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REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANA Tomo XLVI San José, Costa Rica 1950 Lunes 30 de Octubre NO 20 Año XXXI. No. 1119 Contenido patológico en la obra de NIETZSCHE (En Rep. Amer. Fragmentos de un ensayo titulado: Psicopatología de Nietzsche. La tendencia a la desconfianza con humor sombrío; la susceptibilidad; la poca espontaneidad con los demás, la autofilia, la tendencia paralógica en la apreciación de los hechos reales, casi siempre considerados a través de una tonalidad afectiva ambivalente, se manifestaron siempre, claramente, en la personalidad de Nietzsche.
Desengañado de todo y de todos, exclama en un momento de su vida. Desde hoy entro en una absoluta soledad.
uno el solitario filósofo concibe, desde entonces, una nueva misión que cumplir en la vi.
da. Todo lo que ha hecho hasta entonces, ima ginase, no ha sido sino un ensayo. Pero ahora ha llegado el momento de edificar la verdadera obra, que será un símbolo al que se le debe rodear de lirismo y de ritmo, y en medio del cual introduciría, como centro, una figura humana y profética: Zarathustra, el apóstol persa, el mistagogo del fuego. Un título: Así hablaba Zarathustra; un tubtítulo: Un libro para todos y para nadie. anuncian el poema, signo de una vida nueva.
En diez semanas concibe y termina su poema; en la primera parte concibe la idea del super hombre, símbolo de un progreso real que modifica las cosas, promesa de una evasión po.
sible más allá de la fatalidad. Zarathustra anuncia al super hombre: el profeta de una buena nueva. El filósofo habla al través de Zarathustra. De aquí que la figura mítica del héroe refleja, con toda claridad, el estado mental de su autor. La segunda parte de la obra es amarga: Zarathustra no tiene ya la expansión y la exuberante alegría que tuvo al descender de la montaña, para llevar su mensaje a las turbas, derrumbando los viejos conceptos y proclamando la superperfección humana.
Nietzsche le presenta otro lenguaje: el de Zarathustra justiciero, de una justicia en su forma más grandiosa, de la justicia que forma, que edifica y que, por lo tanto, tendrá que des truir. Tiene insultos y lamentaciones en sus labios; ya no es el héroe, el superhombre que creara la euforia de Nietzsche, en la primera parte; es un símbolo de la desesperación, es el humor áspero y violento, es el ardor salvaje que las prescripciones morales han tratado siempre de atenuar y vencer. Nietzsche emplea, en esta segunda parte, la idea del Retorno Eterno, que desechara en la primera parte, pero modificando el sentido y la aplicación, como un instrumento de terrorismo moral, como un sím.
bolo que dispersa los sueños.
Nietzsche había tenido la intención de acabar su poema. Las dos partes están escritas y apenas si ha dicho casi nada. Aún más: los dos símbolos sobre los cuales hace reposar el poema el Eterno Retorno y el Super hombre constituyen un desacuerdo, que hace im.
posible la terminación de la obra. El Retorno Eterno es una cruel verdad, que suprime toda esperanza; el Super hombre es una esperanza, una ilusión. De uno a otro no hay solución de continuidad, y la contradicción es más bien completa. Si Zarathustra enseña el Retorno Eterno, no podrá suscitar en las almas una creencia apasionada en la superhumanidad; y si enseña el Super hombre, no podrá propagar el terrorismo moral del Eterno Retorno. Sin embargo, el filósofo refugiado en el absurdo, por el desorden y la premura con que va escribiendo sus pensamientos, en su fase psicopatológica de inestabilidad y de superactividad psico motora, intenta imponer a Zarathustra esta doble e incongruente tarea.
Así hablaba Zarathustra, la obra capital de Federico Nietzsche, con estilo místico, como si fuera un evangelio a la vez poético y lírico, como un poema, nunca fué accesible a la comprensión del público. Pasó desapercibida e imcomprendida de todos, y el editor se negó a lanzar a la publicidad su última parte, tenien do el filósofo que editarla, en el número de cincuenta ejemplares, para el estrecho círculo de sus amigos. Recuerda Daniel Hávely de los biógrafos que más ha penetrado en la intimidad de Nietzsche que, cuando en 1872 Nietzsche enviaba a la señorita Meysemburg la serie interrumpida de sus conferencias sobre el porvenir de las universidades, le escribió. Esto da una sed terrible, y a la postre, nada que beber. Palabras que bien pudieron apli.
cársele, después, a Así hablaba Zarathustra.
Los propios amigos de Nietzsche no entendieron el mensaje de Zarathustra. El Barón de Stein le escribió al filósofo diciéndole, con toda sinceridad, que de toda la obra apenas había llegado a comprender una decena de frases.
Nietzsche le contestó que ello le enorgullecía, porque demostraba lo indescifrable y lo original de sus composiciones. a su amigo Rhode le escribió: Contigo, que eres un homus literatus, no quiero retener esta confesión: se me antoja que con este Zarathustra he llevado la lengua alemana a su punto de perfección.
Después de Lutero y de Goethe, quedaba un tercer paso que dar. Dime, mi querido y viejo camarada, si la fuerza, la flexibilidad y la belleza del sonido, estuvieron nunca tan bien ligadas en nuestra lengua. Mi estilo es una danza; juego con simetrías de toda especie; y hasta la misma elección de vocales es un juego.
La euforia de esa época, la megalomania, el delirio de grandeza, la confianza extremadamente absoluta en las cualidades extraordinarias de su obra y de su personalidad propias Federico Nietzsche (Dibujo de Macaya. de su iniciada ya parálisis general, se revelan en sus cartas. Al Profesor Karl Knotz le decía. De mi Zarathustra opino que es lo más profundo, existente en lengua alemana y, tam bién, la más perfecta en cuanto al idioma. Pe.
ro para percibir esto es necesario que pasen generaciones de generaciones, para que comprendan el elemento que sirvió de base al conoci miento de la obra. En su carta a Peter Gazt le anunciaba: Con este nuevo libro entro en un nuevo círculo y seré considerado en el fu.
turo, en Alemania y en el mundo entero, co mo un loco por haber escrito esta maravillosa serie de sermones morales. Al Barón de Sydlitz, como una clara revelación de su delirio de grandeza, le decía: Soy el primer filósofo de mi época, o más bien dicho, el filósofo decisivo y fatal situado entre dos siglos. Pero esta posición singular ha debido de ser pagada por una actitud fría y cortante de todos. pesar de haber llegado a los cuarenta y cinco años y haber producido, aproximadamente, quince obras, entre ella la non plus ultra, o Zara.
thustra, no ha surgido en Alemania un estudio medianamente digno de consideración sobre mis obras. Me hacen. concluye Nietz.
sche el paranoico blanco de sus maldades, de sus calumnias sin cuento, y reina en torno a mi personalidad un desenfrenado tono de adversidad, expresado en todas las publicaciones, tanto eruditas como populares. Quién sepa respirar el aire que circula por mis obras, sabrá lo que es la atmósfera de las grandes alturas, donde el aire es más puro y arrebatador. Poseo el más complejo arte del estilo que jamás hombre alguno poseyera. Con el tercer libro de Zarathustra, yo ascendi a mil millas encima de lo que se llama poesía. etc. son frases que manifiestan, claramente, el estado mental por el que atravesaba el filósofo de la voluntad del poderio.
Asimismo, en plena megalomanía, cuando Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica