Civil War

248 REPERTORIO AMERICANO En busca de CERVANTES rojas de los techos. Es, he dicho, domin go. La gente, con ropas de escaso lujo perdonad la inconsecuencia, sólo aparenUn día en Alcalá de Henares. muévese en las callecillas, en las plazoletas, entre las tiendas o en las iglesias; Colaboración de Alejandro QUIJANO, México, éstas, casi todas por aquí, de ladrillo, con sencillas torres cuadradas, con bajas pirá.
Ya había visto la otrora Imperial Tole. Sucedió, pues, que la ventura de los mides de teja en lo alto.
do, entonces y hoy ciudad admirable, ceñipobres, por otro nombre bendición dida, sionada por el Tajo. que no le ha Pronto, pues hay sólo treinta y tantos vina, la cual consiste en tener hijos permitido ensancharse, crecer, ae seguro kilómetros de Madrid a esta Alcalá mi desin haber holgura para criarlos y manpara que sus joyas sobre todo la Catedral seada, entramos, por una de las viejas puer.
y Theocopuli, el Greco, ejes toledanos, que tenerlos, favoreció aquel año, 1547, co tas abiertas en la muralla, roída por el pude gozar, por cierto, conducido por el mo ya lo había hecho en los anteriores tiempo, desaparecida casi aquí y allá, en mejor de los guías posibles, el ilustre Dr. de 43, 44 y 46, con un nuevo descenla vieja Complutum. Pasa el coche con diDon Gregorio Marañón queden siempre diente al honradísimo cirujano Rodrigo ficultad por la calle principal, llena de padentro de su relicario. Ya había visto tam seantes; curiosa calle por estar todo su larde Cervantes y a su mujer, la cristiabién E! Escorial, y en él había admirado go, hasta llegar a la plaza central, flanna señora doña Leonor de Cortinas, ve.
una de las más grandes edificaciones de queada en ambas aceras de viejísimos solos siglos modernos, al hallarme dentro del cinos de la ilustre Alcalá de Henares, portales. El sol calcina en el verano, en cual pensé que nada, sobre la tierra que he habitantes en la collación de Santa Ma toda Castilla, y, así, úsase mucho el porpodido ver, se acuerda más, en su tono ría.
tal para guarecimiento del Sol, y también gris. en su maciza majestad, en su grandel agua, aunque ésta, ya se sabe, es escadiosidad inmarchitable, con el espíritu de Mostré, así, mi deseo de ir a Alcalá. sa en estas tierras; al extremo que una tersu autor.
un excelente amigo, Don José Fernández ca sequía de varios años tiene a la región, Quería ver ahora a Alcalá, la de Henares, Lavín, y su gentilísima hermana la seño Madrid desde luego, en seria escasez de luz en donde nació el más grande de los inge.
rita Consuelo, lleváronnos, a mi mujer y y de fuerza. Se conoce que San Isidro no nios españoles, uno de los más grandes a mí, un domingo. Salimos de nuestro ho. oye los ruegos y no depara las dádivas ingenios del mundo. Quería yo buscar, y tel a las diez de la mañana. Caminamos, sentir, las huellas de Cervantes allí, en su dentro de Madrid, por calles, por plazas, Llegamos, así, a la plaza, alongada, de propia cuna. Recordaba las palabras iniluego por barrios viejos entre éstos Las cierta amplitud. Pero no entramos en ella, ciales de un libro de mi predilección, El Ventas, en donde se alza la plaza de toy seguimos aún, derechamente, para meter.
Ingenioso Hidalgo Miguel de Cervantes Sa. ros, bellísima en su estilo morisco y, nos de nuevo en la calle. poco topamos avedra, de Francisco Navarro Ledesma, que saliendo ya a la carretera, seguimos rápi.
con la iglesia mayor, la Magistral, que es, si. como algunas voces lo señalaron en su damente. Pasamos por los terrenos que se con otra en Lovaina, única en el mundo; día, tiene quizás dos otres leves fallas, de rán pronto ampliación de Barajas, el puerllena de gente que sale y que entra, que esas que apenas pueden hallar los eruditos to aéreo en donde habíamos dejado el avión platica hasta en el arroyo. Se advierte que. De los eruditos líbranos, Señor. diré, al llegar a la urbe; atravesamos pueblos hay en la ciudad personas de pro: trajes glosando el verso del enorme nicaragüen. y caseríos. Vicálvaro, Torrejón, otros de lujo, mantillas en las cabezas de las se.
se tiene, en cambio, y a porrillo, palpi en donde apenas se advierte ya la destruc ñoras, apostura de acomodo. Apenas baja.
tación humana, fuertza, gracia, interés. Re. ción de que la guerra civil los hizo vícti.
mos y entramos unos minutos en la iglecordaba, digo, aquellas palabras con que el mas, pues todo aparece casi reconstruido, sia; y vemos sus tres bellísimas naves, y libro se abre: enjalbegados los muros, lucientes las tejas el magnífico enterramiento del Cardenal Cisneros, que de la Iglesia de San Ildefonso fué traído a ésta.
Buscamos la Universidad. Inquirimos.
Unos soldaditos ignoran dónde esté, pues esa misma mañana llegan de Africa para incorporarse en uno de los regimientos en la población. La plaza, a la que volvemos, está bien cuidada, enjardinada con primor.
Al centro, y dentro de una verja, la estatua de Cervantes, en bronce, obra de Lare.
do y Nicoli, con el héroe al pie. Me gusta más, por la esbeltez y la gracia, que la muy semejante de Solá, que está en Madrid. Figúraseme que el parecido es lo me.
jor posible, siguiendo no sólo la propia descripción que de él nos da en e! Prólogo de las Novelas Ejemplares, sino ateniéndonos al retrato de Juan de Jáuregui, que ha sido adoptado como auténtico por la Acade.
mia Española y por críticos de fuste. Acércome a la base, y aun perdón por lo que alguno considere presunción o romanticismo cursi hago que me tomen una fotografía.
RE Miguel de Ceruantes Saavedra, Seguimos por el costado de la plaza, la que se llama, según lo dice una placa de mármol puesta en la fachada del Ayuntamiento: Plaza de Cervantes. Llegamos a la iglesia de Santa María, en la que Cervantes fue bautizado. Está totalmente destruida.
Wielor We 7043 17 (Según Juan de Jáuregui. Sigue en la página 250. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica