Nihilism

98 REPERTORIO AMERICANO cosas de su América, vividas, aprendidas tro definidor de nuestra América: hoy son o soñadas, junto a Hostos y a Martí, junto tan actuales como cuando fueron dichas; a nuestro Almafuerte, en quien señala la más actuales porque el río de palabras que posibilidad de poeta con matiz enteramen. temió corriera por nuestra América se sate americano, Henríquez Ureña coloca a lió de madre e inundó todos los caminos.
Platón y a los trágicos griegos, junto a Rodó el pensamiento olímpico de Goethe y Como siempre, no se quedó en la enunun Nietzsche más eseritor que pensador.
ciación de su prédica; trabajó por ella, enSu preocupación es esencialmente ameriseñando a pensar las cosas desde la raíz, cana, su formación latina, pero su inquie.
enseñando a examinar el pasado con ojos tud humanística lo llevaba a beber en tolimpios de prejuicios. Vino a establecerse das las fuentes de la cultura, las antiguas definitivamente en la Argentina en 1924, como las modernas. todas se acercó con y pronto pudo enseñar a los propios argenla mirada limpia de prejuicios y esa amtinos a reconocer sus virtudes y a admitir plitud del conocimiento le dió perspectivas sus defectos: defectos de improvisación en justas para juzgar sobre las cosas de su las tareas de cultura, defectos del tremenAmérica: sus juicios de hace casi cincuendo crecimiento material que ahogaba la ta años tienen todavía sabor de primicia.
vida espiritual, defectos de una escasa conciencia política y social; pero, sobre todo, El hecho capital de su vida fué la ex advirtió los esquemas superficiales en que periencia que le dió la Revolución Mexi encerrábamos la historia de nuestro pasacana. Llegó a México en 1906, cuando co do y la facilidad con que definíamos como menzaban a vibrar allí inquietudes nuevas carácter del país lo que era simple situaque pugnaban por resquebrajar el edificio ción, como la falta de aptitud de nuestras de monotonía levantado por la terca ma. poblaciones sumergidas, como la larga no de Porfirio Díaz. Se vinculó pronto al disputa entre federalismo y centralismo grupo juvenil que tuvo por escuela de pré. que asorda toda la vida intelectual y polidica la Sociedad de Conferencias primero, tica, porque le hemos puesto el rótulo simel Ateneo de la Juventud después. Allí, ple de nuestras propias diferencias. En dismaestro indiscutido entre sus iguales en curso improvisado, en discurso de despediedad, impuso, junto al ideal de perfección da (6) expuso su teoría sobre la origina herencia latina normas de disciplina y lidad de nuestra Argentina y sobre la obra de esfuerzo para alcanzarlo. Como siempre, de los hombres que se lanzaron a consno predicó sólo con la palabra hablada o truirla después de Caseros. Dijo entonces con la palabra escrita; a la juvenil impa que él entendía la historia argentina al reciencia que se demora en pereza sobre la vés de como la entendían algunas interprepágina superficial, opuso el ejemplo de su taciones superficiales, escasas entonces, peausteridad y del rigor con que atendía las ro numerosas después. Sostuvo que a la tareas de cultura; dió ejemplo de indifeArgentina, como a todos los demás pueblos rencia para el éxito, de conciencia de mcde la América Hispánica, la habían creado dernidad, de sentido de la justicia. México los criollos, que tuvieron, en el siglo xx, le dió, en cambio, el perfil definitivo de su una gran disciplina ejemplar que no suele concepción americanista, y le hizo conser recordada, a veces por mala fe, a veces prender, con los desasosiegos de aquella por el mito de la supuesta indisciplina de Revolución, que los males de nuestra Amétodo americano para el esfuerzo firme. So rica provienen especialmente de la entrabre esta disciplina de unos pocos, hombres ña nihilista de conformidad (el así somos: de pensamiento como Alberdi, hombres que no hay remedio. que anula todo intento fueron a la vez de pensamiento y de acde bien y de progreso; el pesimismo de ción como Sarmiento y Mitre, forjaron el los americanos sobre América es acaso el molde de nuestra tradición, y a ese molde fermento y en ocasiones la única razón de se ajustó el inmigrante. Observaba Henrisus continuos desequilibrios y del largo ca guez Ureña como signo definidor que en mino de frustraciones que es hasta ahora la Argentina, como en toda Hispanoaméri.
la tentativa de crear nuevas formas de vi.
ca, nunca se perdió el matiz criollo; antes, da, de hacer inteligible la idea de un nuevo por el contrario, las normas dictadas por mundo.
los hombres de nuestra organización hombres con errores, pero patriotas apaLa experiencia de su vida norteamerisionados que debieron crear su propio inscana, por otra parte le advirtió además sobre los peligros de una concepción de la trumento de trabajo fortificaron el mavida dirigida por entero a empeños práctiz criollo; se da el caso paradójico, venía ticos, al afán sin luz de acumular riquezas: a decir, de que en la América española la ley se anticipó a la realidad, de que la reano que desdeñara el progreso material de lidad se ajustó a los preceptos previsores los pueblos como de los individuos, sino de la ley. ya en busca de la integración que el progreso en el orden material como en el orden técnico debe ser garantía de la integridad del progreso en el orden espiritual. Ariel, pues, no había predicado en Una suscrición al vano. REPERTORIO AMERICANO Cuando Henríquez Ureña llegó por prila consigue Ud. en Chile, con mera vez a la Argentina, en visita fugaz, en 1922, su Utopía de América (3) tenía GEORGE NASCIMENTO y Cía.
voz definitiva: sus palabras encontraron Santiago, Casilla Nº 2298 oídos atentos entre los jóvenes de la ciudad del bosque que rodeaban la figura de Korn. Aquella profesión de fe, como la de En El Salvador, con el Patria de la Justicia (4. debe enlazarse con las orientaciones de El descontento Prof. MI. VICENTE GAVIDIA la promesa (5. en las que señaló más tarEn el Liceo Santaneco.
de los caminos de nuestra expresión ameSanta Ana.
ricana. En esos tres actos de fe quedan determinadas las líneas esenciales del maesde la Argentina en el paisaje espiritual de su utopía de América, recordaba que a esos hombres de nuestra organización se los suele tachar, con flecha de desdén, de europeístas, porque aprendieron normas de la cultura milenaria. Henríquez Ureña recordaba que si esos hombres se inspiraron en países de larga tradición, no negaron la acre originalidad del paisaje nativo: Sar.
miento, en su retrato de don Domingo de Oro, ha señalado, con la habitual hondura de su intuición artística, de qué modo se conciliaba en su espíritu el matiz criollo matiz, por otra parte, de tonalidades europeas, hispánicas con las formas de la cultura occidental, del imperio románico al que pertenecemos.
Las notas peculiares de la Argentina conciliaban muy bien con la experiencia de otros países, pero señaló las diferencias provenientes de los diferentes puntos de gravitación de sus estructuras sociales.
La utopía de América es su profesión de fe sin más: a los enfermos de mesianismo americano advirtió sobre las limitaciones y las insuficiencias de expresiones ta jantes, espoleadas por un americanismo más sentido afectivamente que pensado ra.
cionalmente, y más esgrimido contra otras formas de cultura contra otras formas de política, mejor que hecho deber moral por su condición de nativos. los que pregonan la reivindicación de la cultura llamada indígena aun en pueblos donde la tradición indígena ha dejado de existir o está en vías de extinción a los que imponen el color criollo a toda cosa en América, como a los que sueñan con toda cosa importada de Europa, Henriquez Ureña les señala sus justificaciones, pero también sus limitaciones. Sería insensato creer que una forma de cultura puede elaborarse con ignorancia o desden de otras formas con las que se halla en comunicación, según pregonan los adeptos a un nacionalismo cerrado, prontos a creer que el mundo nació con ellos. Pero advirtió sobre la necesidad de cultivar el nacionalismo espiritual, que nada tiene que ver con el nacionalismo político, sólo justifica.
ble, ocasionalmente, como defensa del sus.
tancial, que es el cultivo de los matices originales de cada pueblo, de cada región; matices originales por nacimiento o por adaptación de formas ajenas. En países de tradición viva, como México, como Perú, o en países de vida intensa, como Cuba, el problema de la expresión original es problema de integración; en países donde no existe tradición con vigor suficiente, el problema es de adaptación. En ninguno de esos casos, repetía Henríquez Ureña, puede hablarse de descastamiento, sino de concepto de la universalidad de la cultura.
La nota original de cada pueblo, de cada región, no puede ser inventada concediéndoles jerarquía a expresiones inferiores, localistas, confundiéndolas con los valores expresivos de una forma cultural; ni cabe imponerla enfrentándola a formas culturales ajenas, porque la cultura es signo universal, hecho de unidad y de continuidad y en ningún momento puede herir la energía nativa de los pueblos que realmente la poseen.
Así advierte Henríquez Ureña que hay un matiz americano en la cultura y que, para cultivarlo, todo aislamiento es ilusorio: La historia de la organización espiritual de nuestra América, después de la emancipación política, nos dirá que nues Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica