DemocracyVíctor Raúl Haya de la Torre

236 REPERTORIO AMERICANO Teoría del Yo Anhelo (En Rep. Amer. En Rep. Amer. la moral por decreto macilento; Alamo solitario.
bajo el anillo roto de la luna.
Laica extensión.
el trabajo sin suelas; el pan como un cirio milagroso.
Intraducida lengua del meollo.
Brazo desnudo demarcando el cauce.
Babe!
El coro cristalino se deshizo cuando el hombre ensordeció tu voz.
La brisa irisa el inmóvil espejo del agua.
Turba la calma que buscaba un estado de espejo, un estado de pura alma para llenar con la hondura del cielo el cauce profundo de su ansiedad.
y la copula, estupro, oxidando las glándulas.
degollando el jacinto azul de la ternura. Yo, soy el labrador de tu morada, dadme la pala de tu democracia!
Se alza en guerra tu El contra la guerra porque eres tú con el náufrago brazo levantado que reclama vivir.
que auspicia la jornada de la espiga; que auspicia la jornada de la idea; que auspicia la jornada de la forma.
Tu halo es amor, creación.
Goterón de amargura tu lamento contra el hilo enredado de la ciencia; el arte cancelado; Todo Yo en todo Tú, transfigurados.
Sólidos compañeros.
Tú. Yo.
Alamo solitario.
bajo el anillo roto de la luna.
Celina Haydée URALDE Buenos Aires, 1951.
Entre cielo y agua hay un momento en que se establece una exacta conjunción de profundidad.
Ese momento es el segundo en el camino de la eternidad en que todo es: equilibrio armonía, precisión.
Un soplo de la brisa y la comunión de cielo y agua se rompe en ojos de nubes, en alas de lunas, en olas de hojas.
La brisa se aduerme, el árbol se aquieta y el agua busca de nuevo, en su afán de trascender, la calma del espejo para materializar el insondable profundo en lo más hondo de su propio corazón.
El drama de los hombres de color Colaboración de Fedro Guillén Primo CASTRILLO Port Chester, Nueva York, 1951.
Si aquel profundo ingenio del Renacimiento que asombró al mundo con su Comedia que la posteridad llamó Divina, hubiera sabido que se le negaba sepultura a un soldado muerto en batalla por no tener el dudoso privilegio de ser blanco. qué castigo inmortal hubiese aplicado a los discriminadores de cadáveres?
Porque hace tiempo que nos amargan la boca noticias de humillaciones y hasta linchamientos de hombres de color; hace tiempo que una imbécil, sobrehumana jactancia ética, castiga al negro como si no fuera nacido de mujer, pero ahora el drama de la discriminación racial ya no necesita más: la prensa ha regado por el mundo el caso de un soldado muerto en Corea, insepulto por un delito de raza: ser negro.
La discriminación ha alcanzado la otra orilla, la de la muerte, a donde solía llegarse desde que el hombre es tal, limpio de mundanas miserias. Ahora ni eso!
Mientras este pobre negro esperaba semanas y semanas en la morgue de Phoenix, Arizona, los mismos que le negaban un pedazo de tierra en el camposanto, cruzábanse cromos y tarjetas nevadas de Navidad, usufructuando indebidamente la fiesta de quien predicó sobre todas las cosas la igualdad humana.
Entre los agravios a las gentes de color. triste recordarlo. la discriminación cae inexorablemente sobre hombres de todos los rumbos: igual sobre el judío errante que sobre el asiático; o sobre el despreciado la tinoamericano que las más de las veces no sabe defender su epidermis del trópico, hipotecando su lengua y hasta su espíritu, ufano de hablar o vestir a la inglesa. qué hacer frente a esta insolencia de una minoría contra la humanidad entera. Desgañitarnos sin esperanzas de que nuestra voz logre algo más que simpatías en espíritus generosos. Darle largas al asunto y que la negrofobia siga adelante haciendo estragos. bien, elevar oraciones para que baje a este Valle no sólo de lágrimas, el Lincoln que anhela la antidiscriminación? Dios sabe!
Mas, junto al loable esfuerzo de buenos norteamericanos que en todo lo ancho de su propio territorio luchan contra los racistas, lo menos que puede hacer un hombre de nuestro tiempo sea cuel fuere el color de su piel y de sus ideas es enfurecerse cuando a un pobre soldado muerto en el cumplimiento de su deber, se le niega sepultura por un delito de raza: ser negro. con la cooperación de tan ilustre Consejo, dictaría leyes justas, elegantes, prácticas, generosas, humanas, a fin de que Francia gozara de la más bella salud física, comercial, industrial, artística, musical, literaria, social y moral.
De lo que dudo es de que en la situación actual del mundo lograra un consejo de gobierno, aun formado como lo quería Donnay, salvar lo que parece perdido sin remedio. El Tiempo, Bogotá, 28 10 51. Nueva Guatemala, enero, 1952.
Dos comentarios de CALIBAN La nota de Julio Abril contra Haya de la Torre es tan poco gallarda como carente de verdad. Ningún trabajo le habría costado a Abril visitar a Haya para que se convenciera de que este grande hombre es muy distinto de como se lo pintaron sus enemigos. Haya es una de las más excelsas figuras de la América libre. Mostrarle como un emboscado, feliz en su dorada prisión, es torpe y necio. Haya de la Torre es un apóstol, un mártir y un fervoroso y sincero amigo de Colombia. Fué él, a la cabeza del aprismo, quien impuso al general Benavides e! arreglo con Colombia. Las insinua.
ciones que en contrario hace Abril no denotan sino un completo desconocimiento del personaje, o una total ausencia de bue.
na fe.
El profesor López de Mesa pide, para la restauración de tantos ideales, bienandanzas y fraternidades perdidos, un gobierno de tipo paternal. propósito, encuentro en los Souvenirs de Maurice Donnay, que publica la Revue de deur Mondes, un párrafo, que resume a cabalidad el pensamiento del profesor: qué hubieran querido ser, si tuvieran el derecho de escoger. He pensado muchas veces en esto. En primer lugar, no querría ser más joven. Viejo pescador en la playa de Bretaña. viejo campesino de Provenza.
Pero me gustaría también ser dueño de! poder. Sería el buen tirano, conforme a Renán. Mi consejo de gobierno lo compondrían las nueve musas, las tres gracias, los siete sabios de Grecia y los doce apóstoles. Se pregunta a menudo a los individuos (El Tiempo, Bogotá, 25 X1 51. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica