Guerrilleros

REPERTORIO AMERICANO 109 DIVA, GRATUM QUAE REGIS JAM JAM EFFICACI DO MANUS SCIENTIAE RECTIUS VIVES, LICINE, NEQUE ALTUM (Oda XXXV Lib. Epodos XVII. Oda Lib. II. Patria del ansia. Patria del ufano país de la fortuna que es mudanza, de la fidelidad de blanca mano, del sustento de ausentes, la esperanza!
La leña en el fogón gruñe y no es cerdo, el viento aulla afuera sin ser lobo.
Me doy Canidia por vencido. Cuerdo quiero volver a ser. Pierdo el arrobo Esta que en breve edad llama es contigo. Rey mísero que guardas en la ceñida armadura del párpado al testigo!
por quien será sino por vos medida De la necesidad yugo inhumano, nos salvas tú la que jamás descansa, la que vuelve la espalda al soberano por sonreír al peón en su labranza.
que me robé del cielo en el recuerdo era niño y mirando estaba un globo sé lo que significa lo que pierdo, mas he pagado tanto por el robo.
en término en que el mar, jamás amigo, es a veces mejor que la guarida y el palacio en que el hombre es enemigo.
Por quién será sino por vos tu vida Mi plegaria, Deidad del pie injurioso, es la del caracol que al mar escapa, la del que goza y sufre si es dichoso, Vuelve atrás el cercillo, madre amarga, marineros y ricos comerciantes obtengan tu favor, mientras embarga adorno de pastor, sencillo pano, ánimo de moneda y alegría para comprar el bien que no hace daño, porque sin tu favor estos festines exequias son. Cambiante humano mapa de las nubes y tú en los confines.
a mi espíritu huérfano del llanto, el pesar de no ser lo que era antes y seguirlo pagando con el llanto.
aquel mediano bien que bien cab a entre el valor y el miedo, la cabeza y el corazón, el oro y la pobreza VENUS REGINA ONIDI PAPHIQUE EST MIHI NONUM SUPERANTIS ANNUM EHEU FUGACES, POSTUME, POSTUMIS (Oda XXX Lib. Oda XI Lib. IV. Oda XIV Lib. II. Que los dedos espumen el mar blondo hasta encontrar el hombro y desceñido el talle, surja su desnudez del fondo de un sueño entre los brazos oprimido.
Que el cuenco de la mano palpe en hondo la redondez del seno y el latido, hemisferio de amor, mundo redondo a dimensión de beso reducido.
Mas nada temas de mi vino albano, dulce de nueve años, que en tu cabello de oro trenzaré la hiedra. Lo vano de la vida vale este instante bello.
Pregúntame por todo lo liviano.
La plata en el mantel es un destello, la verbena es olor que tiene mano y al vértice del fuego ves aquello.
Humo. No vale más nuestra atadura y por eso, mi amor, la del sosiego, átame con tu voz: versos murmura, canta canciones con tu voz nacida para bañar la cara de este ciego que abrió los ojos y creyó en la vida. Póstumo, los años! La arruga agrieta el rostro. Tastacea la herradura de la quijada. La sábana quieta de las canas apaga la hermosura. Cien llaves a tus cosas. No te inquieta que una sola te encierre en sepultura?
Bienes, casa, mujer. qué poco aprieta el que quiere abarcar lo que no dura.
La Ilagrimable, Póstumo, no mira, ni escucha, ni habla. Sorda, ciega, muda, espera al que de pronto no respira, se hiela, palidece, llora, suda, mientras el heredero riega el vino de dioses, que guardó su desatino.
La vertebrada inteligencia un día mojó su pulpa blanda en la caricia de la mujer y supo de ufania, de juventud, de amor, de toda cosa, que por algo dejaste la delicia de la isla de Chipre, amada Diosa.
Canto para el día que viene (En Rep. Amer. porque es la voz del agua que viene a reposar, huyendo de la luz, su amada primitiva, entre más agua; porque también un sisma vegetal y una nueva floresta y otras fábulas más, han de llegar contigo, en la víspera y después, como las cataratas transparentes.
Para el día que llegues, esta bandera imaginaria anterior a nuestro sueño colectivo, vigía de amor en los caminos del cielo popular como una estrella nueva, anterior a todas las figuras submarinas y a los himnos religiosos, a las aves que fueron enlazando por su ruta dolores marineros, y a nuestras manos que a fuerza de tocarlos, en el prójimo, se convierten en edobles para sentir mejor el grito de la tierra hecho península, desde las catedrales interiores en la órbita del fuego y la paloma.
Ese ha de ser un día como todos, un poco más feliz, quizás sin que nadie lo advierta ni lo niegue; porque tú has de instalar el sistema con derecho a tarjetas de felicidad gratuita; porque el día que viene empieza con la vida que semeja la oceánica sonrisa del padre generoso; y porque entonces, la bondad ha de llegarnos de nosotros mismos, sin que nadie administre la fe ni ultraje los colores infantiles.
Para entonces los árboles entonarán las canciones automáticas del alba, y la naturaleza con voz de estanque y de cristales se inclinará sumisa, porque tú detuviste el sol, y el día derrotó a la noche, así, definitivamente más allá del imperio de los ángeles.
Estaremos contigo, esperándote, antes de la batalla, mucho antes; guerrilleros del canto en las combinaciones del estruendo y de las luces de bengala, con la bandera a flote, como isla de esperanza y de coraje.
Pues el día que nace es como una edad distinta en cuyo código se ha inscrito la voz que desconoce el límite, porque es el continente que mueve los planetas de las constelaciones personales; y porque trae, para los que más tarde repetirán su nombre, como las oraciones que giran ordenadas por el reloj lunar, el artículo único de sus constituciones cristalinas. La felicidad es obligatoria para todos, sin dispensas; la única libertad que no existe es escogerla, y el corazón la moneda común del nuevo curso.
Alberto ESCOBAR Porque el canto que llegue tiene raíces infinitas y torres que penetran en las flores aéreas; Lima, 1951. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica