternidad! Con esto queda explicado que nadie, por autoritario o potente que sea, puede aho.
gar los impulsos espirituales del ser; apenas si alcanza a trocar un ritmo místico positivo por uno menos positivo o negativo del todo. El caso de Rusia es un ejemplo innegable de tal fenómeno colectivo. Bien supo Petrarca interpretar la angustia que gravita sobre toda la humanidad en aquella canción recogida en el lenguaje poético suyo. Mirad, Señor, cómo el tiempo vuela y cómo la vida huye; la muerte está sobre las espaldas. Las primeras impresiones que casi todos recibimos al penetrar en la alcoba donde se guardan puestros más caros recuerdos, nos las proporcionan los retratos de nuestros amados antepasados o la colección que forman los que tomamos en épocas ya lejanas de nuestra vida. Unos y otros sou testimonios mudos, pero efectivos del proceso inexorable de la muerte.
Los primeros, porque los seres que representan dejaron ha tiempo de existir; los otros, por cuanto aquellas fotografías de los años pretéritos al no corresponder a nuestra presente realidad, sólo exponen épocas que fueron, es decir, muertas ya, convertidas en adusto pasado en el incesante correr de la vida.
Nuestra vida, pues, hasta en el refugio de la propia intimidad, está rodeada por la muerte. Desconcertante pe ese hecho, salvo que se piense en la muerte que es vida, según el elevado concepto del Obispo de Hipona.
En la paturaleza misma, al lado del germen que brota, henchido de poderes creadores, está el fruto que se madura, se pudre y desintegra, cumplido que sea su destino singular.
Vida y Muerte! Movimiento que no se interrumpe: rueda que incesantemente gira, hoy mostrando el lado que apunta hacia las auroras y mañana el que conduce a los ocasos. en medio de posiciones tan contrarias, en el punto en don.
de el cambio debe producirse, el brotar de nuevas estructuras, tal como si aquí mismo, en esta renovada morfología de la existencia, se encontrase el lenguaje misterioso del espíritu.
La contextura material nuestra, el círculo de afectos que nos rodea y los intereses que se van adquiriendo a medida que inten.
sificamos la acción en el mundo, todo ello nos vincula tan hondamente al momento histórico en el cual cumplimos un destino temporal, que la muerte sobreviene como si fuese la más flagrante violación de las leyes naturales. Pero, lacaso no nacimos para morir, y quizá para renacer después? Esto, mejor que nosotros, lo comprenden los pueblos orientales, lo que explica que para ellos proceso de la muerte cobre acentos de ternura y de resignación, que suelen ser apenas excepcionales entre las gentes de occidente. Será que en aquella legendaria zona del mundo, lo agresivo y peligroso de la naturaleza geográfica habitúa al morador a contemplar el espectáculo de la muerte como cosa natural y corriente, o será que las religiones tradicionales de esos pueblos les llevan, con más facilidad que lo puede hacer nuestra peculiar cultura, a mirar como suceso natural, espontáneo, propio de las leyes comunes de la vida, el problema pavoroso para nosotros de la muerte?
Pensamos que allá en Oriente, las dos circunstancias señala.
das parecen conjugarse y dar de sí una mentalidad más comprensiva o más resignada en presencia del último paso de nuestra vida temporal, el de no ser que, como lo piensa Heidegger, sirve para acabalar el ser. Trátase de la experiencia final en este plano físico, de la última experiencia que, por serlo, está rodeada de inusitada majestad y de dramatismo incomparable. Es evidente que el problema de la muerte debe ser afrontado en función del problema de la vida. Ambos forman una unidad indestructible, y se integran mutuamente, abriendo el primero un destino en el ámbito de la temporalidad y cerrándolo, el otro.
Nicolás Berdiaev piensa que toda la problemática filosófica debe organizarse desde el hombre; y tal problemática, agregamos, ha de tener un punto de iniciación y otro final, para señalar así en el mundo, los límites propios de semejante proceso evolutivo.
Si las modernas corrientes filosóficas han conseguido depurar muchos conceptos sobre la vida, al concentrar el análisis en el hombre y sus circunstancias, el problema de la muerte, que tan radicales cambios significa para la misma vida, ocasionando, además, perturbaciones en cuantos directa o indirectamente sufren sus consecuencias, debe ser estudiado con valor, con entereza, a la luz de un análogo enfoque.
Al extender nuestras miradas por los vestigios de las preté.
ritas culturas y cuando contemplamos los restos, convertidos en verdaderas momias de los santos o de los pontífices, un torrente de reflexiones va surgiendo desde el más reservado refugio del alma. Si lo contemplado forma parte del mismo estilo de vi.
que pertenecemos, si conmueve con su presencia alguna de las fibras del alma, sin duda ello da lugar a que experimentemos una indescriptible emoción. Pero, si tratándose de casos como el de la momia de los faraones, lo observado está muy lejos de nuestras formas de pensamiento o de nuesta reáli.
dad vital de ahora, aquellos restos apenas suscitan un afán de mera curiosidad, incapaz de llevarnos siquiera a las reflexiones de Hamlet. Por qué el contacto respetuoso, sugerente, de acento hondamente emotivo, va perdiéndose ante los despojos humanos, a medida que el tiempo y la distancia histórica nos separan de ellos? Aqui se podría encontrar un síntoma que pone en evidencia la subconsciente noción que abrigamos de lo fugaz de cuanto apenas sea materia, así corfesponda ésta a la envoltura física humana, el Templo del Espíritu Santo para el Apóstol de los gentiles. Dijerase que cuando la estructura de ese templo.
se ha convertido en objeto de la etnografia o del museo, no da a Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica