126 REPERTORIO AMERICAN Página Lírica de María Socorro PENON de ABBAD (En Rep. Amer. SANGRE ESPAÑOLA Teñiste en rojo sangre de España, el estandarte de las batallas.
Junto al acero de bizarros, nobles caballeros, quedaste grabada, en lance certero, por defender, el honor sagrado de una mujer.
BALADA DE LO QUE QUISIERA SER Para estos niños que pasan desvalidos, sin pan, sin amparo ni abrigo; quisiera ser fina misericordia, que cubriera sus flacos miembros, que aplacara sus hambres atrasadas, que diera calor a sus tiernas almitas desamparadas.
Para esa dura mirada, que quiere herir, porque está humillada, quisiera ser anuncio de alegrías, venda de alivio para cubrir su herida.
Sangre española, generosa y pródiga, te ofrendaste siempre, en altares nobles.
En gestas que escalaron las más altas cimas, de la oblación. para esos otros, implorantes ojos, que buscan amores, ternuras y goces que les son vedados; manantial de limpio amor quisiera ser para calmar su sed! BRI XENch LA LIMA DE LOS DESEOS María Socorro Penón de Abbad Nueva poetisa costarricense (Atención del autor. En Rep. Amer. Sangre de mi patria, corres por mis venas, y siento que en ellas, me dejas la historia de grandes leyendas de mística gloria.
De ansia aventurera de lograr victorias.
De emprender caminos, que nos muestren siempre, lo desconocido.
Se llama María Socorro Penón de Abbad.
Por una feliz coincidencia la conocí en ca.
sa de sus padres, recién venida de Curazao donde tiene su hogar y sus hijos. Recitó algunos de sus poemas y me dijo que esa inquietud había surgido en ella espontáneamente. Escuché recogimiento aquel raudal de ritmos y cadencias y no pude menos de sentirme conmovido ante la presencia de una mujer, que como tan.
tas otras, y tan gloriosas de América, vuel.
ca sus sentimientos y ternuras en la copa azul de sus versos alados.
Ahí está la puerta; ahí está la aldaba.
Llama con fuerza, la vida pasa.
Una voz pregunta. Qué deseabas?
Tú le contestas.
o todo, o nada! los deseos como fantasmas, innumerables formas detallan.
Aprisionarlos entre las manos, eso pretendes, pero no puedes, son como rayos de sol que escapan.
Prisma fantástico de la inconstancia!
Hora los quieres.
Después te inquietan.
Luego te cansan.
Tal es el término de nuestras ansias.
Tenerlo todo; y poseer, nada. con Sangre de mi España, eres para mí, el más grande dón.
Un rubí engarzado en el oro puro, de mi corazón.
VEN MADRE RESURRECCION Señor, contigo estuve en otra vida.
Oi tu voz y compartí tu angustia.
Viví de tu pasión la muerte y gloria, y ante mis ojos vi el milagro hacerse historia.
Ven madre; siéntate conmigo.
Hagamos con tus sueños y los míos, una tupida trenza, que se enrede, como salvaje hiedra por el tronco ideal de la quimera, Señor, tu manto acarició mi frente, tu puro acento acarició mi oído.
Tu mano derramando haces de estrellas, señaló un nuevo rumbo en mi camino.
Ven madre; dejemos ir al viento nuestras penas y recordemos solo, cual fresco, manantial, las horas buenas.
Ella es modesta. Nunca ha llevado a la prensa su nombre ni sus producciones. Di.
ce que escribe por un impulso natural y por un desahogo de su espíritu que alivia los exquisitos brotes de su sentimiento. Vi.
ve ni envidiada ni envidiosa. En su lírico palacio de cristal arrulla sus recónditos ensueños lo mismo que acaricia en sus cu nas el cabello sedoso de sus hijos. Pero es necesario conocerla porque siendo hija de padres españoles, es también hija de esta tierra porque en ella nació con sus versos y a través de ella canta y porque a través de ella teje sus ternezas con las fibras más finas de su alma. Cabe decir, entonces, que la poetisa Penón es una escritora más en el templo de las artes costarricenses. Escuchemos el tañido de su arpa. Pareciera que en un jardin de ensueños se fuera acercando cautelosamente el milagroso paso de los ángeles.
Yo fui a tus pies sumisa como hierba, y leve, cual aroma de los pinos.
Tu fuiste en mi corazón sagrario vivo, incensario de amor, dulce martirio.
Ven madre; que al reflejo de tus ojos azules, protegida, amparada bajo el ala amorosa de tu tierna mirada, te haré confidente de las emociones que tengo guardadas en arca sagrada.
Te amaba mi Señor, cómo te amaba!
Temblaba sólo al verte desde lejos.
Tu silueta era luz en mi memoria, esperanza y dulzura en mi destierro. te fuiste Señor; una mañana, llegaste a mi heredad mudo y sombrío.
Dijiste adiós con sólo la mirada, y te esfumaste después en el vacío.
Sabes, madrecita, desde que hago versos, se me ha revelado todo el Universo sé tantas cosas que antes ignoraba 2uiero que las sepas, quiero que las oigas madrecita amada!
Gonzalo DOBLES San José, Costa Rica. 1951. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica