REPERTORIO AMERICANO 253 El abuelo PAGINA LIRICA (En Rep. Amer. Desde John Henry White, estudiante de Oxford, hasta don Juan Henrique, fundador de Dabeiba, crece una geografía de nombres y de sueños donde un árbol indígena da sus claras maderas y una tierra de América su más perfecta entraña para formar la casa cordial de un extranjero!
Maruja VIEIRA Carta sin regreso a GABRIELA MISTRAL Como el partir de un barco Gabriela: Te has dormido, pero ahora tu sueño es como un largo viaje para no regresar.
Ni diré que te has muerto sino que va tu ensueño hacia, un país de ausencias por infinito mar.
Es el recuerdo, padre, de tu clara agonía.
Carlos Augusto León Dormirte así, Gabriela, lejos del valle amado, lejos del sol querido, del verano de miel, debe ser conto angustia que llega de un pasado, un sollozar a solas en una niebla cruel.
Ya todo está más claro.
Como la tierra después de la lluvia son los ojos después de las lágrimas.
El viento hace cantar una vez más los árboles.
Pero en la madrugada tienen distinta voz las antiguas campanas.
Nevaba en el silencio como allá en Punta Arenas y era un lento conjuro de cristal y de flor.
La nieve fué tejiendo un sudario a tus penas y ya no tuvo lágrimas tu paisaje interior.
Partió un barco.
El ancla la levaron las manos más amadas.
Era un mar transparente, rumbo y ola, donde se hundía un suave rostro pálido y una playa del tiempo que se quedaba atrás con nuestro llanto En las noches de Chile velarán las estrellas como un enjambre de oro sobre el sueño final.
Las montañas azules recordarán tus huellas y por ti Monte Grande se hará luz de rosal. Que se quedaba con nuestro silencio, con nuestra música y su polvo leve, con los libros cerrados, con los cuartos vacíos.
con esta soledad que nos asalta cuando despierta el día sobre lechos intactos!
Pienso en el imposible de aquel amor sin hombre que llegando temprano fue un gran amor tardio.
Era la primavera y una mujer y un hombre, y el amor fue la rosa que lleva al mar el rio.
Las horas vuelven otra vez, iguales.
Todavía hay caminos con rosales y pájaros.
Los niños rien en la calle y los viejos martillos clavan maderas nuevas.
La muerte en nuestra casa cumplió su fiel palabra. Todo fue tan sencillo como el partir de un barco. Deambulante de América, vigia de esperanzas, dijiste: Lo de allá es también lo de aquí.
Tu canción fue animando amorosas alianzas en la ronda pueblos que soñara Martí.
Maruja VIEIRA Alvaro Sanclemente 1914 1949 Por eso en tus palabras hay luz de las Antillas.
cordilleras y ríos y vuelos de quetzal, y tus grandes verdades nos parecen sencillas como el pan y la lluvia, como el viento y la sal.
Gabriela, aquí te escribo, bajo esta luz de Cuba, donde el amor de América tiene voz de jardin, y ya no irán mis cartas, cuando la noche suba, a buscarte como antes en la tierra sin fin.
Una pequeña linea bajo tu nombre intacto úne tu nacimiento con tu muerte. un tiempo amargo, de incontables rocas, amarra nuestra sangre a tu recuerdo.
Sobre nuestro dolor más profundo que el agua cayó la angustia de tu adiós resignado. nos sentimos solos más verdaderamente cuando al tender las nuestras no encontramos tus manos Confusos nos miramos uno al otro, buscándote, porque tú eras tan claro como el libro y la música; pero en aquella hora ciega y definitiva la muerte sola daba su palabra segura!
Para decir a aquellos que no te conocieron cómo era tu callada presencia en nuestra vida hay que hablar de la tierra donde crecen los árboles y del color del viento que dobla las espigas.
Fuiste sencillo y puro. No te borra la sombra ni oscurecen tu rostro los dedos del silencio.
Para pensar en ti no hay lágrimas inútiles.
Basta decir amigo para sentirte cerca!
Maruja VIEIRA Cali Colombia. 1957 Siento ante tu retrato que, acaso, andas ahora pastoreando mañanas a la sombra de Dios.
Hay en el corazón una lluvia que llora.
Nunca, nunca, Gabriela, te diremos adiós.
Alberto BAEZA FLORES La Habana, enero de 1957.
11 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica