REPERTORIO AMERICANO 255 cenario que me circundaba con los personajes que allí esperaban de mis labios la última noticia; desgastada ya a fuerza de esperarla con espanto. La noticia fatal que decepcionaría todos los corazones y arrancaría de cuajo la esperanza alimentada con tanto egoísmo. al que habíamos dado en llamar amor filial!
En mi mutismo la pudieron leer todos y guardaron unos instantes de silencio; el tiempo necesario para acomodar el golpe en el lugar al cual iba dirigido, y. isoltar el llanto!
les ama.
Hasta entonces había sido fuerte yo, pero no pude contenerme cuando vi que hombres iguales a mí estaban llorando. Es imposible resistir al llanto de un hombre. Se llora también cuando se le mira. Algo nos domina y ese algo es la idea de verlo reducido a una simple pajilla sujeta al capricho del viento que se la lleva, la levanta, la deja caer y la pierde en cualquier rincón de la tierra. Es como si todo hubiera desaparecido en él, como si hubiese quedado sin sostén y sin gobierno, como bote suelto sobre las aguas del mar. perdido. completamente perdido. iy yo también lloré!
Permanecí inmóvil. Cuando reaccioné dirigí mis ojos hacia los que antes me miraban llenos de ansiedad, y ahora escondían el rostro entre las manos, gimiendo ahogadamente como niños a quienes se les ha dicho que ya no se Ric. JIMENEZ ALPIZAR.
Julio 29 de 1950.
Entre perfectos (En El Tiempo de Bogotá. Marzo 18 de 1950. cisco de Asís abrazado a Cristo, colgante de la cruz. Mi padre veía en la cara del Santo, superpuesta, la de un vecino muerto pocos meses antes, y no podía ni quería comprender los gestos que le hacía, y que lo llenaban de temor. Otras veces sentía a horcajadas sobre su cuerpo a una chiquilla de pocos años, cubriéndolo de besos y caricias, mientras lo dominaba para saltar luego a desacomodarle los libros de los estantes. la describía diciendo que era de ojos azules, cabellos rizosos color de miel, mofletudilla y blanca como la leche con gran des chapas rosadas y. encantadora, sumamente encantadora!
Así iba pasando los días, uno después de otro. hasta que uno de tantos, vió la imagen de su difunta madre. Había venido a consolarlo y estaba contenta de ser su guía en el via.
je a lo desconocido. Papá no dijo nada de eso, pero desde ese instante su rostro se aureoló y parecía despedir rayos de luz.
Una mañana temprano pasé a despedirme de él antes de marchar al trabajo. Lo encontré mirando a través de los cristales de la ventana, hacia la iglesia que quedaba frente a nuestro hogar. Me acerqué y acaricié su cabeza. Sabes me dijo cuántas personas han entrado a oír misa. No pensé la respuesta. Mi cerebro estaba lieno de otros pensamientos y esperé. El mismo contesto. Sólo veinticinco. iy todas eran viejecitas. como yo. Miré distraídamente a través de la ventana, y pensé en volver a engañarlo. Nada tenia que ver con sus observaciones la respuesta que le di. Fuí a darle un poquito de aliento que mi juventud tenía de sobra. Mi misión era de amor y caridad y sólo pude interrumpir sus pensamientos diciéndole. Qué bien lo encuentro hoy. Tiene un colorcito prometedor. Pareció acomodarse al diálogo y me miró con un sonrisa jovial, respondiendo. Con estos colorcitos. me vas a tener que enterrar!
Fué entonces cuando me di cuenta de lo absurdo y tonto de mi actitud. Evadi sus pen.
samientos refiriéndome a su salud, cuando debía haberlo seguido por el camino que deseaba, haberme interesado en sus obesrvaciones porque en ellas había meditación muy profunda; la meditación del espíritu que está por dejar el cuerpo que lo aprisiona y liberarse hasta que Dios disponga otra cosa.
Sus veinticinco viejecitas. a qué iban a la iglesia? Los jóvenes no lo comprenden; creen tenerlo todo en el frescor de su sangre nueva y en la lucidez de sus pensamientos. Pero las viejecitas! Tantos años han vivido y han aprendido tanto en su transcurso, que la oración y la comunión las hace sentirse más cerca de Dios; las atrae y les ofrece un consuelo y una esperanza cuando la vida se los niega todo, y se sienten fuertes para cuando les llegue la ho.
ra de descorrer el velo del más allá.
Esto lo sabía papá, y deseaba que le hablara mucho, ya que él no podía enderezarse en su lecho para ir a sumarse al grupo de las veinticinco viejecitas. y orar. por él. y por nosotros.
Ahora lo comprendo.
Al bajar la última grada y detenerme pocos minutos frente al retrato del abuelo cuyos ojos estaban clavados en los míos, pasó por mi mente el recuerdo de esto, con tenacidad, persistente. absorbiendo mis pensamientos con fuerza de succión y haciendo desaparecer el esMi oficio me obliga a menudo a convivir hubiese venido Z, verían lo que es bueno.
largos períodos entre profesores e intelectuales. lo peor, sí, lo peor es por no ser menos culExiste la tendencia, cada vez más generaliza to, los demás asentían y aumentaba el comentada, a que aquellos no sólo trabajen, sino que rio depresivo. Tuve que salir en defensa de mi vivan como familia, en barrios ad hoc. Es lo desconocido. Pues a mí, dije, me parece que que se llama una ciudad universitaria. Sobre está bien. No es que crea que esa sea la últiellas convendría releer o leer la descripción he ma palabra, pero estimo que nadie dirá jamás cha por André Maurois en su novela La mu la última palabra, y mucho menos los que nada chine a lire les pensées. Tales agrupaciones re hacen. Comentar no es muy difícil; subrayar sultan a la larga viveros de investigaciones, de los defectos es entretenido; hallar las virtudes sanos entretenimientos y de no poco tedio. Los y proclamarlas es mucho más difícil. Tengo hombres de un solo oficio deben tratar de evi la certeza de que caí muy mal. De seguro, cuantarse a ratos para que su mente se liberte de lo do hube dado las espaldas, después de prodigar que, empezando en vocación, puede convertirse mil cortesías para hacerme perdonar el arrebato, en manía. Por eso, por ejemplo, cuando yo tengo la certeza de que comentaron mis perfecprofesaba en Columbia, de Nueva York, vitos perfectivistas: El pobre diablo se contenta vía en la calle 8, a 100 bloques de mi centro porque no ha visto nada. Allá en su país sede trabajo. Creo difícil hallar grupo más hoguramente nunca llegan conferenciantes, ni acmogéneo y sele. to que el reunido por Federico tores, ni músicos, ni pintores. Debe ser el de Onis, a quien tanto debo, pero, por lo mis.
purgatorio de la inteligencia.
mo, me pareció sagaz alternar el trato de los Lo es, ciertamente, debo confesarlo, pero sabios con los intonsos, de los magos con los por otras razones. No porque carezcamos de profanos, de la biblioteca con calle libre.
términos de comparación, sino porque nos han Uno de los rasgos más perniciosos de toda privado de libertad. Lo cual no es razón para constante asociación de intelectuales es el perque empinándonos sobre nuestra esterilidad, fectivismo. De tanto manejar ideas puras y pretendamos a fuerza de hiel alcanzar las citextos inmortales, acaban por crear una huma mas de quienes realizan lo que otros no son nidad a su. desemejanza. Es decir, a imagen capaces de iniciar siquiera.
de sus lecturas y semejanza de sus proyectos. Ah, perfectivistas! Me hacen recordar a El otro día, sin más, asistí a una representación los intelectuales que no intervienen en los asunmuy mediocre de teatro. Mediocre, sí, por decir tos públicos, pero se reservan el derecho de halo menos; en realidad menos que mala. Mas, blar mal de todos. Lo malo es que cuando al fin cuando se padece sequía de teatro, toda comeles toca, están tan sin amparo de experiencia, dia resulta grata, hasta las de Calvo Sotelo que pierden el poder si se les confía, la autoritodo intérpret feliz, hasta Carlos Lemus. Con dad si se les otorga, y el tiempo de los demás esa vara de medir, tan relativa, me sentí consi fortado. Creo que hasta aplaudi el buen prose les pide el suyo. Por eso, siempre creo pósito de los actores y el hecho de que me huen la Vida, por encima de toda disciplina más bieran hecho el regalo de una pieza de teatro, catalogada, pero menos fecunda.
después de siglos de cinema. Pero, uno de mis Luis Alberto SANCHEZ.
colegas me salió al paso, muy en doctor: Se fijó usted cómo movía la mano torpemente.
Puerto Rico, marzo. esa voz de besugo. ese disfraz de baratillo. esa actriz de ropavejería. Después supe que el crítico había visto sólo una o dos buenas compañías teatrales, hace la frioAgencia del lera de quince años.
Repertorio Americano Dictaba una conferencia un bastante serio y seguro expositor de ideas filosóficas. Otro en Londres colega: Le falta originalidad. Repite mucho Stevens Brown, Ltd.
e! verbo hacer. Para todo dice cosa.
New Ruskin House, Apenas mueve la cabeza, parece una estatua. 28 30 Little Rusell Street, 1 Se anunció la visita de una eminencia munLondon, England dial: Pst. claro que no está mal, pero, si Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica