REPERTORIO AMERICANO 41 Contidencia de la autora (En el libro Poesías completas de Guadalupe AMOR.
Aguilar, de Ediciones. Madrid. 1951. Es la primera vez que escribo en prosa.
Soy justamente lo contrario de aquel buen sujeto que escribía en prosa y no lo sabía.
Entiéndase que es la primera vez que escribo en esta forma, para decir algo de mí.
y lo que es peor, con la intención de que esto se publique. Se me ha pedido que escribiera algo acerca de mí, de mi poesía; y aunque estoy acostumbrada a que mi poesía se refiera siempre a mí, todo lo que he escrito hasta hoy ha sido mi poesía.
Nací en este siglo, en todo y por todo; claro, que siendo mujer, no voy a precisar en qué año. En la ciudad de México, en el seno de una de esas familias profundamente católicas, de vieja tradición y que llaman entre nosotros familias de aristócra20 tas. BRIXEN Guadalupe Amor (1953)
Soy de raza criolla, con ascendencia es.
pañola, alemana y francesa. La menor de siete hermanos. De las mujeres, la más vanidosa y la más bonita.
Me bautizaron con los nombres de Guadalupe Teresa. El uno mexicanísimo; el otro, no puede ser más español. Como ninguno de los nombres me sentaba, siempre me llamaron Pita. Voz que coincide a la perfección con mi cuidada superficie. Casi había olvidado mi verdadero nombre, hasta que descubrí mi verdadera vocación. Mi poesía, más real que yo misma, está escrita por Guadalpue Amor. Mis amigos y enemigos personales insisten llamarme Pita.
Mi niñez no se desenvolvió en un medio ambiente de holgura, pero sí en una atmósfera de heredado buen gusto, único patrimonio de los nuevos pobres creados por una revolución que ha sido tan fecunda en la producción de nuevos ricos.
Siguiendo la tradición de familia y de clase, pretendieron educarme en colegios católicos, siendo el que iba a darme los últimos toques educativos el obligado colegio de las Damas del Sagrado Corazón. Pobres religiosas. El recuerdo más lejano que creo tener en de mi sér, quedó plasmado en una fotografía. la edad de tres años me retrataron completamente desnuda, recostada en una jardinera de violetas. Tal vez fué eso lo que ahora llaman un traumatismo, y seguramente, de ese hecho nació mi afición a los espejos, a mis retratos, en una palabra, a mi narcisismo, raíz de vanidad.
Paralelamente a ese placer de los sentidos, de verme o creerme bella, crecía en mi una callada angustia: el pavor de la soledad, un miedo incontenible de lo oscuro.
Un ingenuo y cruel juguete mexicano, popular en nuestro país durante la connemoración de los difuntos, a principios de noviembre, la calavera de azúcar, me hizo descubrir la existencia de la muerte.
Me aterraba tanto contemplar uno de esos juguetes, que perdía el sueño durante semanas enteras. Mis manos me llevaron al terror supremo de caer en la cuenta que detrás de aquella cara que tan gratamente me devolvía el espejo, se palpaba el horror de mi propia calavera, y que aquello no era sino la cúspide de un esqueleto. Creo que durante años enteros tuve por las noches la obsesión de la muerte que llevaba aden tro.
Después vino la adolescencia.
Con la adolescencia, la rebeldía. Pesaba sobre mí la rancia disciplina de aquel co.
legio tumba. Logré libertarme de él como un preso, como un pájaro, y entonces mi único anhelo fué respirar el aire libre en medio de la calle.
Viví, viví intensamente; acepté todos los placeres y todas las amarguras. No tuve miedo ni de la vida ni del aislamiento. AJ cabo de algún tiempo, en mi haber no te nía más que el vacío.
Para llenarlo eché mano de todo.
Era necesario que lo que no me habían dado los demás, se compensara con una afirmación de mi personalidad. Necesita ba hallar una manera de expresión; hubiera querido ser la mujer más halagada del mundo, la estrella del cine más popu.
lar, la actriz eximia. para lograrlo estaha tan impaciente que esperaba un mila.
gro. Mientras tanto, me consumía ansiando todo.
Mi provisión de cultura era bastante in significante. En el Colegio Libelula (así.
sin acento) las únicas discípulas fuimos las dos hermanas pequeñas de la familia; la profesora, mi hermana mayor. Allí, sien do muy niña, aprendí el catecismo; en los colegios religiosos, nada. Pero eso sí, siem pre me llevé los primeros premios en costura, composición y estilo.
No he vuelto a coser en mi vida. veces leía, sin método y al azar. Me fascinaron los cuentos de hadas y los auto res dramáticos griegos. Leí libros de ver sos, los que estuvieron al alcance de mi mano: Sor Juana Inés de la Cruz, Rubén Darío, García Lorca, a la vez que Juana de Ibarbourou, don Juan de Dios Peza y hasta don Juan Tenorio. Ahora pienso que, más que la esencia de toda esa poesía, lo que quedaba en mí era su ritmo. Tal vez fué esto lo que creó en mí el sentido de la medida y del oído poético.
Un buen día, se me ocurrió escribir unos versos. No tuve más público que una de mis hermanas, a la que le dije que eran de don Enrique González Martínez. Ella me contestó que le habían gustado Yo los olvidé por mucho tiempo.
En una ocasión dije esos versos a un viejo amigo mío; su reacción fué decirme que yo no los había escrito, porque eran poesía pura y eso se encontraba muy rara vez. Yo no traté de convencerlo de que era yo la autora de esas líneas, pero esa noche intenté seguir escribiendo. Desde entonces no he dejado de hacerlo.
Creo que el peligro más grande que puede tener el artista al expresarse es la falta de sinceridad, que siempre se echa de ver en la obra como una originalidad forzada.
Nunca he sentido el verso libre: la rima siempre se me ha impuesto como una mú.
sica. Mi lenguaje poético es el que uso todos los días para conversar. Claro que mi conversación, generalmente, se reduce a ha.
Guadalupe Amor (La presento en Rep. Amer. Criatura de pasión incontenible, desbor desvelada ofrecida a nuestra emoción.
dada; salamandra de su propia llama; pro Por virtud de su auténtica calidad extagonista de su verdad íntima en resuelta presiva comunión otorgada singularmenlucha propuesta a conquistar una cima de te sólo a los oficiantes del menester poé.
total, definitivo, imposible equilibrio y con tico nos hace entrever su mundo, su ámsolación.
bito, su línea giratoria. complicada y susDe esa esencia agonista, su canto; como tancial, en una serie de asombros, sin gradel volcán activo, fuegos y lavas ardientes; dación que, de golpe nos echan al vacío, del mar en tempestad, volconazos cauda nos dejan sin asidero conocido, nos hacen les, escalofríos y faunas del abismo.
habitantes de ignorados laberintos cósmiAdentrarse en su turbulenta corriente COS.
de poesía es correr aventura de peligros. Mística. Maldita. Que otros se den remueve hondones del alma, revela a ia a la tarea de enjuiciarla. Unicamente sé conciencia desconocidos valores de la exis decir que en Poesías Completas Guadalupe tencia, en juego de ángeles y demonios, Amor se ha realizado como poeta de en.
embrujante, de dobles y triples luces. canto perdurable. Su onda, dilatada en el Triunfo del humano espíritu es contem tiempo, sólo ha podido surgir, inconfundi plarla cómo ha podido correr por el filo ble, del milagro evidente de su atormentadel misterio, entre inocencia y pecado, sin do existir.
otro oriente que el de su impulso original, que la conmina a la realización de tal proCarlos Luis SAENZ.
digio. Confesiones son estas poesías, al modo de las de San Agustin, por la sinceridad México, 24. VII. 1952. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica