Anarchism

REPERTORIO AMERICANO 307 Descansa en paz. mas no, no descanses. Prosiga tu alma su obra de luz desde la eternidad, y guíe a nuestros pueblos tu inspiración amiga de lo bello y lo justo, del Bien y la Verdad!
Tu presencia abolida, que crezca tu memoria; alce tu monumento tu augusta majestad; y que tu obra, tu nombre, tu prestigio, tu gloria, sean como la América, para la Humanidad!
y el pulmón fuerte, bajo los cristales de azul, que han vibrado.
lanza el grito: Oid mortales, oid el grito sagrado.
II blos indocriollos ante el peligro ya probado por dentelladas que todavía sangran.
Para la desesperanza del poeta, Dios es el último y sublime baluarte: Oíd el grito que va por la floresta de mástiles que cubre el ancho estuario, e invade el mar; sobre la enorme fiesta de las fábricas trémulas de vida; sobre las torres de la urbe henchida; sobre el extraordinario tumulto de metales y de lumbres activos; sobre el cósmico portento de obra y de pensamiento que arden en las políglotas muchedumbres; sobre el construir, sobre el bregar, sobre el sobre la blanca sierra. soñar, sobre la extensa tierra, sobre la vasta mar. pues contáis con todo, falta una cosa. Dios.
La América toda de habla española ha oído los claros clarines de La Marcha Triunfal y visto, proyectados por su canto sonoro y su cálido coro, los vencedores pasando bajo los arcos triunfales; a las bellas mujeres ofrendando sus sonrisas a los bravos vencedores; a los niños aprendiendo de los ancianos la admiración del heroísmo y las armas de las panoplias agitarse como en las manos de los antiguos héroes.
Sin embargo la Marcha Triunfal, el mayor esfuerzo por convertir la palabra en música. según dijo el máximo crítico español, no gozará el favor de llegar a ser una lectura escolar en pueblos que alientan aspiraciones de paz como son los de América.
En cambio, como una protesta, siempre presta a ser lanzada si la insania imperialista apareciere de nuevo en este hemisferio, la Oda a Roosevelt, debe conservarse en el seguro arcón de la conciencia cívica.
Esta oda es el grito más estentóreo de in dignación lanzado por el pecho de los pueGrito de la protesta es la Oda a Roos evelt del big stick, pero no de odio. Rubén Darío era incapaz de este sentimiento. Además comprendía la positiva gran.
deza de los Estados Unidos, la grandeza en las obras de cultura, incluso en las estéticas que más negadas les han sido. Más aún sabía la necesidad de la concordia continental y el bien que el enorme vecino podría hacernos si su política se canalizara hacia los pueblos en busca de fraterna comprensión, y no hacia los salteadores de solios presidenciales. Oigamos la expresión de sus sentimientos en ritmos que están vibrando en las regiones más altas del espíritu: luego las estrofas de música descriptiva de la grandeza acromegálica de la tierra ungida por la Cruz del Sur con su eterno beso de luz para ser hogar de los que buscan pan honrado y trabajo digno.
Después, poseído por su deus en el trípode délfico, el vate avisora el porvenir en que habrá: la confraternidad de destinos, la confraternidad de oraciones, la confraternidad de canciones, bajo los colores argentinos.
Aguila, existe el Cóndor. Es tu hermano en las grandes alturas Los Andes lo conocen y saben que cual tú, mira al Sol, May this grand Union have no end! dice el poeta.
Puedan ambos juntarse en plenitud, concordia y esfuerzo.
Insistiendo como quien hace un aposto.
lado de la fraternidad de América que reza a Jesucristo en español con la que ora en inglés, canta así: En el Canto a la Argentina, la inspiración ha llegado a las alturas en que el vértigo sobreviene; sin embargo aún queda en lo alto espacio para la ascensión del Pegaso. El civilismo continental de Rubén Darío se sublima aún más y se hunde en el piélago de los ideales de la raza. Baña.
do en sus luces fébicas y atento el oído a la Sibila que le dicta, surge el canto de la raza, advertencia, admonición y evangelio para los pueblos colombinos. Es la Salutación del Optimista, el homenaje más grande que la América joven ha hecho a la España eterna, según el juicio definitivo de Menéndez Pelayo. El ritmo ondula por el hexámetro de bronce, la sangre de los ideales propugnados circula en el egre.
gio metro, recordando a las inclitas razas ubérrimas sus glorias pretéritas y augu rándoles su futuro resurgimiento. Contra el pesimismo clama con estas voces que golpean la conciencia de los derrotistas: Oh, pueblos nuestros! Oh pueblos nuestros! juntáos en la esperanza y en el trabajo y en la paz.
No busquéis las tinieblas, no persigáis el caos, y no reguéis con sangre nuestra tierra feraz.
Ya lucharon bastante los antiguos abuelos por Patria y Libertad, y un glorioso clarin clama a través del tiempo, debajo de los cielos.
Washington Bolívar, Hidalgo y San Martin.
Ved el ejemplo amargo de la Europa deshecha, ved las trincheras fúnebres, las tierras sanguinosas; y la Piedad y el Duelo sollozando los dos.
No dejéis al odio que dispare su flecha, llevad a los altares de la paz, miel y rosas Paz en la inmensa América. Paz en nombre de Dios, pues aquí está el foco de una cultura nueva, que sus principios lleve desde el Norte hasta el Sur, hagamos la Unión viva que el nuevo triunfo lleva The Star Spangled banner con el blanco y azur.
Pálidas indolencias, desconfianzas fatales que a tumba o a perpetuo presidio condenásteis el noble entusiasmo, ya veréis al salir del sol en un triunfo de liras, mientras dos continentes, abonados de huesos gloriosos, del Hércules antiguo la gran sombra soberbia evocando, digan al orbe: la alta virtud resucita que a la hispana progenie hizo dueña de siglos.
Abominad la boca que predice desgracias eternas, abominad los ojos que ven sólo zodíacos funestos, abominad las manos que apedrean las ruinas ilustres o que la tea empuñan o la daga suicida, El 25 de mayo de 1910 la República Argentina celebró el primer centenario de su Independencia. Los poetas de toda estatura de la próspera nación pusieron tenso el arco de su inspiración para rendirle el homenaje de su amor. Rubén Darío, ciudadano de América y poeta suyo representativo, concurrió con la ofrenda ma.
ravlllosa de su sinfónico Canto a la Argentina. El rebelde endecasílabo, que llena la mayor extensión del poema, domeñado como Bucéfalo, lleva en el dorso la opulencia de los tesoros de pedrerías de imágenes y los diamantes líricos que recogió el poeta en El Dorado de su exuberante imaginación. Suenan en el canto todos los instrumentos de una orquesta wagneriana, las trompas y clarines de una banda de guerra y los rabeles y zampoñas de mú.
sicas virgilianas. El nombra armonioso del país, sirve de tónica a la inyocación: Uníos o la anarquía os devorara, dejó advertido el excelso Libertador. Darío re.
pite el mismo voto: Unanse, brillen, secúndense tantos vigores dispersos, formen todos un solo haz de energía ecuménica.
Argentina, Argentina, Argentina! El sonoro viento arrebata la gran voz de oro.
Ase la fuerte diestra la bocina firme en su fe en los destinos de la raza asegura que. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica