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242 REPERTORIO AMERICANO abrazado el día de sus ochenta años en su bella casa de la Colonia del Valle, en la Ciudad de México. De Baldomero Sanín Cano he recibido una carta impar, escrita en su señorial Popayán; una carta de sólo una cuartilla breve, pero de esas que valen por una vida. No es lo mismo el papel que la presencia, pues si a veces el conocimien.
to físico rompe ilusiones y desvanece amores, no ocurre así cuando el hombre al que nos acercamos ha tenido potencias para arribar, con los ánimos enteros y ansiosos, a una ancianidad desbordada de juvenilias, En esos casos excepcionales, los de don Enrique y don Baldomero, la presencia es como la prueba de la sustancia, como la confirmación de lo esperado. Por ello me dolerá siempre la insatisfacción de no haber oído la voz de don Baldomero Sanín Cano.
Quien no haya visto de cerca la juventud ochentona de Enrique González Martínez no sabe lo que es, en calidad y perfil, el rendimiento de una vida plena. La prestancia física es mucho, desde luego; es el testimonio de lo otro. La agilidad y la lozanía, el vigor entero y la mirada poderosa, trasmiten la facultad intacta y la gracia an.
dadora. El autor de Los senderos ocultos no aparece tocado por el deterioro desvirtuador del tiempo. Su porte airoso, su dinámica serenidad, su risa hospitalaria, su gesto auspiciador, nada tienen que ver con sus ochenta primaveras sonoras. La firme envoltura es en él como el vehículo natura! y la culminación esperada de un modo de vida y de obra. Un poeta más conmovido por sus tormentas, menos dominador de sus estremecimientos, no hubiera podido arribar así, sin prisas ni cansancios, a esta meseta goethiana. Pero un poeta me.
nos socavado por el dolor de conocimiento, menos asaetado por invisibles torturas intimas, no hubiera podido lucir en los ojos, a los ochenta años, esa luz antigua y recién nacida, con poder para penetrar las más hondas heridas y con ánimo para amansar las más inoportunas cicatrices.
Toda la obra de Enrique González Martínez está apresada en este risueño milagro de su ancianidad entera. En cada minuto el poeta ha recibido la flecha más afilada, la que ha ido a despedazar encarnizadamente su voluntad de sereno señorío. El poeta no ha hurtado el cuerpo; ha sido como la imagen de un San Sebastián sin agonía; ha dicho lealmente su pasmo y su amargura; pero en lo más vivo de la queja se le ha transparentado la llama victoriosa de la vida, el impulso telúrico y sanguíneo que asegura nuevas caídas nuevas reincorporaciones, nuevos génesis, ENTÉRENSE padres de nuevos apocalipsis. Lo doloroso EL SINDICATO DE MAESTROS en González Martínez no gravita sobre la vida sino que es un costado de la vida; la de Rivas, Nicaragua, sangre vertida da cuenta del encontrona solicita a los escritores hispanoamericanos, zo pero también de la vitalidad que lo asimila y supera. Caso peregrino en gente de libros para su Biblioteca.
nuestras tierras, este poeta enseña siemAtiendan este noble propósito.
pre la sangre de sus heridas, pero nunca ofrece la idea de un herido de muerte.
Los heridos de muerte son, en literatura, Enrique González Martínez es, como se los románticos, aunque no acaben de mo sabe, el Presidente del Comité Mexicano rirse; y siendo muy sensitivo, este poeta por la Paz. Esta posición, no ajena a rieses el antirromántico, quizá si más por buen gos y dicterios, corona con la mejor luz su gusto que por propósito de serlo. Ama a dilatada existencia. Es como una claridad José Asunción Silva hasta la pistola exclu que hiere de antemano, felizmente, la gran sive. En cada una de sus magulladuras se sombra cercana.
descubre el impulso de la cicatrización per Nada más lejano a un poeta civil (o po fecta, de la reserva invencible, de! poder lítico, si lo preferís) que Enrique González vital victorioso. Por ello es el poeta ameri Martínez. esta circunstancia, confrontacano más igual a sí mismo. En el verso da con su postura de hoy, es la que le otorúltimo podemos medir la decantación as ga ancha medida a su caso. Tiene interés cendente, la depuración culminadora, pero innegable la lectura de sus dos libros autotambién las esencias inusuales que nos sor biográficos: El hombre del buho y La apaprendieron en Silenter y en los Senderos cible locura. Pero, quien no se haya metiOcultos.
do un poco en la historia contemporánea de En este aniversario del hombre del buho México, queda sin apresar la enjundia de la vida, tan lindamente honrada y enrique estas páginas; es que aquí no cuentan sino cida por él, le rindió el mejor vasallaje. las gentes cercanas al poeta, las presencias Las anchas salas de su biblioteca aparecían familiares y las literarias. Se hace indiscolmadas del México intelectual y político pensable conocer algún aspecto de los perque venían a decirle su tierno y viril orgu sonajes que discurren por los dos libros a llo. Las más inteligentes y más bellas mu una luz personalísima para encontrar injeres de la ciudad acudían a recordarle terés en la lectura. El poeta es en estas los versos que ya están mejor en sus bocas páginas, eje de todo, medida de todas las cosas.
que en la del poeta que los engendró: destino inape! able de todas las criaturas in Las memorias de González Martínez son mortales. De sus tiempos mozos no estaba la historia de su poesía; lo demás es paisanadie. Las grandes sombras amigas (Gu je de fondo; pero de un fondo trágico en tiérrez Nájera, Urbina, Nervo, Barba Ja que forcejea un gran pueblo, entre som cob, Pedro Henríquez Ureña, José Juan bras y relámpagos. La gran aventura de Tablada, Rebolledo, López Portillo, Salado esta vida en la clave de la poesía es el Alvarez, Antonio Caso. yacían encerra matiz de su corriente lírica. quien vive das en el segundo tomo autobiográfico que curvado sobre su propia resonancia, en el el poeta hizo coincidir con su día de ochen atisbo del silencio recóndito, en el desvelo ta años: La apacible locura. Las generacio de la curva grácil, a la caza de las señales nes nuevas le traían sus libros, sus folle furtivas, no puede dar mucho espacio a los tos, sus ensayos, sus poemas, como en un clamores de la calle. Por ello el poeta equi.
limpio rendimiento de armas. Los varios voca con frecuencia los signos políticos.
libros editados en su homenaje hacían, en En estos libros que son testimonio muy la mesa central de la biblioteca, como un valioso, con todo y su miraje unilateral, de pedestal a la obra del poeta. Había en todo un tiempo muy revuelto y promisor de Mé.
como el anuncio de la gloria que seguirá a xico hay constancia repetida de su error.
su partida. y el día esté lejano. El Ni una sola vez se intenta la justificación poeta gozaba del instante con plena con maliciosa ni el pudoroso ocultamiento: en ciencia de su calado. Vivía su culminación todos los casos hace el poeta confesión palcon la lúcida inquietud del que sabe que maria de sus pecados políticos.
no morirá del todo y se consuela de la Lo político no puede ser el orbe de un partida indefectible con la certidumbre de hombre así; pero su tiempo lo ha sacudido la indeleble presencia.
y desollado como a cualquier hijo de vecino. Ha dudado mucho y errado mucho. Pe.
UN CANTO LA PAZ ro ahora, cuando podría, como tantos, gua.
recerse en los cendales de su bruma lírica, E! homenaje a Enrique González Martí. vuelve a dar el pecho, vuelve a estar a nez interesó y ocupó la atención mexicana todo. Sólo que ahora la anchura de su an.
por largos días. Pero fué, además, un ani gustia salta las doloridas tapias mexicaversario de tamaño universal. Sobre la mon nas y se dirige a las grandes cuestiones taña de mensajes americanos, las cartas de universales. Si Enrique González Martínez sellos inverosímiles y los cables fechados no tuviera una rigurosa estimación de sí en países de nombre legendario. Un salu mismo. de su intención, más que de sus do de Federico Joliot Curie otorgaba a la aciertos, tomaría la postura cómoda de fecha una magnitud nueva. En él venían tantos escritores y confesaría una bandería muchas cosas: muchas voluntades. coinci protectora. Con llamarse dos veces amigo dentes, muchas inquietudes generosas, mu de las democracias occidentales y soldado chas esperanzas tendidas. la admiración de la defensa continental de un Conti.
al poeta, con la devoción al hombre en su nente que, por cierto, no amenazan más puesto.
que sus defensores tendría bastante.
Historia Social Estoy preparando, para una editorial francesa, una Historia del Movimiento Obrero en la América Latina. Como la bibliografía sobre el tema es escasa y difícil de localizar, agradeceré a los autores de libros, folletos y artículos sobre el movimiento obrero en los distintos países, conflictos, dirigentes, huelgas, partidos, ideología, sindicatos, etc. que me envien sus obras o recortes y las in.
dicaciones de donde pueden encontrarse.
Muchas gracias.
Víctor ALBA Lancaster México 6, México. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica