Carmen Lyra

REPERTORIO AMERICANO 249 De nuestra vida Para Rogelio Sotela Al cumplirse el VII aniversario de su muerte. En Rep. Amer. Posedano Rogelio Sotela Son tantas colegialas que me piden datos sobre Rogelio Sotela. Ahi van algunos bellas colegialas hilvanados al correr de la pluma y salidos espontáneos del fondo del recuerdo. Ahí tenéis algunos para el estudio de un poeta del alma y corazón. De un poeta de verdad. de de en porvenir, nuestra Costa Rica como Grecia, pequeña en extensión, será grande como fué Grecia en su apogeo porque el porcentaje de sus hombres cultos va a la cabeza del mundo.
Este Maestro de Maestros, este Señor de la Cultura fué un niño de mirada clara y dulce sonreír de cielo: humilde y sumiso a su madre que fué pobre y viuda muy pronto, una noble mujer que sólo el bien ha hecho en el mundo y a quien el Dolor ha golpeado por años muy largos grande y querida amiga de mi madre. Desde entonces Rogelio y yo nos conocimos fuimos de esas almas que describe Maeterlink amándose más allá de los tiempos; empezando a vivir nos conocimos, vinimos pa ra nacer juntos en el mundo. Eramos del mismo barrio y era yo su Anabel Lee. Desde entonces nuestras almas se encontraron y a través de las etapas de la vida fuimos juntos. Yo vi sus primeros versos; yo recibí la gloria de su primer trofeo cuando apenas la vida era para nosotros promesa en lontananza y fué aquella noche cuando nuestras almas definiti vamente se unieron en la tierra, y unidas siguieron desde entonces hasta el día doloroso en que asomando apenas el sol en el Oriente mis manos se enlazaban con sus manos frías y se helaron mis labios en su sien ya helada.
Aquellas sienes de tibieza tierna en que la seda suave de su helénica guedeja de Cantor, refrescó tantas veces mi mejilla que con ternura inigualada a ella se juntó en gesto maternal cuando la Vida nos dió su alegría, o la adversidad nos dió algún dolor.
Una noche encantada, en víspera de dulce Navidad, el bello mes de diciembre nos regalaba una fecha que fué nuestra, 22 de 1917. en que nuestra sublime religión bendecía con lazo divino y terrenal la unión que ya se había realizado en planos cósmicos desde una eternidad. Cristo fué siempre nuestro lema.
Cristo embellecía la cabecera del lecho nuestro: Cristo iluminó nuestra senda para el caminar alegre, como para la undísona lucha con el mundo; para el sereno y meditativo estudio.
en el que tanto cultivamos nuestras mentes y para el plácido descanso en que portadora de ensueño la Vía Láctea remota, nos hizo olvidar los afanes de la vida allá en un pequeño remanso, muy cerca de Las Nubes. que le brindaba con frecuencia un descanso al trajina cuotidiano. Bajo nuestro techo bendito sonaron siempre las risas de seis hijos. Jamás la discusión que surge a veces tras el cariño fraternal ni la estulta pelea de chiquillos que crecen se oyó bajo ese techo. Allí todo era bendición, allí fué el mundo todo amor: allí Cristo iluminó los corazones y bendijo la paz de nuestra casa hasta el día en que sobre dos manos cruzadas fulgió una cruz de plata. Pero siem.
pre siguió Cristo bendiciendo la senda del dolor.
Ese niño de dulce mirar y sonreir de Cielo, fué ya hombre, el hermano generoso, el más tierno de los hijos, el padre más solícito, el esposo más amante. Alguien en frase condoli da me decía: Ha quedado usted sin el compañero que supo ser en torno suyo marido, amante, cantor, amigo y hermano. Esto era para mí! yo quise además de hermana, camarada y amiga, ser siempre otra madre para él. En él amé al hombre, pero ante todo al poeta. Amé en él al poeta y fui su más devota admiradora! discurrió nuestra vida descubriendo en todo la belleza que en torno a todos Dios dispone. Porque además, como privilegio tuvimos, el recorrer las grandes caentera. Cauce de nuevas fuerzas fué su esfuerzo por depurar y pulir el idioma que de la Madre España heredamos y al que no es de justicia degenerar por negligencia de dicción, negligencia debida a la uniformidad de nuestros climas, que ni siquiera nos dan bríos para cultivar la tierra que la Naturaleza nos legó pródiga. Somos un país agrícola. y es Ley de Rogelio Sotela La Ley de Arboles Frutales vigente presentada al Congreso. Ley NO 17 de 25 de junio de 1930, que, si hubiera regido desde entonces tendrían hoy todos en su patio un árbol produciendo; y los dueños de fincas rurales cuatro árboles por hectárea de fruta de acuerdo con el clima y altura a juicio del propietario. Costa Rica tendría hoy fruta al alcance del pobre, porque hoy la fruta es un lujo, que sólo en la mesa del pudiente puede verse. Existe una Ley de Rogelio Sotela para árboles frutales, hay una tierra feraz, hay por razón de la Naturaleza y de esta Ley, elemento para que tengamos fruta.
Este Legislador, este Maestro de la Lengua, este Señor de la Cultura que esparció su palabra florida más allá de las fronteras, dando a conocer a nuestro pueblo, nuestra legislación.
nuestra Nación diminuta y risueña pero granSoy la esposa de un hombre que le dió nombre y gloria a Costa Rica. Que puso muy alto el nombre de la Patria en naciones extranjeras; que allí donde él estuvo nuestro pabellón flameó orgulloso. Que consagró su vida al bien de la Nación, reformando leyes y creándolas (el único legislador sobre divorcios desde fines del siglo pasado. Tendieron sus leyes a proteger al desvalido: al hijo que con humanos derechos al calor de un padre no conoció el amparo de éste; a salvar de la ignominia a aquellos que sólo un nombre llevaban; a que los hogares en los que campea la discordia como envenenado ejemplo para tiernos hijospudieran disolverse sin escándalo, dando así derecho a ambos cónyuges a reparar un error para el que no hay razón de consagrar la vida gobierno y por el pueblo sólo deseo recordar la de haberseme vinculado a la elaboración de un avanzado Código de Instrucción Pública en carácter de secretario de la comisión reformadora presidida por el ministro García Monge. Los maestros honraron así en este maestro a los educadores argentinos que tenemos por luz monitora a Sarmiento. con el renacimiento de la política educativa, implícita en dicha reforma, restauróse el camino de los gobiernos constituciouales en aquel bello país cuya clase media había florecido en una pléyade de educacionistas del más elevado linaje espiritual, cual lo demuestra el hecho de que las dos figuras más representativas de su mentalidad sean la malograda poetisa Carmen Lyra y el patriarcal apóstol García Monge. Me inclino emocionado ante la tumba de la primera y le rindo mi tributo de simpatía al espíritu in marcesible del segundo.
Julio BARCOS.
Buenos Aires, junio de 1949. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica