72 REPERTORIO AMERICANO ron BAIXENCK!
De izquierda a derecha: Ricardo Montalbán, actor mexicano. Olga André, periodista costarricense. Pedro Juan Labarthe, poeta portorri queño.
Con Olga André en Hollywood tamiento y vivir relativamente en estado de paz.
La soledad torturante, la agónica, es aquella de la orfandad de la tranquilidad por echar de menos a un ser querido, una vida. Se podrá estar rodeado de gente, de mil bullicios y se siente uno solo porque no tiene cerca a la persona, al alter ego espiritual, mitad alma y mitad corazón. De esa soledad acompañada, bulliciosa, hay que huir porque precipita al torturado a la desesperación, a la locura, al suicidio. No se está solo cuando miles de recuerdos encadenan el alma y la hacen esclava de la ex compañía y ex amorío.
Pero volvamos a las tierras que se abriecomo un porvenir luminoso, como un abanico con varillaje de ocaso después de la pesadilla.
California és un jardín de nombres esparoles. La tierra es feraz. El clima paradisíaco. De norte a sur y de sur a norte acariciado por el cpopéyico Pacífico que tiene nombre también español.
La grandeza de España no muere.
Qué importa que no haya entrado en las últimas dos conflagraciones matadero. Su eterridad está en la obra civilizadora en América. Así como Grecia no muere porque aún su arquitectura anda triunfante por el mundo y sus filósofos tienen abiertas academias cn las universidades nuestras, y también la Roma eterna por sus sabias leyes, así Espafia, la gloriosa España sigue eterna y en Los Angeles como en San Francisco y por todo el Valle de San Fernando, la gente con orgullo reclama raíces de familias de ilustres waronos españoles. El estado es bilingüe.
Una prolongación del México lindo se encuentra en la Calle Olvera y el Boulevard Sunset. Trescientos mil mexicanos se mueven con holgura por las calles angelinas y hay iglesias, teatros, tiendas y calles que son netamente hispanas.
La Calle Main es una arteria hispana y hay barrios hermosos en donde el clavel y el geranio españoles se imponen. Hay casas de tejas azules y rojas y patios con fuentes en don de las planideras guitarras coquetean con las estrellas doblemente grandes por reflejarse en el Pacífico.
En esas floridas tierras de viñas y naranj. les viven Gabriela Mistral y Olga André.
Una la poetisa, la otra la recitadora e intérprete.
Pero de la Mistral que dejó a Santa Bár.
bara por unos meses para buscar salud en México no hablaremos. Hoy, el Presidente Alemán le da tierras, las que ella quiera y en donde las quiera para que se quede a vivir para siempre en la bendita tierra mexicana.
Allí creí yo más en Dios porque es México el Paraíso del mundo.
Olga André, de Costa Rica, vive hoy en la Calle Valencia en Los Angeles. Olga Echeverría (nombre vasco. Olga André para el mundo de las estrellas y de la literatura y del periodismo. La André, la de la voz de plata, la voz que acaricia los puntos cardinales de la rosa de los vientos, esta Olga está enamorada de California y California la mima y la ama. Cuando sus playas de arena de oro no besan sus tarnes olorosas de mujer superfina los azahares, los manzanares y los naranjales juegan con su cabellera blonda de walquiria americana.
Por once años ha venido recitando poemas de los poetas de América por la Ha dado premios a los poetas cuyos poemas Lan gustado más por voto democrático a ese Por Pedro Juan LABARTHE (En el Rep. Amer. La historia de España por el oeste de los Estados Unidos siempre fué una atracción fascinadora para visitar esas tierras que aún aman en español.
Como profesor de historia de Hispano América por los Estados Unidos se hacía una imposición profesional visitar a California y en California, el rosario de misiones fundadas per el Padre Junípero Serra y otros santos varones. Benditos sean los misioneros que sólo tienen por bandera la Fe Cristiana!
Emprendí el viaje desde Pittsburgh e hice cambios de trenes en Chicago. Allí abordé el cómodo tren El Capitán. que me llevaría hasta Los Angeles. Sólo en tren o en automóvil se puede dar uno cuenta del continente que es este país, los Estados Unidos. Aun cuando la atómica cayera en Nueva York, Filadelfia o Chicago, el país seguiría existiendo y con recursos naturales para alimentar a los millones de hijos de esta nación. Tierras baldías, ríos maternales, clima bendito, todo para seguir existiendo como nación abastecedora, alacena del mundo. como una vez dijera el gran Presidente Franklin Delano Roosevelt.
Tal parece que aquí, por este medio oeste se formara la tierra. La historia del planeta tierra podría leerla el geólogo en esas rocas, montañas, en el Cañón del Colorado, en las etas rojas, amarillas, pardas, verdes, azules de las montañas rocosas, en la majestuosidad de las figuras gigantes en piedras que se yerguen enigmáticas ante el tiempo y el espacio. Figuras imponentes esculpidas por el cincel del tiempo sin tiempo. Aun en las cavernas, en las inmensas cuevas subterráneas podrán oírse ecos de diluvios y verse petrificadas en rocas las huellas de los monstruosos dinosaurios que atolondraron valles, sierras. Los géyseres fueron sus manantiales.
Es en el medio oeste en donde el hombreatomo se confunde con el infinito, con el abismo. Se siente una sensación de desprendimiento peligrosa y pacífica al mismo tiempo. Se le corta la ambición al hombre cuando se enfrenta a las rocas milenarias y se hace caracol cero.
No cuenta el ser y se esfuma como un hilo de humo para perderse apenas se alza del suelo.
Esa sensación ha sentí y le cogí miedo porque sentía que me cortaba los deseos de llegar hasta el punto de mi ambicionado destino. No se siente la paz que describe Lowell Thomas que sintió entre los Lamas en Shangri La en el Tibet. Allá en el Tibet hay una soledad dinámica, una tranquilidad con ánimos, una paz en un espíritu activo. Por esas tierras no se desea nada ni se envidia a nadie. Se hace uno roca, piedra, o se desea desaparecer en el Cañón. Es vertiginoso, da mareos y se siente desapego y desprecio por la vida.
No deseo volver a esas torturas, ni a esas tranquilidades. a esas soledades.
Hay soledades pacíficas, ricas en tranquilidad y hay soledades que torturan. La soledad en un monasterio en donde la mente está en paz con el alma es soledad bendita y creativa.
No es necesario entrar al monasterio, ni retirarse a los bosques para encontrarla. Dentro de una urbe se puede uno aislar en su apar Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica