REPERTORIO AMERICANO 233 Página lírica de Alberto Baeza Flores (En Rep. Amer. LA INCOMPRENDIDA AL DEJARTE ESTAS ROSAS Dalia Iñiguez Ha llovido y la rosa tiene una lágrima callada.
Has llorado y hay una gota de lluvia en tu mirada.
En mi alma tu lágrima y su lágrima son dos rosas iguales.
Corazón de la rosa y corazón de amante, cuando llegue la noche, una lágrima sola bastará para unir dos soledades.
La Habana, 1954 Iban diciendo; El día se contempla en su huella, da ensueños a a rosa y luz al ruiseñor, ella es como la rosa, el ruiseñor, la estrella, pero no sabe del amor.
Decían: es la dueña de iluminados coros, en su nombre amanece la voz de la canción.
una palabra suya vale por mil tesoros, pero no sabe del dolor. una tarde la aurora floreció en su ternura y en todos los rosales, sintió su corazón, y la estrella remota vino a la noche obscura porque así es el amor.
Su cielo fué de sombras y lloró en la mañana.
Escuchaba el silencio deshojando la flor; le nacieron espinas a su rosa temprana, porque así es el dolor.
Más amor le dió al canto, más dolor a la noche.
Bajaron las estrellas a soñar en su voz; y el coro de las sombras dijo como un reproche: Ya es una como tantas, en amor y en dolor.
LA MASCARA. Me dolió pensar que bajo la her.
mosura y la vida gallarda, fingida, de la máscara rosa, quedaba otra horrenda que le impuso la muerte.
Susana Ferrer, La Máscara.
De Corazón Cotidiano. Ediciones Poetas. La Habana. Cuba. 1954.
PEQUEÑA ELEGIA PARA UNA LARBA AUSENCIA Es tarde y debo irme como se va el sonámbulo recontando en el sueño pedestales vacíos.
Mientras más yo te amaba tanto más te perdía.
Vuelven a ser mis días un laberinto ciego.
Ya me he quedado solo en la noche sin nubes con un sabor a turbia primavera y nostalgia.
Cuando miro la noche, las estrellas errantes van a perderse todas a la noche de mi alma.
Cuando yo regresaba, tú partías; y cuando yo partía, regresabas.
Como el mar a la tierra, como la noche al dia, ya no habrán de entenderse las palabras.
Ahora el mar que amabas es de un azul intenso y recuerdo tu ausencia al cerrar la ventana.
Cuando tiendo las manos hacia aquellos recuerdos cruzan sombras de sueños por las lejanas islas. me duelen los días como una sangre náufraga, y el fulgor de tu ausencia en las manos vacías.
Un rizo desmayado, como ceniza de oro, asomaba risueño sobre su frente suave; parecía dormir en un celeste coro, llamada por el vuelo silencioso de un ave.
Las cejas eran arcos de sutil armonía que interrogaban, tenues, a los párpados bellos.
Parecía guardar toda la poesía de la hoja y la brisa de intocados destellos.
La sombra azul le daba celeste transparencia, el carmín era cálido rubor de primavera, el rojo de los labios alejaba la ausencia.
Aún aguardaba el beso que en la tarde se espera.
Soñaba dulcemente. Sus amorosos labios eran como los pétalos de una rosa entreabierta, rememorando ausencias, desdibujando agravios.
como quien, sutilmente, abre al jardín la puerta. Cuánto amor olvidado, cuánto maduro sueño, cuánto beso callado sobre su rostro hermoso!
Era clara ventana hacia un día risueño, tonadilla en el hijo, canción en el esposo.
Al mirar su quietud, tan silenciosamente, se diría que nunca ella estuvo tan viva, y bajo aquella máscara de primavera ardiente una inmensa corriente se la llevaba lejos, como rosa cautiva.
De Corazón Cotidiano.
La Habana, 1954 AUSENCIA LLUVIA SIN TI Llueve para que pienses que ya no estás conmigo.
para que llame hermanos al náufrago, al mendigo.
La ciudad desnuda en las calles mojadas mientras voy recordando ternuras olvidadas.
Como arpa vertical afirmada en el cielo cae la lluvia y llueve así en mi desconsuelo. tanto llueve ahora, sin tí, en mi soledad, que la lluvia y el llanto tienen tu misma edad.
Yo no sé si soy tiempo detenido en las islas, no sé si el corazón es aquella ancla rota.
Sólo sé que te pierdo, aunque una misma estrella ilumine mis labios y dibuje tu boca.
Yo pudiera nombrarte de diferentes modos y una sola palabra entregarte en la rosa, pero siempre serías la que nunca regresas, aunque vuelvan las nubes con ruido de gaviotas.
He de guardar el eco de tu nombre en mi sueño y aún la nostalgia inmensa será pequeña sombra.
De Corazón Cotidiano Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica