Imperialism

246 REPERTORIO AMERICANO tión de la guerra y de la paz han entrado en la pugna definitiva. La humanidad se debate entre una gran preocupación y una gran esperanza. medida que ha ido elevándose, en tamaño y en calidad, el movimiento universal por la paz, los personeros de un mundo asentado en la razón de la fuerza han ido penetrándose de que su reinado está herido de muerte. Sería ingenuo admitir que toda una enorme armazón levantada sobre la idea y el propósito de la guerra vendrá abajo, como los muros bíblicos, só.
lo por el clamor ansioso de los hombres.
Toda maquinaria poderosa pugna por encontrar empleo a sus fines. como han declarado eminentes representantes del imperialismo belicista, la organización por e! los levantada no encuentra ante sí sino dos salidas catastróficas, la crisis y la guerra. Siempre preferirán la guerra porque imaginan insensatamente que con la matanza aumentarán de tal modo sus ganancias que con ellas alejarán la crisis. Es el fatal círculo vicioso que la historia dispo.
ne a las situaciones condenadas y liquidadas, a las organizaciones superadas en la conciencia justiciera de los pueblos.
Ante el poder todavía impresionante de los grupos belicistas, ciertas gentes honestas pero pusilánimes se sienten inclinadas al pesimismo y se dejan ganar por la maliciosa propaganda que da a la guerra como desastre inevitable. Es absurdo aceptar que sea inevitable un mal que toda la humanidad quiere evitar. Los dineros de los guerreristas todavía son cuantiosos; sus armas, de monstruoso poder destructivo; per no olvidemos que tales armas y rique.
zas tienen valor sólo en la medida en que las masas populares quieran manejarlas.
Una guerra puede hacerse se han hecho muchas. sin armas atómicas, pero no sin soldados que las operan.
Los últimos sucesos han tenido la virtud de descubrir las últimas maniobras pseudopacifistas de los provocadores de la guerra. Ya están señalados, denunciados, combatidos, repudiados por toda la humani.
dad. Ahora importa derrotarlos.
para asegurar la coexistencia pacífica de las naciones y la reglamentación pacífica de los problemas internacionales, como ba.
se y garantía de paz y del progreso cultural de los pueblos americanos. Es hora de que se precise, ante una situación de la mayor gravedad, la manera de aumentar la contribución de los pueblos americanos en la salvaguarda de la paz del mundo.
Pensemos en lo que el aseguramiento de la paz significa para nuestras tierras ame.
ricanas. Para nosotros ganar la paz no es sólo derrotar el crimen de la guerra, repudiado por los hombres y mujeres de todos los Continentes; es además vencer una política que, para desatar la guerra, nece.
sita de dominio creciente sobre países en retraso económico. Ganar la paz es para nuestras tierras latinoamericanas herir en el corazón a la fuerza que nos oprime, que nos estanca, que nos desangra. El día en que pueda anunciarse a todos los vientos que la paz está asegurada, estaremos sa ludando una fecha trascendental en la his.
toria de América. Ese día crecerán en nuestros pueblos fuerzas cuya magnitud no sospechamos y alcanzaremos, en tiempo brevísimo, grados sorprendentes de desarrollo económico, liberación política, dominio y usufructo de nuestras fuentes de riqueza, encauzamiento de nuestra condi.
ción generosa y rendimiento asombrador de la educación y la cultura.
Esa grandeza americana no está lejos, aunque su expresión cabal la verán nuestros hijos. Saludemos, desde este homenaje americano, al Continente futuro en que millones de criaturas, hoy amenazadas y dolientes, puedan entregar el ánimo libre al trabajo creador y ofrecer a la común superación los enormes esfuerzos que hoy se gastan en pelear por la libertad, por la igualdad, por la paz, por la vida misma.
La magnitud inabarcable de nuestra naturaleza quedará frente a nosotros como una incitación a las empresas magnas, sin orillas presentes, sin niveles previsibles, como nuestros ríos y nuestras montañas. El tono poderoso y disímil de cada una de las razas que echaron sobre nuestras costas la codicia y la intolerancia, se fundirá al de las viejas civilizaciones despedazadas. De la ebullición abismal de sangres y matices nacerá una América defendida en sus experiencias dolorosas y triunfante por su coraje ensangrentado. Entonces conocerán nuestros pueblos medidas no entrevistas de la tarea de! entendimiento humano. Entonces encontrará encaje real el pensamiento precursor de José Martí: el genio va pasando de individual a colectivo. entonces, más que ahora, se levantará la radiosa gratitud de los americanos para recordar a quienes, en los días difíciles de la batalla final, señalaron, entre riesgos y dicterios, hacia un futuro que no iban a gozar y ofrecieron, en su advenimiento, un singular poder creador y un magiste rio inigualado. Entonces, más que ahora, se rendirá homenaje condigno a Enrique González Martínez y a Baldomero Sanín Cano.
Así opinamos (En Rep. Amer. Revise antes, en esta entrega, la pág. 253)
Acosta, 28 de marzo de 1952.
MINISTERIO DE EDUCACION PUBLICA Misión de Asistencia Técnica de la Unesco República de Costa Rica Señor Director de la Misión de la Unesco, Ministerio de Educación Pública, San José.
LUCHA GRANDEZA DE AMERICA San José, 24 de marzo de 1952.
Señor Juan Carazo, San Ignacio de Acosta.
Estimado señor: Tengo a bien acusar a usted recibo de su carta de fecha 22 de marzo en curso.
Me apresuro a aclarar a usted que la Misión que yo represento se ocupa única y exclusivamente de asistencia técnica en Educación.
En la derrota de los belicistas toca a nuestro Continente un rol de mucha cuan.
tía. En nosotros, en nuestros pueblos latinoamericanos, imaginan los guerreristas tener su retaguardia dócil y disciplinada.
Para ello, han ido montando dispositivos legales como las Conferencias de Cancille.
res sin otro objetivo que alinear a nues: tros países, en lo económico, político y mi.
litar, a los planes trumanianos. Frente a esa realidad que ni el más consecuente lacayo se atrevería a discutir se hace indispensable elevar a los más altos nive.
les el movimiento continental por la paz. ello tienden los esfuerzos desarrollados para efectuar en término breve la Conferencia Continental Americana por la Paz.
Como reza el temario de esa Conferencia, es urgente que sean estudiados los efectos de la política de guerra sobre nues.
tros pueblos como una amenaza contra la independencia nacional, los derechos cívi.
cos, el bienestar económico y el progreso cultural; que se entre en la consideración de los trabajos que es necesario realizar Señor Doctor: Enorme sorpresa ha sido para mí, hu.
milde y anónimo costarricense, recibir de tan alta autoridad, una respuesta. Nunca la esperé.
No creo, como usted dice, que esté equi vocado, pues la educación abarca todos los campos y, este era el motivo principal de mi carta. Algunos costarricenses estamos observando muy atentamente las actuacio.
nes de los Señores Técnicos y hemos no tado que no sólo a educación están de.
dicados. ratos alguito de política, como sucedió en el curso a aspirantes a maestros.
Por otro parte. cómo es esa educación, que prescinde de la psicología, las tradiciones y las costumbres de un pueblo? Costa Rica es aún, a Dios gracias, un pueblo con sus características propias y que nos otros, los verdaderos costarricenses, estimamos profundamente.
Muy atentamente, Por lo expuesto, creo que usted se ha equivocado al referirme un asunto cuya resolución pertenece a la Comisión Nacional de Cooperación con la UNESCO, a Ja cual he remitido su comunicación por con ducto oficial.
De usted muy atento y seguro servidor, Anthony REYNER Jefe, Misión, Asistencia Técnica, UNESCO Juan CARAZO Céd. 18433 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica